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Caravaggio, el pincel y la espada


En la portada, el héroe protege a la desvalida doncella.
Que no es doncella, pero ésa es otra historia.

Hubo un tiempo en que eran tebeos. Luego se llamaron cómics. Ahora nadie mueve un dedo por nada que no sea una novela gráfica. En esencia, son lo mismo, historietas. Quizá no, quizá sean cosas completamente diferentes. La verdad es que no atino a poner el nombre correcto en cada caso y reconozco mis limitaciones en este ámbito. Por eso, hablar de un tebeo de Milo Manara me resultará más difícil de lo previsto, porque quizá no sea un tebeo. ¡Qué lío!

Caravaggio pintando el Muchacho con el canasto de frutas.
Detrás, apoyados en la pared, aparecen algunas pinturas que pintaría después, como, por ejemplo, el Baco hoy expuesto en Florencia.
El modelo, su aprendiz, amigo y quién sabe qué más Mario Minniti.

Editado por Norma Editorial, traducido por Víctor Balcells, El pincel y la espada (La Tavolozza e la Spada en original) es la primera parte de las dos que compondrán Caravaggio, escrita y dibujada por el autor italiano Milo Manara. Ya les digo que así que pueda, me agenciaré la segunda parte. ¡Ya la estoy esperando! En Italia, fue un éxito arrollador y se agotaron los ejemplares de las primeras ediciones en un abrir y cerrar de ojos.

El formato del Caravaggio de Manara requiere una simplificación de la historia y de sus matices, pero goza de las ventajas del soporte gráfico, que proporcionan una atmósfera y un ambiente a gusto del autor. Su rigor se mostrará en el dibujo y en el espíritu de la obra, dicho en cursi.

Caravaggio, en medio de una depresión, rodeado de algunas de sus más grandes obras.
De izquierda a derecha: La Deposición o El entierro de Cristo, pintada entre 1602 y 1604, expuesta en la Pinacoteca del Vaticano; el Cristo de Emaús, 1602, que puede verse en la National Gallery de Londres; la Crucifixión de San Pedro, pintada en 1601, que todavía sigue en la capilla Cerasi, en Santa Maria del Popolo, en Roma.

Y la historia, en efecto, se ha simplificado. Si nos ponemos tontos con el rigor histórico, tendríamos mucho que señalar. Por poner un solo ejemplo, quizá fuera otra la historia de las prostitutas y cortesanas que aparecen en escena con un papel protagonista (Anna Bianchini, Fillide Melandroni y Lena Antognetti). Digo quizá por ser amable.

La ambientación del tebeo está inspirada en grabados contemporáneos.
El rigor en el dibujo es de primera.

Aunque también podríamos alabar la documentación que ha empleado Manara para dibujar Roma. Esos fondos fantásticos no lo son tanto y se basan en varias colecciones de grabados de los siglos XVI y XVII que describían la ciudad de entonces. Otros muchos detalles señalan que Manara ha puesto mucho cuidado en la ambientación de Caravaggio, que yo calificaría de sobresaliente.

Si la cronología, algunos personajes y ciertos hechos aparecen alterados, no es por casualidad, sino por ligar una obra que busca captar y transmitir de modo sobresaliente lo esencial del entorno de Caravaggio en Roma (escenario de esta primera parte de la obra) y explorar la psicología del protagonista. Se trata de una obra de ficción, eso tiene que quedar claro, y la historia tiene que plegarse a los intereses de la narración. Para bien, en este caso. Los caravaggistas más puñeteros tendrán que admitir a regañadientes que el tebeo consigue retratar al personaje y su entorno llegando a las mismas conclusiones que los sesudos tratados académicos.

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