La semana que viene inauguran el tramo del AVE (alta velocidad español) entre Barcelona y Figueras, parando en Gerona. Parece una buena noticia, pero no toda ella. Seguimos sin poder viajar a París sin tener que hacer escala, porque la línea no conecta directamente con los ferrocarriles franceses, por ejemplo, y váyanse a saber cuánto tiempo tardaremos en conseguirlo.
El interés de un ancho de vía europeo tiene que ver con las mercancías y con el necesario impulso al transporte por ferrocarril, tan abandonado en nuestro país. Pero no van por ahí los tiros, porque el AVE es un tren chachi para pasajeros guayes, no un tren de pasajeros normales y corrientes. La profusión de trenes de alta velocidad para pasajeros no es una buena noticia para los pasajeros ocasionales y en la mayor parte de las veces, tampoco para los habituales.
Hace unos años, uno sacaba un billete de ida y vuelta a Madrid por 90 euros. Un viaje de ida costaba 60 euros, poco más o menos. El viaje duraba cuatro horas y pico, de Sants a Atocha, pero había un bar y el tren era comodísimo. Con un buen libro en la mano, se viajaba la mar de bien.
Hoy, uno se planta en Madrid en dos horas y media o en poco más de tres horas, según el tren, pero el billete le cuesta el doble (entre 119,80 y 215,70 euros) y la única opción al AVE es un tren que hace el trayecto en nueve horas (que mantiene el precio en los antiguos 60 euros). Los pasajeros normales y corrientes ¿hemos salido ganando con el AVE entre Barcelona y Madrid? No.
Con Gerona pasará lo mismo. Viajo ocasionalmente a Gerona y sé que me planto en taquilla ahora mismo y me saco un billete por 7,85 euros. El trayecto entre Barcelona y Gerona durará poco más de una hora en un regional. Si fuera en mi coche por la autopista, me saldría más caro. Sólo ahorraría dinero si viajaran conmigo en el automóvil tres personas más.
La semana que viene se pondrá en marcha el servicio AVE en la línea de Gerona. El gobierno de la Generalidad de Cataluña ha prometido mantener los trenes regionales al menos unos meses. Es decir, los suprimirá. Si no todos, la mayoría. Ya me contarán en verano, si no me creen ahora. Porque el AVE no admite competencia allá por donde va. No la admite porque cuesta caro. Los 7,85 euros que me cuesta hoy un viaje hasta Gerona serán 15,70 euros en el AVE. El doble, exactamente el doble. Aún así, la línea generará pérdidas porque el AVE es un lujo desaforado para trayectos regionales.
Me habré ahorrado media hora, pero ¿saldré ganando? ¿Qué ganamos los viajeros con la supresión de los trenes regionales?
Como ingeniero, salivo cada vez que veo uno de estos magníficos trenes, tan veloces y espectaculares, pero también sé que el futuro del ferrocarril pasa por una buena red de cercanías y de trenes regionales, con un aumento de las frecuencias de paso capaz de crear una red de transporte de pasajeros tupida y eficiente alrededor de las metrópolis y entre metrópolis. También pasa por el uso del transporte de mercancias (el patito feo del ferrocarril español). Las líneas de alta velocidad son un lujo, excepto en aquellos casos en las que sustituyen a los aviones en vuelos de media distancia.
Pero en España, vengan aeropuertos y AVEs, que vamos sobrados.
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