Una indígena que sabe más que yo opina sobre la restauración del Drac y otras restauraciones del patrimonio suburense. Lean lo que dice aquí mismo.
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¡Torna la bèstia!
Los indígenas andaban excitados y revueltos. Este año, ni pregones ni banderas ni santos ni nada. Este año, la Fiesta Mayor se iniciaba con la presentación en público del nuevo (quizá viejo) Drac.
El domingo 21 de agosto, se organizó un acto solemne al que tuve la suerte y la fortuna de participar en este evento. A la sombra de la estatua del Dr. Robert se levantó una tarima de color azul y se instaló un micrófono. Desde allí hablaría un representante de la Colla del Drac, un responsable del Consorcio del Patrimonio de Sitges y don Pep Pascual, el único al que de verdad me interesaba oír, porque, hubiera hecho lo que hubiera hecho, sería el blanco de todas las críticas después de haberlo hecho.
El señor Pascual se mostró modesto en su intervención y avisó que su obra (su restauración, perdón) no gustaría a todo el mundo. Serán muchas las críticas, dijo. Confesó que su propia hija le había dicho que el nou Drac és una merda (trad.: Papá, no me gusta cómo ha quedado), pero que él se sentía responsable de devolver a la Villa de Sitges una parte estimadísima de su patrimonio, y de devolverlo lo más parecido posible a su estado original, el de 1922.
Comentó un tanto las dificultades con las que tropezó durante su trabajo y recomendó que no se usaran petardos de mucho calibre para alimentar el fuego de la bestia, pero, mucho me temo, maldito el caso que le van a hacer al pobre hombre en eso de las pólvoras.
Entonces resonaron los tambores y los timbales del Drac, y se corrió el telón. En medio de los aplausos, el nuevo (quizá viejo) Drac salió a la luz y recibió los primeros vítores y aplausos de los indígenas. Mayores y niños aplaudieron lo mismo y las voces, en general, parecían satisfechas con el resultado de tan atrevida restauración, esperando a criticarla después.
El nuevo (quizá viejo) Drac reunió una multitud de indígenas. Si uno aplica la matemática de la Guardia Urbana de Barcelona, se reunieron en la Plaza del Ayuntamiento, no sé, del orden de medio millón de indígenas, si no más, sin contar con los forasteros, como un servidor de ustedes. Desde un balcón estratégicamente situado, se contaban dos o tres centenares de personas, pero esa cifra, que es muy alta, podría provocar la ira de los suburenses, que nunca admitirán haber reunido menos de unos miles para presenciar el acontecimiento del año. Por lo tanto, a las fotografías me remito y juzguen ustedes mismos.
Breve, e imperfecta, historia del «drac» de Sitges (segunda parte)
La Fera Foguera original pesaba ochenta kilogramos. Era maniobrable y ligera, dicen, y muy equilibrada. El Drac que salió a escupir fuego y humo la noche del 23 al 24 de agosto de 2010, ciento tres kilogramos, con tendencia al sobreviraje, pues al engordar se le había agrandado el culo. Además, se le había redondeado la cara, se había abombado después de varias capas de pintura. El anfibio primigenio, un ágil peso medio, era ahora una fiera flamígera de peso pesado, que imponía respeto pues, se decía, era capaz de quemar más pólvoras que nadie, y soportar artefactos pirotécnicos que habrían echado atrás al más pintado.
A lo largo de ochenta y tantos años, la bestia se había caído, quemado o agujereado varias veces. Los golpes se arreglaban a puñadas, con más buena voluntad que cuidado, y los parches de cartón, madera o chapa comenzaron a sustituir la piel original del monstruo. Luego, una capa de pintura y listo. Hasta el momento, había salido adelante y repartido leña en todas las fiestas mayores de la villa.
Ahora relataré lo que aconteció el año pasado, citando la leyenda que cuentan los indígenas con los que he hablado. Si el cuento es veraz o es un cuento chino, no sé yo, pero tal me dicen, tal digo.
La noche del 23 de agosto de 2010, decía, cerca de la medianoche, la Colla del Drac quiso que éste luciera más que nunca después de los fuegos de artificio. La Colla del Drac había conseguido un artefacto pirotécnico que llaman un francés, a saber por qué. El petardo echaba una cascada de chispas que llegaba bien lejos; era algo espectacular, impresionante. Le pusieron el francés en las fauces y prendieron la mecha.
¡Qué tremenda fatalidad! El francés había sido colocado al revés. En vez de barrer con chispas la vanguardia del drac, éste se veía obligado a tragar el indigesto fuego. La catástrofe, cuentan, se acentuó al querer extinguir el soplete. El resultado final fue un dragón que parecía habérselas visto con un Sant Jordi cualquiera en un callejón a oscuras.
De ese accidente y desperfecto nació la idea de restaurar la fiera flamígera. De restaurarla bien restaurada y de una vez por todas, hasta el próximo petardo. Se encargó el trabajo a don Pep Pascual, que puso manos a la obra.
Este caballero se enfrentó a un terrible dilema. ¿Tenía que reparar el Drac o restaurar la bestia original? En todo caso ¿cuál era la bestia original? Porque las fotografías muestran un Drac en 1922, otro en los años treinta, un dibujo diferente en 1940, en 1950... Durante muchos años, cada uno pintó al Drac como le vino en gana. Las fotografías, además, son en blanco y negro, y la gama de colores...
Si reparaba el desperfecto, volvería el reptil de toda la vida, el que siempre han conocido los indígenas, el estimado Drac, el reptil verdoso y humeante que venció a las otras pieles de colores, el que, poco a poco, a lo largo de muchos años, se ha ido haciendo a medida de los indígenas; si lo restauraba a fondo, podría recuperar la Fera Foguera original, la de 1922, pero ésta sería una perfecta desconocida. Podría hablarse de un nuevo Drac, o casi.
Se optó por el camino más difícil: devolver a la luz al ser que desembarcó en la Punta hace ochenta y nueve años. Los insectos xilófagos y los petardos sólo habían dejado parte del caballete y la cabeza del original. El resto era una amalgama de parches y pedazos que quitaba el hipo. Además, la documentación no permitía recuperar la bestia de 1922, sino una parecida, a lo más. ¡Qué desafío!
Y como todos los grandes proyectos, se llevó en el más absoluto secreto. Sólo un pequeño núcleo de indígenas sabía algo del nuevo Drac, pero disfrutaban de lo lindo con el yo sé algo que tú no sabes. Ah, la vanidad humana...
El pueblo se moría de impaciencia y no veía llegar el día de ver de nuevo a su querido reptil... o quizá tendría que decir anfibio.
Breve, e imperfecta, historia del «drac» de Sitges (primera parte)
Tenemos que remontarnos a 1921. Sitges celebra la Fiesta Mayor en honor a San Bartolomé, pero tiene que apañárselas como puede en cuestión de pólvoras. En aquellos tiempos, la población no daba mucho de sí y alquilaba las feres fogueres (fieras flamígeras) a las principales poblaciones de los alrededores. Hasta 1921, había alquilado el drac (el dragón) a Vilafranca del Penedès. La última factura había sido de escándalo y las fuerzas vivas de la población se preguntaban qué hacer.
Entonces, un artista suburense, realmente nativo de Sitges, don Agustí Ferrer Pino, dijo que pa'eso estaba él allí mismo mismamente. Ya os haré yo una bestia feroz, un monstruo marino que dejará a los de Vilafranca con un palmo de narices, dijo.
No fue exactamente así, porque la Fera Foguera (así se llamó al principio) fue un encargo de don Josep Planes Robert, un suburense ilustre. Sorprenderá a muchos que el drac original fuera una bestia marina, porque la mayoría conocen un drac terrestre, una lagartija superlativa que escupe fuego, no un pariente lejano del monstruo del lago Ness. Pero no podía ser otra cosa. La fera foguera de Vilafranca era un bicho de tierra adentro, y Sitges quería dejar bien claro que su fera foguera sería una cosa completamente diferente.
¿Quién era el tal señor Ferrer, el padre del estimado drac? Un pintor notable, aunque desconocido para gran parte del común, un personaje que dedicó gran parte de su obra a embellecer la villa y retratar a las personas del pueblo. Suyos son los frescos que decoran el Casino Prado, la ermita del Vinyet, algunos tapices del Ayuntamiento, una Alegoría de la Fiesta Mayor, etcétera.
Inspirado por las juergas modernistas que había conocido la villa, decidió presentar la fera foguera indígena de la manera más espectacular posible, y lo hizo la noche del 22 de agosto de 1922. La bestia desembarcó (surgió de las aguas) justo después de los fuegos artificiales (que ahora se queman el día 23).
Traduciré una crónica de la época, que asegura que el momento culminante de la fiesta fue...
...cuando los timbales del ball de diables, las chirimías (gralles) de todas las danzas, las músicas que hasta ese momento tocaban al pie del monumento al Greco, cubrían el espacio hasta la Punta, donde desembarcó la Fiera Flamígera echando fuego por las fauces y por la cola, rodeada de hachas, antorchas y lámparas diversas.
Cuenta la crónica que la comitiva, antorchas al viento, avanzó precedida por los gigantes y que nunca se había concebido y ejecutado un espectáculo semejante, tan asombrosamente bello. Citan, por ejemplo, los vivos colores de la Fiera Flamígera, el fuego y el sonido de las chirimías, que se confundía con el bramar del ancho mar. A estas alturas del cuento, el cronista se había ido de madre, pues confundir una gralla con el oleaje es... En fin... Pero, sí, fue emocionante.
Pasaron los años. El Drac, la obra de Ferrer Pino (asombrosamente colorista y casi surrealista para ser piel de un feroz dragón), se fue cubriendo de quemaduras, rastros de azufre y potasa. Se repintó, varias veces. Los fuegos cobraron su tributo a la bestia. El monstruo anfibio dejó la vía libre al reptil, y en los años cuarenta y cincuenta, al drac le crecieron escamas y pasó a ser de color verde, más claro o más oscuro dependiendo del año. Los suburenses nacidos después de la Guerra Civil no conocieron nunca la Fera Foguera que parió el señor Ferrer, ésa que surgió de las aguas del Mediterráneo atraída por el fuego, los tambores y las chirimías.
Primeras inquietudes y noticias
Lo cierto es que los indígenas andan muy revueltos. La temporada turística no ha sido mala, pero tampoco ha sido como para tirar cohetes. Todo el mundo habla de la crisis (¡aquí también!) y el que suscribe ha visto perroflautas (o vagabundos) durmiendo a la bartola a los pies de la estatua dedicada al Greco, el pintor, que podrían servir como tribu local de indignados, llámense así.
Es que la cosa está mal. El pueblo está lleno de letreros que ofrecen locales en venta o alquiler, y abundan los cadáveres de comercios antaño pijos y hoy cerrados. Eso, en lo privado. En lo público... Fue noticia en la prensa que el Ayuntamiento de Sitges debe, euro más o menos, sesenta y cinco millones, qué fácil es decirlo. La pregunta del millón es ¿cómo? ¿En qué se lo han gastado?
El nuevo alcalde, un tipo que recuerda a Mortadelo (dicho sin ánimo de ofender), tendrá que enfrentarse con un marrón que ya se lo regalo yo a cualquiera, y perdonen ustedes la manera de decir. Derramas voluntarias (sic) sobre la recogida de basuras y retallades (recortes) a diestro y siniestro, porque el pueblo ha vivido de la especulación urbanística y del malgasto público (del cuento, en suma) durante demasiado tiempo.
Corrían rumores sobre las obras... perdón, sobre el destrozo al que están sometiendo al conjunto patrimonial del Cau Ferrat y el Palau Maricel. Decían que el presupuesto del despiece se ha doblado y que las obras se han paralizado, por falta de parné, pero no sé yo si tales noticias son ciertas. Lo que sé es que, visto el percal desde la playa de San Sebastián, se le ponen a uno los pelos de punta al contemplar los andamios y lo que ocultan. Pero ¿qué están haciendo?
Ahora bien, lo que de verdad tenía sobre ascuas a los indígenas era la posible repercusión de la crisis en la Fiesta Mayor. Unos decían que los diables tendrían que desfilar gritando ¡pum! ¡pum! a falta de petardos. Otros, que los fuegos artificiales consistirían en un señor con un megáfono y un aparato de diapositivas, que pasaría el espectáculo de otros años y lo comentaría ante el público reunido. Ya saben: aquí un cohete, aquí una cascada de chispas, aquí una traca, aquí mi señora...
Pero lo que de verdad quitaba el sueño a los indígenas era el asunto del drac.
¿Qué asunto?, pregunté, ajeno a la noticia.
Lo han restaurado. Vete a saber qué han hecho con él, me decían.
No se hablaba de otra cosa.
Dolce far niente
Levantarse, después de una noche de combates fracasados contra el calor y los mosquitos, prepararse el café, lentamente, con parsimonia, desayunar, leer, quizá escribir, haraganear hasta que, hecha la digestión, se toma un bañador, una camiseta, una toalla y se calza dos alpargatas para aparecer, poco después, en la playa, donde se mata el tiempo con las amistades, los parientes, el paisaje humano y largos baños mediterráneos, para después secarse al sol, mantener las conversaciones, despedirse con un hasta luego, regresar a casa, más cansado que otra cosa, ducharse con agua fría, preparar una comida decente, comérsela, lavar los platos y perder el tiempo hasta bien entrada la tarde en alguna ocupación intranscendente, como leer, ver una película en blanco y negro, echarse una siesta, o hacer una y otra cosa en un orden improvisado, antes de desperezarse, afeitarse con calma, seria y gravemente, sin prisas, vestirse de calle, tomar la cámara fotográfica, echarse al pueblo, pasear, verse con los amigos, fotografiar esto o aquello, contemplar el paisaje, incluso el anochecer, llegarse hasta muy lejos y cansarse volviendo, regresar a casa, preparar una cena decente, comérsela, matar el tiempo como antes, aunque podría matarse también yendo al cine o viéndose con los amigos, y al final, inevitablemente, intentar dormir. Eso es todo, ahí es nada.
El método Malinowski
Siempre digo Malinowsky, pero resulta que es Malinowski, y que se escribe así y se pronuncia asá porque es un apellido polaco. Sea como sea, el doctor Malinowski es considerado por muchos como el padre de la antropología contemporánea. Fue el primero en predicar la antropología más allá de la baranda; es decir, más allá de las terrazas donde los empleados y funcionarios de las colonias tomaban el té y contemplaban el cielo azul, el horizonte lleno de palmeras y esos personajes con un hueso en la nariz, que hablaban una jerga incomprensible y que eran sus administrados.
Bronisław Kasper Malinowski, nació en Cracovia en 1884 y murió en los EE.UU. en 1942. Unos le llaman padre y otros refundador de la antropología social, gracias a su método de recogida de datos, que se ha dado en llamar la observación participativa, o participante, que es como se traduce participant observation. El método es simple, en esencia. El antropólogo, que, digan lo que digan, siempre será un turista despistado, se suma a las actividades de los indígenas y luego comenta sus experiencias personales. Se supone que esa implicación en las actividades de la tribu le permite contemplarlas desde un punto de vista más próximo y menos mediado por la propia cultura, y así un antropólogo cualquiera puede entonces relatar sus aventuras de tal manera que coincidan con sus ideas preconcebidas y demostrar así que tenía razón al predicar el funcionalismo, el estructuralismo o lo que le venga en gana.
Esta aproximación al vecino la inventó Malinowski en Nueva Guinea. Como era un súbdito del Imperio Austro-Húngaro y se encontraba en una colonia británica justo cuando estalló la Gran Guerra, tuvo que contentarse con pasar una larga temporada en Papúa, mano sobre mano, sin pegar sello. Allá, muerto de asco, pero con estudios de antropología en el currículum (que había hecho en la London School of Economics), se sumó a los indígenas por hacer algo y matar el aburrimiento, y esa manera de hacer la bautizó como participant observation. Cuando publicó sus relatos, el mundo de los antropólogos se conmocionó y las señoras de bien se escandalizaron muchísimo (y se lo pasaron en grande) leyendo acerca de la vida sexual de los salvajes del noroeste de la Melanesia.
El método Malinowski pasa por científico, pero yo tengo mis reservas. Fíjense en la fotografía y adivinen quién es Malinowski e imaginen qué pensarían los caballeros que lo acompañan a la zambomba. Creo que no me hace falta decir más sobre la observación participativa o participante.
Ahora bien, si muestra usted dudas sobre el método Malinowski en una reunión de antropólogos, se tragará los dientes, aunque sean antropólogos estructuralistas freudianos (que no pueden ver a Malinowski ni en pintura). ¿Por qué? Por dos razones. Una, porque es el santo patrón de los antropólogos. Dos, porque cuestionar el método Malinowski es cuestionar las vacaciones pagadas por la universidad que llevan a los antropólogos a parajes exóticos donde, mientras disfrutan de la playa y el sol, cuestionan el modelo de relaciones de género (hace ya tiempo que dejaron a un lado las relaciones sexuales) descritas por un camarada de la profesión un par de años antes. Por lo tanto, por tótem y por razones obvias, Malinowski no se toca. Punto.
Como ya saben, o deberían saber, la antropología y la etnografía la forman en su mayor parte una secta de cantamañanas y charlatanes de todo tipo, que aseguran que el mundo es un discurso narrativo y que cualquier discurso tiene la misma validez que cualquier otro discurso, mientras sea coherente, dé la razón al antropólogo en cuestión y no demuestre, como suele acontecer, que el tipo dice cosas que no tienen ni pies ni cabeza. Por eso, si usted va por ahí con datos objetivos y estadísticas acerca de cualquier cosa, la mayoría de los antropólogos le dirán de todo menos guapo. El mundo de la antropología contemporánea es un reino reservado a la insensatez y mejor no discutir con insensatos, ya sea sobre Malinowski o ya sea sobre género, una mala traducción del inglés que quiere decir, en español, sexo.
Ahora bien, dicho esto, dígase también esto otro. Es posible que el método Malinowski sea una de las mejores aproximaciones al mundo visto con otros ojos. Quizá sea la única posible. Aunque consista en ser turista, forastero o extraño y dejarse tomar el pelo por los indígenas, ¿qué otro método existe para intentar comprender otras culturas?
Tanto es así que, a pesar del uso que hacen los antropólogos de sus observaciones, el método Malinowski resiste el uso que hacen de él los antropólogos (que ya es decir), los embates teóricos de la post-modernidad y hasta las críticas de un servidor de ustedes que, ya puesto, aplicará el método Malinowski a la fiesta en honor de San Bartolomé que se celebra en la villa de Sitges, comarca del Garraf, que no de Melanesia.
Que sea para bien.
Más información (sobre Malinowski) en:
http://www.luissoravilla.blogspot.com.es/2012/05/las-tribulaciones-del-profesor_3757.html
http://www.luissoravilla.blogspot.com.es/2012/05/las-tribulaciones-del-profesor_954.html
http://www.luissoravilla.blogspot.com.es/2012/05/las-tribulaciones-del-profesor_16.html
http://www.luissoravilla.blogspot.com.es/2012/05/las-tribulaciones-del-profesor.html
Más información (sobre Malinowski) en:
http://www.luissoravilla.blogspot.com.es/2012/05/las-tribulaciones-del-profesor_3757.html
http://www.luissoravilla.blogspot.com.es/2012/05/las-tribulaciones-del-profesor_954.html
http://www.luissoravilla.blogspot.com.es/2012/05/las-tribulaciones-del-profesor_16.html
http://www.luissoravilla.blogspot.com.es/2012/05/las-tribulaciones-del-profesor.html
El campamento base
Quien esto suscribe se plantó en un pisito de la familia en Sitges, que pomposamente bautizó como campamento base, prometiéndose expediciones sin par, ya fueran etnográficas, dedicadas a los festejos en honor de San Bartolomé, o de caza mayor, habiendo tal cantidad de valquirias corriendo por la villa como aseguraban los ojeadores. En esta clase de aventuras, el campamento base es a la vez lugar de solaz, descanso y refugio en tierra extraña, como también de intensas meditaciones y delicados placeres.
Pero, ay, el campamento base hace tiempo que no conoce personas, y uno abre la puerta del piso con aprensión. Teme por las goteras, los depósitos de agua vacíos, las cañerías que no funcionan, una casa llena de bichos, humedades, desgracias sin fin, capaces de amargar las vacaciones al más pintado. El autor manifestó un gran alivio cuando comprobó que los lares del hogar habían velado por esas cuatro paredes desde la última vez que las habitó, y sólo tuvo que pasar el plumero, la escoba y la fregona para poner un poco de orden y asegurar la salubridad imprescindible.
Con tan caseras ocupaciones, había empezado la aventura del método Malinowski.
Ida y vuelta
Quien suscribe ha desaparecido unos días, que ha dedicado a leer menos de lo que hubiera querido, pasear, bañarse en el Mediterráneo, quemarse al sol, aplicar el método Malinowski en las fiestas en honor de San Bartolomé, dormitar siestas, pasar las noches enganchado al ventilador y un largo etcétera que se resume en el dolce far niente que tanto hubiera querido conseguir, ese bello nihilismo estival, ese dejarse llevar que, como dijo Schopenhauer, es lo más cerca que podremos estar jamás de la felicidad. Pero, ay, no hacer nada ¡es tan agotador...!
Ahora, de vuelta, toca ponerse al día. Lavadoras aparte, hay que transcribir las experiencias del viajero en tierras extrañas. Es decir, del turista.
Paciencia, que todo llega.
Una lamentable comparecencia
Cuentan los medios que la comparecencia de los consejeros Mena y Cleries fue, en el mejor de los casos, lamentable. Se trata del asunto del PIRMI, y del desaguisado que se ha producido este agosto cuando han intentado cambiar el sistema de pago de las rentas mínimas de inserción (RMI) de treinta y tantas mil personas. Una colección de cargos públicos procedentes de las aulas de ESADE ha dicho tal cantidad de barbaridades sobre la asistencia social, ha acudido a tal cantidad de tópicos y se ha mostrado tan indiferente, si no directamente hostil, a los problemas de las personas menos favorecidas (otrora llamadas pobres) que uno no sabe si provocan vergüenza ajena, asco o una pura y simple indignación. Si yo fuera alumno de ESADE, o un antiguo alumno, me rasgaría las vestiduras y negaría por tres veces haberme diplomado en esa escuela.
Ya saben: los pobres están de vacaciones todo el año, se gastan el dinero en tonterías, no quieren trabajar porque les sale más a cuenta vivir del cuento, son tramposos y delincuentes, son, evidentemente, inmigrantes (y mujeres) y en definitiva, son pobres porque quieren y no está el patio como para pagar dinero a esos aprovechados, que mejor se gasta uno el dinero de los demás sufragando el fútbol, la televisión pública y paripés con canapés. Y la culpa de que todo esto haya pasado, de que sean tantos inmigrantes y de que haya tanto fraude, de que se haya armado tal follón este mes de agosto, la tienen los asistentes sociales, que son funcionarios, y uno ya sabe que un funcionario es casi, casi, tan malo como un inmigrante.
Dicen los periódicos que ni uno ni otro conseller pudo aportar una sola cifra sobre el volumen de un fraude que anunciaban como masivo. Es más, el señor Mena rompió varias veces el compromiso de confidencialidad anunciando que tal o cual persona había cobrado la RMI, como queriendo decir mira tú por dónde, ése, adónde iremos a parar, y pretendiendo hacer de un árbol (talado hace ya tiempo) un bosque. Con la ley en la mano, podrían denunciarle por hacer públicos esos datos personales, y me extraña que no se pongan a ello.
Tampoco pudieron explicar el porqué del caos, pues parece ser que los cheques nominativos de la RMI se enviaron a las direcciones de un listado... que no estaba actualizado. De ahí tantas personas que no recibieron el cheque. A día 25, todavía no habían cobrado un 20% de los beneficiarios porque el Gobierno ¡había escrito mal su dirección! Etcétera.
¿Por qué hicieron lo que hicieron? Sobre todo ¿por qué lo hicieron tan mal? ¿Qué objetivo perseguían? ¿El fraude? ¿Qué fraude? ¿De qué cifras de fraude estamos hablando? ¿Ninguneó el señor Mena al señor Cleries? ¿Por qué el señor Cleries no defiende a sus funcionarios de las acusaciones que hace e hizo el señor Mena? ¿Cuánto dinero ha costado la broma, la estúpida gestión de este par, este lío inmenso? Nada de esto se respondió. ¿Disculpas? Ni una ni media.
Pese a una oposición débil, a mi entender, ambos caballeros supieron quedar como lo que son. En especial, el señor Mena. Hacía mucho tiempo que no oíamos un discurso tan cínico sobre la pobreza, tan desalmado, tan lamentablemente indigno en una persona que ocupa un cargo público y al que nunca le ha faltado un plato de sopa en la mesa. En cualquier otro país, este tipo dimite por las buenas, por las malas o se va a contar caracoles a Mongolia. Aquí pasa por bueno, con el permiso del jefe y ante la indiferencia del común, que se acostumbra a los canallas con una facilidad que me deja pasmado.
El óvulo pegajoso
La revista Science publica el artículo científico y la prensa de verano anuncia el descubrimiento científico. Los sabios del Imperial College de Londres andaban dándole vueltas a lo que parece una tontería: ¿cómo se engancha el espermatozoide a las paredes del óvulo? Si se supiera cómo, quizá sería posible tratar algunos problemas de fertilidad... o diseñar nuevos anticonceptivos. Curiosidad aparte, pues, es un problema interesante.
Anteriores estudios demostraron que los espermatozoides tienen una proteína en su cabezón que reacciona con unos azúcares que desprende el óvulo. Simplificando, que no es el momento de dar lecciones de química, el espermatozoide se siente atraído por la dulzura del óvulo. Qué bonito, ¿verdad?
Lo que han descubierto ahora es que el óvulo está recubierto de una capa de cierto tipo de azúcar altamente pringoso y pegajoso. Cuando el espermatozoide, atraído por el dulce, da con el óvulo, queda literalmente enganchado a él. Atrapado. Y entonces ya es tarde, y se acabó lo de andar corriéndose la juerga con millones de amigos, arriba y abajo. ¡Fíate de quien te ofrece dulces!
La ciencia ha demostrado algo que ya sospechábamos, que el varón, incluso en su estadio más elemental, se deja engañar por cualquier hembra que le promete cariñitos.
La bacteria del tembleque y el timo de la estampita
Samuelle Riva, un escéptico italiano, ha tenido problemas con una multinacional homeopática, Boiron. Se le ocurrió colgar en su blog, como hago yo ahora, una imagen de uno de los productos de esta empresa y explicar tanto su historia como en qué consiste, cosa que pienso hacer a continuación. Los accionistas de Boiron, picajosos, enviaron una carta al proveedor del espacio del blog italiano donde afirmaban que dos artículos del señor Riva (un escéptico aficionado) eran falsos y difamatorios, tanto de la homeopatía como de la compañía (Boiron) y acusaban al señor Riva de perjudicar notablemente la reputación de la compañía y causarle graves daños. En todo caso, Boiron no quiso (ni podría) demostrar que las afirmaciones del señor Riva fueran falsas, y la broma les ha costado un serio disgusto.
Porque el caso de las amenazas de Boiron ha provocado que mucha gente (yo mismo, por ejemplo) publicitemos el caso en nuestros blogs y hasta el British Medical Journal, quizá una de las más prestigiosas revistas de medicina del mundo, ha tomado cartas en el asunto, poniéndose de parte del señor Riva. ¡Ánimos, señor Riva! Avanti!
El producto que comercializa Boiron como uno de los remedios contra la gripe (o mejor aún, como una de las formas de prevenir la gripe) es el Oscillococcinum. Pero ¿qué es el Oscillococcinum?
De entrada, es una marca registrada por los laboratorios Boiron (Francia). El Oscillococcinum supone unas ventas superiores a los 300 millones de euros al año, es el producto estrella de esta multinacional homeopática. Hablamos, pues, de mucho dinero.
Oscillococcus, de donde viene Oscillococcinum, es el nombre de una (supuesta) bacteria. La bautizó con ese nombre un médico francés, Joseph Roy, que sirvió en el ejército durante la terrible epidemia de gripe española (1918). El señor Roy describió una bacteria que se movía de una manera característica, le daba como un tembleque. Así la bautizó Oscillococcus, el diplococo (la bacteria) que oscila (tiembla).
El señor Roy creía haber visto esa bacteria en enfermos de la gripe, y pronto la asoció a un montón de enfermedades: el eczema, el reumatismo, la tuberculosis, las paperas... ¡hasta el cáncer! Veía bacterias temblorosas por doquier.
¿Cuál era el problema? Que nadie más que él consiguió nunca ver la bacteria del tembleque. Que muchas de las enfermedades que decía que provocaba el tembloroso animalillo las causa en verdad... un virus. Que no existe el Oscillococcus, dígase alto y claro, que era todo un cuento. No hay ningún bacteriólogo serio que admita la existencia del Oscillococcus y su nombre ha desaparecido de los manuales de medicina y veterinaria.
Sin embargo, que una bactería estuviera presente en tantas enfermedades era un caramelo para los homeópatas. Si causaba tantos estragos, ¡también podría curarlos! Se trataba de aislar una bacteria (que no existe) para diluirla en una solución homeopática. ¿Cómo disolver algo que no existe? Tranquilos, ¿desde cuándo ha sido eso un problema para la práctica de la homeopatía?
Roy, metido en el ajo homeopático, arguyó que la bacteria que oscila estaría con toda seguridad alojada en los órganos internos del cairina moschata, pato almizclado, que los cocineros franceses llaman también pato de Berbería, porque el nombre de Berbería queda más bonito en los menús. En 1918 se creía que el pato silvestre propagaba la gripe (¿les suena eso de la gripe aviar?). En vez de hacer un poco de fuagrás con el pato, conseguirían millones de pastillitas que lo iban a curar todo... ¡Qué negocio!
El señor Roy rebautizó el nombre en latín del pato, pues presentó su remedio al mundo como Anas Barbarie, Hepatis et Cordis Extractum. Olé mis güevos, Anas Barbarie, pato de Berbería... De ahí al Oscillococcinum de Boiron sólo queda el paso de la producción industrial... de nada.
¿Cómo se prepara el Oscillococcinum?
Hay que explicar que se utiliza el método Korsakov (200 CK), que fue incorporado a la homeopatía en 1832. Es un método que sustituye al clásico de Hahnemann porque es más rápido, pero quizá no sea tan preciso. Aunque da igual la precisión, ya verán por qué.
El principal ingrediente es un extracto del hígado y del corazón de un pato almizclado, disuelto de tal manera que no quede rastro ni del hígado ni del corazón ni del pato ni nada. Los homeópatas llaman a este ingrediente (¿activo?) Anas Barbariae Hepatis et Cordis Extractum HPUS 200CK, ahí queda eso.
El excipiente (inactivo) está compuesto de un 85% de sacarosa (azúcar común) y un 15% de lactosa (azúcar de la leche).
Se prepara así, tomen nota para hacerlo en casa:
Se llena una botella esterilizada (no importa demasiado el tamaño) con una mezcla de jugo pancreático (sic) y glucosa.
Se coge el pato, se le corta la cabeza, se le saca el hígado y el corazón.
Se echan en la botella 35 g de hígado y 15 g de corazón.
Se deja el potingue en reposo cuarenta días, tiempo en el que se habrán disuelto las tripas del pato.
Se toma un cazo limpio (da igual de qué tamaño) y se llena de agua lo más pura posible (venden agua destilada en el súper).
Se añade una gota del líquido que hay en la botella.
Se sacude el cazo con energía. Los homeópatas dicen que se procede a la sucusión, para dinamizar la mezcla (sic). El fundador de la homeopatía, Hahnemann, lo hacía dando dos golpecitos al cazo con el lomo de una Biblia. Con darle un par de golpes al cazo con la mano ya vale. No muy fuertes.
Se vacía el recipiente. Es decir, se echa el líquido por la pica.
Se vuelve a llenar el recipiente con agua pura. Ya tenemos una disolución 1 CK.
Para llegar a una disolución 200 CK, hay que repetir el proceso doscientas veces: agitar, vaciar y volver a rellenar el cazo con agua pura. Sí, ya sé que es un cansancio, pero ya queda menos.
Doscientas veces más tarde, se utiliza el agua que llena el cazo (pues ya no es más que agua) para empapar las bolitas de azúcar de 5 g. Y ya está.
Se coge el pato, se le corta la cabeza, se le saca el hígado y el corazón.
Se echan en la botella 35 g de hígado y 15 g de corazón.
Se deja el potingue en reposo cuarenta días, tiempo en el que se habrán disuelto las tripas del pato.
Se toma un cazo limpio (da igual de qué tamaño) y se llena de agua lo más pura posible (venden agua destilada en el súper).
Se añade una gota del líquido que hay en la botella.
Se sacude el cazo con energía. Los homeópatas dicen que se procede a la sucusión, para dinamizar la mezcla (sic). El fundador de la homeopatía, Hahnemann, lo hacía dando dos golpecitos al cazo con el lomo de una Biblia. Con darle un par de golpes al cazo con la mano ya vale. No muy fuertes.
Se vacía el recipiente. Es decir, se echa el líquido por la pica.
Se vuelve a llenar el recipiente con agua pura. Ya tenemos una disolución 1 CK.
Para llegar a una disolución 200 CK, hay que repetir el proceso doscientas veces: agitar, vaciar y volver a rellenar el cazo con agua pura. Sí, ya sé que es un cansancio, pero ya queda menos.
Doscientas veces más tarde, se utiliza el agua que llena el cazo (pues ya no es más que agua) para empapar las bolitas de azúcar de 5 g. Y ya está.
Se calcula que el agua de un río en el que se ha bañado un solo pato almizclado (uno solo) contiene del orden de (aproximadamente)
1.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000
más moléculas de pato que cualquiera de estas pastillas, siendo optimistas. Boiron, pues, vende pastillitas de azúcar para prevenir la gripe.
Las instrucciones de Boiron son las siguientes: En período de exposición gripal (de octubre a febrero) conviene tomarse un envase unidosis a la semana. Como pillará la gripe lo mismo, si le toca pillarla, así que le vengan los primeros síntomas se toma otro envase unidosis. Si no se le van los mocos, prueba a tomar un envase cada seis horas, dos o tres veces. Cuando ya esté finalmente griposo, porque si ha pillado la gripe ya puede estar usted tomando azúcar, que no se le irá, tómese un envase unidosis por la mañana y otro por la noche durante tres días. Para entonces, ya se le habrá pasado la gripe, pero usted creerá firmemente haberse curado gracias a la bacteria del tembleque alojada en las tripas de un pato que han sido disueltas en un cazo con agua que se ha lavado doscientas veces.
Una caja de seis pastillas de Oscillococcinum cuesta unos 14 euros en internet, no sé en la farmacia. Cincuenta céntimos el gramo de azúcar. La versión infantil cuesta el doble.
Quizá por eso Boiron ha facturado más de 520 millones de euros en 2010, haya tenido unos beneficios netos de 66,5 millones de euros (¡el 12,7% de la facturación!). Su departamento de I+D es un departamento homeopático, por diluido, pues apenas gasta un 1,5% de su presupuesto en investigar las diferentes formas que pueden tener las pastillitas de azúcar, mientras que una industria farmacéutica de verdad gasta un mínimo del 15 o del 20% en investigación de nuevos fármacos.
¡Valiente estafa!
¡Pobres pobres! (IV)
El Consejo de Trabajo Económico y Social de Cataluña (CTESC) ha redactado un informe sobre la reforma del PIRMI que pone los pelos de punta. Poco más o menos viene a decir que la reforma es tal que exige una norma con rango de ley, y avisa que el coste del nuevo PIRMI sería mucho más elevado que el actual, especialmente en trámites burocráticos. Ahora mismo, el coste total del PIRMI en Cataluña se estima en unos 130 millones de euros. Se incluye la renta mínima de inserción (RMI), que suma entre 13 y 14 millones de euros, y lo demás son costes de personal, cursos de formación, etc. Con la habilísima reforma que se ha puesto en marcha, el coste podría llegar a los 200 millones de euros, disminuyendo la aportación a la RMI. Es decir, costaría más, sería más farragoso y ayudaría a menos gente necesitada. ¡Fabuloso! ¡Esto es ahorrar!
Lo que es peor, la reforma dificulta la reinserción social y laboral de las personas más necesitadas. Así, por ejemplo, una familia tardaría doce meses (¡un año!) en tramitar su expediente para acceder al PIRMI si sigue aplicándose la reforma que defiende el Gobierno de la Generalidad de Cataluña. Ahora, la RMI puede incrementarse un tanto por hijo o familiar a su cargo, y superar el salario mínimo interprofesional (634 euros al mes). Pero recordemos que la media de la RMI es de 420 euros al mes por familia. En todo caso, en julio, una viuda o una madre soltera con siete hijos podría llegar a cobrar casi 900 euros al mes. Pero ahora, en agosto, pasará a cobrar 634, porque, si cobrase una RMI más alta, el PIRMI sería desincentivador. Ah, por cierto, se me olvidaba... Uno de cada cuatro beneficiarios del PIRMI ¡todavía no ha recibido el cheque! Entre estos, la viuda de marras. Desincentivador... ¡Hay que ser cínico o imbécil para esgrimir semejante argumento! Por cierto, es un caso real.
Dejando a un lado el dictamen del CTESC, sobre el que podría hablarse mucho y que no dice nada bueno de la reforma, están los trabajadores sociales y las organizaciones que trabajan con los pobres, ya sean Cáritas, por ejemplo, o los asistentes sociales de cada municipio. Su cabreo es mayúsculo, pues el mensaje que está propagando el Gobierno es que los asistentes sociales no llevaban el control del PIRMI y que por su culpa hay una bolsa de fraude del tamaño del Everest. Si vieran las condiciones de trabajo de los asistentes sociales, y la falta de medios a la que se enfrentan, y luego leyeran con qué desparpajo, cinismo y alevosía se les acusa de tener la culpa de no hacer bien su trabajo... A esto se le llama hacer amigos.
Lo peor del caso es que han desatado una crisis en los sistemas asistenciales que se arrastrará durante meses, y que tendrá un coste (calculan los asistentes sociales) de 50 millones de euros, así, porque los que mandan se creen tan buenos que montan la de Dios es Cristo y luego echan la culpa a los funcionarios... y a los inmigrantes.
En efecto, se trata de echarle las culpas a otro. El muñeco del pim-pam-pum es el inmigrante, cuando no hay funcionarios cerca. Ayer dieron señales de vida los dos consejeros responsables del desaguisado, Mena y Cleries, y se aplicaron con frenesí a esta estrategia de despiste.
El señor Cleries, de Bienestar y Familia, ha pedido disculpas por las molestias causadas (sic). Se opuso a la Ley de Dependencia (hay que recordarlo), pero tiene experiencia en el campo de la asistencia social. Quiero creer que, en el fondo, sospecha que algo ha salido mal. Pero muerto antes que reconocer que se ha equivocado.
En cambio, el que merece que le laven la boca con jabón es el señor Mena, de Empresa y Ocupación, que aparte de peinarse y teñirse el pelo de tal modo que parece que lleve boina, ha demostrado tener una categoría moral... Mejor dicho, ha demostrado no tenerla.
En una entrevista en Catalunya Ràdio (la voz de su amo), el señor Mena se ha puesto las botas. De entrada, como siempre, la culpa la tiene el anterior gobierno. Coincido con el señor Mena en que el anterior gobierno no era, precisamente, el mejor de los gobiernos. Pero, visto lo visto, el gobierno del señor Mena está opositando para superarlo en desgracias. Cargando contra sus adversarios, el señor Mena utiliza como proyectiles a los trabajadores sociales... de otro departamento, Bienestar y Familia. Dice que no hacen su trabajo, que no hacen seguimiento del fraude, que no pegan sello. Bonito.
También culpa a los inmigrantes, ¡cómo no los iba a culpar! Dice que hay 9.000 marroquíes que viven en Marruecos y cobran la RMI que da la Generalidad de Cataluña. ¿Cuántos ha dicho? ¿Nueve mil? Recuerdo que el total de beneficiarios son 34.000. Yo no me creo que sean tantos, pero será mejor escuchar lo que dicen los expertos, y éstos comparten mi opinión. Ni Cáritas ni nadie cree que semejante cifra sea posible, lean los periódicos. Si fuera cierto, además, es muy fácil descubrir a los culpables. Por lo tanto, si quieren castigar a los farsantes, pueden castigarlos sólo a ellos. Entonces ¿por qué castigar a todos? Bah, son pobres.
Los cursos del formación del PIRMI (que dependen del señor Mena) están dotados de presupuesto... pero no se imparten. Ahora mismo, no hay cursos suficientes para cubrir las necesidades del PIRMI, y el Departamento de Empresa y Ocupación, sencillamente, mira hacia otro lado. Si no dan estos cursos, podrán justificar un ahorro, aunque paguen los de siempre, los pobres. Pero el señor Mena acusó a los pobres de vivir como reyes, pues muchos (sic) cobraban más que trabajando, y por eso les está bien embolsarse las ayudas y vivir del cuento.
El caso del PIRMI en Cataluña provoca calenturas y cabreos. En cualquier otra parte del mundo, ya no digo en un país civilizado, el gobierno no se va de rositas después de haber mostrado sus habilidades en la gestión de lo social. En cualquier otra parte del mundo, digo, ruedan cabezas. Pero aquí no dimite nadie. Es más, se vanaglorian de meter mano en uno de los logros del Estado del Bienestar, en el que no creen, que no desean, que quisieran ver desaparecido. Se impone una política neoliberal neoconservadora radical: un adelgazamiento del Estado, una supresión de servicios públicos, una desregularización a gran escala... Además, la imponen personas mediocres, en todos los sentidos, incluído el moral.
Y lo más irritante es ver cómo aplaude el público.
Adéu a la universitat. (L'eclipsi de les humanitats)
Jordi Llovet es (mejor dicho, era) un catedrático de Letras de la Universidad de Barcelona que se retiró en 2008, abrazándose a una prejubilación. Ha publicado hace poco un libro, Adéu a la universitat (Adiós a la universidad), que muchos esperaban con impaciencia y no pocos con cierto temor.
El autor se despide de sus vivencias universitarias, que intenta relatar con sorna e ironía, pero también reflexiona sobre el futuro de la universidad y las humanidades, con extremo pesimismo. En resumen, pinta mal para la institución y para las letras, según el señor Llovet.
La primera mitad del libro se lee inesperadamente bien, y digo inesperadamente porque las autobiografías me inspiran poca confianza. Sin embargo, la biografía de uno mismo es aquí una excusa para plantear problemas que nos afectan a todos, aunque no seamos de letras. En la segunda mitad, el señor Llovet carga contra los acuerdos de Bolonia y mucha pedagogía basada en nuevas tecnologías. Comprendo (muchas veces, comparto) su punto de vista, pero alguien que no pertenezca a la universidad o que le importe ésta bien poco (pongamos por caso, alguien del gobierno), se aburrirá al leer tanta pasión y tanta insistencia en los peligros de Bolonia o internet.
Pero, dicho esto, añado que sus reflexiones merecen ser leídas, y que se leen bien. Fíjense en quién lo dice, porque el señor Llovet es más bien hegeliano y discípulo, dígase así, de la Escuela de Frankfurt, y vérmelas con un hegeliano y no salir corriendo es cosa de mérito. Pero el señor Llovet expone lo que resulta obvio, y reflexiona sobre ello, aunque disguste a más de uno.
Si les interesa saber hacia dónde vamos, léanlo.
El problema irresoluble
Si enfrentamos a los filósofos más famosos de la historia con un problema irresoluble...
Heráclito: Veamos si cambia el problema.
Parménides: No veo que cambie.
Sócrates: Yo más bien os preguntaría cuál es la solución del problema.
Platón: No tengo ni idea.
Aristóteles: Tiene que existir al menos una solución en potencia.
Epicuro: Intentemos resolverlo después de la siesta.
Escuela estoica: El problema seguirá ahí después y no desaparecerá. Hay que resignarse a vivir con el peso de la incógnita.
Escuela cínica: Pues, no me vengas con problemas, que me tapas el sol.
Escuela neoplatónica: Aún así, sigo sin tener ni idea.
San Pablo: Hay que creer en la solución y tener fe.
San Agustín: Dirás que hay que buscar una solución y tener fe.
Santo Tomás de Aquino: A mí se me ocurren unas cuantas vías para intentar resolverlo.
Guillermo de Occam: Sí, pero busquemos la solución más simple.
Bacon: Mejor será buscar un problema análogo y probar con un experimento.
San Tomás Moro: Aunque es posible que la solución sea una utopía.
Maquiavelo: Entonces hay que procurar que otro intente resolverlo, no se vuelva contra nosotros.
Montaigne: Me recuerda esa vez que estuve de viaje...
Pascal: Por si acaso, hay que tener fe, aunque no venga a cuento.
Descartes: ¡Un momento! Ahora que pienso...
Leibniz: Podríamos desmenuzar el problema en una serie de partículas elementales y luego integrarlas.
Spinoza: Sería inútil, porque la sustancia de este problema es que existe; es, pues, real; y ya sabemos que la realidad es causa de sí misma y a la vez de todas las cosas, porque si no existiera la realidad, no podría ser real, y por lo tanto, existe por sí misma. Como lo único que existe por sí mismo es Dios, de ahí deduzco que lo real es Dios, y como lo real es la naturaleza, la naturaleza es lo mismo que Dios, porque sólo Dios existe por sí mismo, y eso quiere decir que Dios y lo que Dios ha hecho, el mundo, y dentro del mundo, este problema, eso, decía, son una y la misma cosa, una realidad indisoluble e idéntica a sí misma. La solución es, pues, Dios.
Hobbes: Menos cuento, y que sea lo que diga el Estado, que para algo está.
Locke: Seamos razonables: tendríamos que aprender a resolver este problema.
Hume: Pero sólo podremos resolverlo si percibimos una solución.
Diderot: Ya os diré yo cuál es la solución... Parbleau! ¡No viene en la Enciclopedia!
D'Alembert: ¡Es cierto, no viene!
Voltaire: Que no cunda el pánico...
Rousseau: Ya decía yo que la sociedad de la Enciclopedia no podía ser buena.
Kant: Seamos prácticos. Una cosa es el problema en sí y otra es la manifestación del problema. Hagamos lo que hay que hacer y ya se resolverá.
Hegel: Es lo que estaba a punto de decir: como el problema parece contradictorio en su manifestación, que no en su esencia, lo mejor será dialogar sobre ello, defender una tesis, la contraria, proceder a una síntesis y avanzar así, históricamente, hacia una unidad de destino que será la solución absoluta de esta cuestión, una vez sublimada su esencia.
La escuela Romántica alemana: Ah, sí, qué emocionante.
Marx: Pronto verías que el problema está alienado de su solución porque ésta se ha apropiado del rendimiento del trabajo de quien lo ha planteado.
Schopenhauer: Lo mejor será no hacer nada.
Nietzsche: Dile a Spinoza que Dios ha muerto y no puede ser la solución.
El primer Wittgenstein: En tal caso, el problema no tiene sentido.
El segundo Wittgenstein: Aunque podría tenerlo si le damos un uso.
Husserl: ¡Eres un fenómeno!
Heidegger: Un uso... ¡Tuvo que ocurrírsele a un judío...!
La Escuela de Frankfurt: En todo caso, es evidente que afirmar que estamos progresando en la resolución de este problema es un mito.
Habermas: Propongo que nos reunamos todos para opinar sobre este asunto y consensuar una solución en la que todos podamos estar de acuerdo.
Derrida: Lo que hay que hacer, más bien, es hacerlo pedacitos y juntarlos luego de cualquier otra manera, por ver qué pasa.
Freud: Pues, yo le veo forma de falo.
Lacan: Yo también, y muy grande.
Foucault: Eso es porque el enunciado de este problema depende de las condiciones en las que se da el discurso que lo define. Así que, Lacan, deja los estupefacientes o te harás daño.
Sartre: ¡Hay que elegir una solución entre tantas posibles...! Me da náuseas.
Lévi-Strauss: ¿Y si probáramos con la estructura del lenguaje del enunciado?
Popper: En todo caso, nunca podremos estar seguros de haber dado con una solución.
La escuela post-moderna: ¿Y si lo enunciáramos del revés?
Heráclito: Veamos si cambia el problema.
Parménides: No veo que cambie.
Sócrates: Yo más bien os preguntaría cuál es la solución del problema.
Platón: No tengo ni idea.
Aristóteles: Tiene que existir al menos una solución en potencia.
Epicuro: Intentemos resolverlo después de la siesta.
Escuela estoica: El problema seguirá ahí después y no desaparecerá. Hay que resignarse a vivir con el peso de la incógnita.
Escuela cínica: Pues, no me vengas con problemas, que me tapas el sol.
Escuela neoplatónica: Aún así, sigo sin tener ni idea.
San Pablo: Hay que creer en la solución y tener fe.
San Agustín: Dirás que hay que buscar una solución y tener fe.
Santo Tomás de Aquino: A mí se me ocurren unas cuantas vías para intentar resolverlo.
Guillermo de Occam: Sí, pero busquemos la solución más simple.
Bacon: Mejor será buscar un problema análogo y probar con un experimento.
San Tomás Moro: Aunque es posible que la solución sea una utopía.
Maquiavelo: Entonces hay que procurar que otro intente resolverlo, no se vuelva contra nosotros.
Montaigne: Me recuerda esa vez que estuve de viaje...
Pascal: Por si acaso, hay que tener fe, aunque no venga a cuento.
Descartes: ¡Un momento! Ahora que pienso...
Leibniz: Podríamos desmenuzar el problema en una serie de partículas elementales y luego integrarlas.
Spinoza: Sería inútil, porque la sustancia de este problema es que existe; es, pues, real; y ya sabemos que la realidad es causa de sí misma y a la vez de todas las cosas, porque si no existiera la realidad, no podría ser real, y por lo tanto, existe por sí misma. Como lo único que existe por sí mismo es Dios, de ahí deduzco que lo real es Dios, y como lo real es la naturaleza, la naturaleza es lo mismo que Dios, porque sólo Dios existe por sí mismo, y eso quiere decir que Dios y lo que Dios ha hecho, el mundo, y dentro del mundo, este problema, eso, decía, son una y la misma cosa, una realidad indisoluble e idéntica a sí misma. La solución es, pues, Dios.
Hobbes: Menos cuento, y que sea lo que diga el Estado, que para algo está.
Locke: Seamos razonables: tendríamos que aprender a resolver este problema.
Hume: Pero sólo podremos resolverlo si percibimos una solución.
Diderot: Ya os diré yo cuál es la solución... Parbleau! ¡No viene en la Enciclopedia!
D'Alembert: ¡Es cierto, no viene!
Voltaire: Que no cunda el pánico...
Rousseau: Ya decía yo que la sociedad de la Enciclopedia no podía ser buena.
Kant: Seamos prácticos. Una cosa es el problema en sí y otra es la manifestación del problema. Hagamos lo que hay que hacer y ya se resolverá.
Hegel: Es lo que estaba a punto de decir: como el problema parece contradictorio en su manifestación, que no en su esencia, lo mejor será dialogar sobre ello, defender una tesis, la contraria, proceder a una síntesis y avanzar así, históricamente, hacia una unidad de destino que será la solución absoluta de esta cuestión, una vez sublimada su esencia.
La escuela Romántica alemana: Ah, sí, qué emocionante.
Marx: Pronto verías que el problema está alienado de su solución porque ésta se ha apropiado del rendimiento del trabajo de quien lo ha planteado.
Schopenhauer: Lo mejor será no hacer nada.
Nietzsche: Dile a Spinoza que Dios ha muerto y no puede ser la solución.
El primer Wittgenstein: En tal caso, el problema no tiene sentido.
El segundo Wittgenstein: Aunque podría tenerlo si le damos un uso.
Husserl: ¡Eres un fenómeno!
Heidegger: Un uso... ¡Tuvo que ocurrírsele a un judío...!
La Escuela de Frankfurt: En todo caso, es evidente que afirmar que estamos progresando en la resolución de este problema es un mito.
Habermas: Propongo que nos reunamos todos para opinar sobre este asunto y consensuar una solución en la que todos podamos estar de acuerdo.
Derrida: Lo que hay que hacer, más bien, es hacerlo pedacitos y juntarlos luego de cualquier otra manera, por ver qué pasa.
Freud: Pues, yo le veo forma de falo.
Lacan: Yo también, y muy grande.
Foucault: Eso es porque el enunciado de este problema depende de las condiciones en las que se da el discurso que lo define. Así que, Lacan, deja los estupefacientes o te harás daño.
Sartre: ¡Hay que elegir una solución entre tantas posibles...! Me da náuseas.
Lévi-Strauss: ¿Y si probáramos con la estructura del lenguaje del enunciado?
Popper: En todo caso, nunca podremos estar seguros de haber dado con una solución.
La escuela post-moderna: ¿Y si lo enunciáramos del revés?
El desconcierto de don Baudilio
Cada año, desde hace cuarenta y tres, se celebra en Prada de Conflent (Francia) la Universitat Catalana d'Estiu (Universidad Catalana de Verano, UCE). No es una universidad, sino un foro de debate donde los de siempre hablan de lo mismo entre sí, y a eso le llaman tanto formación de cuadros nacionales (sic) como contacto con la realidad social, política y cultural de nuestro tiempo. Acuden a este foro, ya digo, los que mandan para escucharse a sí mismos y decirse los unos a los otros qué bien que lo estamos haciendo, y qué bonita nos está quedando nuestra patria. Es, pues, un foro de gran nivel.
Prueba irrefutable del nivel de excelencia intelectual y análisis racional, razonable y crítico de la realidad política del país que alcanza esta universidad es que la lección o ponencia inaugural corrió a cargo de don Baudilio Ruiz, a. Boi Ruiz, a. el de las tijeras, el consejero de Salud, ése que ninguneó las Humanidades, tachándolas de inútiles. Un intelectual de mucha talla, ya ven. Supongo que hizo esa lección echando mano del pogüerpoin, que es lo que se estila.
Fíjense en la enjundia de su discurso, que versaba sobre la política sanitaria (?) en Cataluña. Comenzó preguntándose por qué esa política genera tanto rechazo, y dijo, textualmente: En el Departamento no acabamos de entender el descontento provocado por los recortes.
¿Quiere que se lo explique?
Ah, qué nivel, señoras y señores, ¡qué nivel! Con mentes tan preclaras al mando, no sé adónde iremos a parar.
Los escándalos de las JMJ
Los que se llaman a sí mismo laicos, por ejemplo, hablan de la cantidad de dinero público que nos cuesta el fiestorro de los neo-cumbayás de la JMJ. Unos cincuenta millones de euros, tirando por lo bajo.
Hay que señalar que laico lo es todo el que no esté sujeto a los votos del sacerdocio o de un convento; yo, por ejemplo, soy laico y ellos, la mayoría, también. Quizá defiendan un Estado laico, el que mantiene su independencia de cualquier sistema religioso; es lo propio en un sistema político abierto, de un Estado de Derecho y democrático. Reivindicarlo no es sólo justo, es necesario.
Ahora bien, éstos que se oponen al gasto público de la visita del Obispo de Roma parecen más anticlericales que defensores del laicismo, y no tengo nada que objetar ni censurar, porque el anticlericalismo es un sentimiento muy arraigado en la tradición de los países más católicos (sólo hay que leer a Cervantes o Maquiavelo) y tiene sus razones. Pero censuro, eso sí, el mal uso del diccionario. Un laico no es un comecuras, y esto vale para los dos bandos.
También añado, con ánimos de fastidiar, que el gasto de dinero público que supone el fútbol suma cada año varias visitas de Benito XVI: policías, horarios especiales del transporte público, desórdenes en las calles y plazas por culpa del balompié, celebraciones multitudinarias... Las famosas seis copas del Barça nos costaron bastante más que la visita del Papa. Todo este gasto sin contar los millones que pagan las televisiones públicas (TV3, por ejemplo) por el fútbol; sin considerar, tampoco, el suplicio de la intoxicación futbolera de cada telediario. Imagínense qué tormento para un ateo balompédico como yo mismo mismamente, el tormento, decía, que supone ese rumor constante de balones y analfabetos exaltados.
De los jotaemejotas propiamente dichos poco hay que decir. Me fascinan las monjitas bailando disco y el candor de las jovencitas, que les da un punto de interés del que ya gozaron en sus días don Juan y don Giacomo (Casanova). Lo cierto es que sólo se me ocurre la palabra candor para hablar de ellos (y de ellas), aunque es bien sabido que los adolescentes acuden en masa a estas juergas para ligar entre sí. Se supone que no van más allá del amor platónico, si no hay sacramento de por medio, pero resolver este enigma, si pueden ir más allá o se conformanrán con calenturas, es algo que atrae a muchos.
Un servidor de ustedes, que fue educado en los misterios de la religión por antiguos jesuitas, de ésos que tenían un papa negro y hacían la revolución por su cuenta y riesgo, se lleva las manos a la cabeza cuando escucha los argumentos de presuntos universitarios sobre cuestiones de actualidad. No me escandalizan tanto por lo que creen o dejan de creer (que cada uno crea lo que quiera), sino por la calidad de su argumentación. ¿De verdad que nuestros universitarios no dan para más?
A mí, de verdad, los que me suben la mosca a la nariz son los vaticanistas, vamos a llamarlos así, por llamarlos de alguna manera. Son más papistas que el Papa. Toman algunos canales de televisión y se muestran intolerantes con cualquiera que no sea católico, apostólico, romano y olé. Poco más o menos, cualquiera que se muestre no ya contrario, sino indiferente a la visita del Papa merece la condenación y el fuego eterno, el llanto y crujir de dientes y una severa censura en una tertulia amenizada por exabruptos y discursos paranoicos. Confunden el laicismo con la persecución religiosa y se llevan las manos a la cabeza cuando se legisla el divorcio, pongamos por caso. Bueno, ¡nadie les obliga a divorciarse!
Estos personajes también forman parte de la tradición de los países católicos, tanto como los comecuras. Forman un núcleo de creyentes fanáticos que confunden lo que es del César con lo que es de Dios, siempre a su favor, naturalmente. Sus argumentos no tienen nada de argumentos, porque son superficiales y dogmáticos. Etcétera. Ah, que no se me olvide: ven escándalos por todas partes, porque se mueren de ganas de atar a los que no piensan como ellos a ruedas de molino. Ya saben ustedes quiénes son y no merecen más letras.
Perdón, puede que sí que las merezcan. En Cataluña corre la creencia que este vaticanismo es madrileño, es decir, español, es decir, ajeno a nuestra patria.
¿Ajeno? ¡Vamos, anda allá...! Comenzando por don Jordi Pujol y acabando con el movimiento e-cristians, tanto los movimientos catalanistas como el poder en Cataluña se distinguen por una significativa y definitiva carcunda (véase el diccionario y el origen etimológico de la palabra).
Por eso, no se ha dudado nada en promover un tremendo escándalo que afecta muy especialmente al putañero calvo (a las declaraciones no contestadas de un parlamentario de SI me refiero para clasificarlo como tal), don Josep Antoni Duran i Lleida. Este caballero, dejando a un lado sus prácticas sexuales (muy católicas en el sentido de universales, me atengo al testimonio del diputado antes mencionado), este caballero, decía, es uno de los máximos exponentes de la carcunda ideológica de CiU. Alguno dirá que no es la carcunda de CiU, sino sólo la carcunda de Unió Democràtica de Catalunya (UDC), pero yo responderé que esta carcunda se reparte entre los dos socios del bipartito con generosidad. A las pruebas me remito.
Hablábamos del escándalo que afecta al señor Duran, que él mismo se ha preocupado de anunciar en la prensa. El ínclito señor Duran se ha sentido ninguneado por el arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal, el señor Rouco Varela, pues éste no le ha conseguido una audiencia con el Santo Padre. Quería entrevistarse a solas con él (para explicarle lo que tiene que hacer, supongo), pero el malvado arzobispo madrileño, movido por esa mala leche que gastan en los Madriles, se lo ha impedido.
Con un cabreo de padre y señor mío, el señor Duran ha acudido a la prensa para exponer la humillación a la que ha sido sometido. Poco caso le han hecho en los papeles, pues la queja se publica apenas como una nota al pie de página. En TV3, sin embargo, responden a la voz de su amo y el insulto aparece en los titulares. Aunque, todo sea dicho, los periodistas estaban muchísimo más interesados en un personaje que contribuye al espectáculo futbolístico metiéndole el dedo en el ojo a uno que pasaba por allí, al que luego ha acusado de nenaza en rueda de prensa. Como ese gesto es fútbol en estado puro, el señor Duran ya puede quejarse en arameo, si quiere, que su santo martirio no resaltará por encima del gesto de ese tal Mourinho, que es más listo que el hambre cuando se trata de llamar la atención.
Así, pues, chincha y rabia, Duran, porque suma el escándalo del ninguneo al escándalo de que nadie te hace caso... si no es para tomarte el pelo. Ahora bien, puedes probar a ver si uno del PSC te mete el dedo en el ojo, o se lo metes tú a él, que seguro que funciona si quieres chupar cámara.
«Fascisti? Tutti!»
Giovanni Agnelli fundó la FIAT en 1899. Hijo de agricultores con tierras y posibilidades, nadie esperaba una cosa así, pero creó en pocos años un imperio del automóvil, una fortuna inmensa, una saga familiar digna de un novelón de Dumas y tanto poder que chasqueaba los dedos y acudían los ministros para ver qué quería. Sin embargo, en los años veinte, el fascismo italiano se había hecho con el poder, y Mussolini se había convertido en el primer ministro.
La historia de Agnelli y Mussolini daría para mucho, porque, sabiendo lo que sé, no creo que se llevaran muy bien. Eso sí, chanchullos, mangoneos, trampas, sobornos, lo que les venga en gana, a porrillo y alguno más. Agnelli temía una nacionalización de la FIAT, pero también se beneficiaba (y mucho) de los planes de expansión colonial y militar del Duce. Mussolini, por su parte, sabía que la oposición de Agnelli sería una pesadilla y un inconveniente muy serio para su poder político, pero se beneficiaba de los éxitos de la FIAT y de sus ingenieros, que publicitaba como propios del Estado Fascista, a falta de nada mejor.
En la fotografía (que publica en internet el Centro Documentale Lampi Neri), se ve Mussolini recién llegado al poder tras la marcha sobre Roma, en 1923. Justo entonces, el fascismo necesitaba como nunca el soporte, al menos la neutralidad o la indiferencia, de los empresarios italianos. Mussolini es el caballero del sombrero de copa, y más de uno de ustedes se sorprenderá al verlo así vestido. Agnelli, a su lado, lleva un bombín. En la otra fotografía, se ve cómo llegan ambos a la fábrica, mientras los trabajadores reciben a los dos tiranos con uniforme, como en un desfile. El auto es un FIAT, por supuesto, no podía ser de otra manera.
Se cuenta una anécdota de esta visita. Mientras visitaban la fábrica (entonces la más moderna de Europa), Mussolini preguntó por la orientación política de los trabajadores de la FIAT. Agnelli se lo pensó dos veces antes de responder: Excelencia: Un tercio son comunistas. Otro tercio, socialistas. El resto, anarquistas. Mussolini se picó. ¿Y fascistas? ¿No hay fascistas?, preguntó irritado. Agnelli, muy serio, respondió: ¿Fascistas? ¡Todos!
La historieta me parece muy divertida, y abierta a toda clase de interpretaciones. En Italia la cuentan como un chiste. ¡Bien pudiera ser cierta! En todo caso, resume muy bien a los dos personajes.
¡Pobres pobres! (III)
Según los especialistas en este asunto, a ellos me remito, la bolsa de fraude en el PIRMI catalán no supera el 5%, como muchísimo. De hecho, según el propio Departamento de Bienestar y Familia, el fraude se aproxima (pero no llega) al 2%. El propio funcionamiento del PIRMI, que establece controles y un seguimiento personalizado, dificulta el fraude y no son pocos los posibles beneficiarios que no optan al PIRMI por evitar este seguimiento. Y de repente, de un día al siguiente, el primero de agosto los 110.000 pobres de necesidad que dependen del programa son sospechosos de fraude. Vaya por Dios. ¿Cómo ha sido eso?
El Gobierno de la Generalidad de Cataluña ha querido mostrar, una vez más, la dureza y la inflexibilidad en su lucha contra el fraude y el malgasto en la Administración Pública que hacen los pobres (especialmente, los pobres que no son del país, que son los peores), lucha de la que hacen tanta gala y propaganda mientra el pueblo jalea y aplaude. Si no, ¿de qué iba a presumir?
Como ya saben, sin previo aviso, han cambiado el sistema de pago de la renta mínima de inserción (RMI), que pasa a cobrarse en agosto con un cheque nominativo que se envía por correo certificado. Además, se citan a veinte mil beneficiarios para que se presenten en las oficinas de Bienestar y Familia para justificar su situación en menos de diez días o se quedan sin PIRMI.
Problema: A mitad de agosto, más de un tercio de los beneficiarios todavía no han visto el cheque.
Problema: Diez mil beneficiarios no habían recibido el aviso para presentarse a las oficinas cuando ya había acabado el plazo para que pudieran hacerlo. Cinco mil ya han sido expulsados del PIRMI, mientras se prorroga el plazo para atender a éstos y a otros diez mil, que ésos sí que han podido presentarse en las oficinas de Bienestar y Familia. Pero vamos de Guatemala a Guatepeor: las oficinas están colapsadas porque existe otro...
Problema: En la sede de Bienestar y Familia sólo pueden atenderse sesenta o setenta casos o reclamaciones relacionadas con la PIRMI al día, porque el personal está de vacaciones. Hagan cuentas.
Problema: El coste de tantos correos certificados arriba y abajo y de tantas gestiones inútiles se estima en poco más de un millón de euros. Nada, lo justo para pagar dos mil quinientas RMI (de treinta y pico mil que se pagan).
Etcétera.
¿Y qué ocurre? Nada, qué va a ocurrir.
De entrada, el señor Colet, secretario general de guardia, hizo unas declaraciones sobre los pobres que tiraban p'atrás, dichas con una ignorancia y una falta de respeto espeluznantes. Como hacen vacaciones todo el año, dijo... Al día siguiente, insistió en ello, en la radio. ¿Han metido la pata cambiando el sistema de pago? ¿Por qué no atendían a los consejos de los especialistas? ¿Por qué no avisaron a los beneficiarios de los posibles retrasos? ¿Nadie piensa admitir que erró, que calculó mal, que se equivocó, que metió la pata, incluso que pudo haberlo hecho mejor?
Nadie. La consigna es sencilla. El caos del PIRMI ha sido una estrategia refinadísima para luchar contra el fraude (abuso, dice el presidente Mas, por evitar polémicas y escurrir el bulto). Se añaden comentarios del estilo siguiente: los beneficiarios no tienen por qué quejarse; no pasa nada por cobrar con un poco de retraso; si hubiesen cumplido con lo que se les pide, ahora no estarían así; etcétera. Por si acaso no se han dado argumentos suficientes, se apela a un clásico: los beneficiarios no son catalanes y envían todo ese dinero al extranjero o fuera de Cataluña, y no se sabe cuál de las dos cosas es peor. Como si quieren comprarse piruletas. Allá cada uno con su dinero, ¿no?
El presidente Mas, en una improvisada declaración en su visita (privada) a las fiestas del barrio de Gràcia, Barcelona, ha dicho que todo el asunto del PIRMI tiene una explicación clarísima. Veámosla. Ahora hay menos dinero, dice. Ah, bien. Prosigue diciendo que hay que preservar el dinero que hay para que se gaste bien y sobre todo que llegue a las personas que realmente lo necesitan. ¿Nos da a entender que hay mucho espabilado acogido al PIRMI que realmente no lo necesita? Y los asistentes sociales, sin darse cuenta. ¡Así nos luce el peluquín!
Eso sí, también declara que nadie puede decir que no hemos tenido sensibilidad. No, no, qué va, nadie... Pero afirma lo siguiente: O actuábamos para intentar romper el abuso, o si no en octubre no podría cobrar prácticamente nadie, y hay mucha gente que lo necesita. En otras palabras, tenían que inventarse algo para sacarse de encima algunos beneficiarios del PIRMI o se quedaban sin subvenciones para la ópera.
De todos modos, se explica un poco mejor. Copio: Nuestra teoría es que con el RMI [dice así, erre eme i, como si todo el mundo supiera de qué va el asunto], si no hacemos lo que estamos haciendo, que es intentar evitar que haya un abuso [evita la palabra fraude, otra vez, que da mal fario], lo que pasará dentro de pocas semanas es que aquellos que realmente lo necesitan no podrán cobrar, porque se habrá acabado el dinero de esta partida, y para que esto no ocurra, tenemos que procurar que aquellas personas que no se pueden acoger al programa porque no reúnen los requisitos, no lo cobren, porque así lo puedan seguir cobrando los que realmente lo necesitan. Gran oratoria, por cierto, especialmente al final. La parte contratante de la primera parte y tal y cual.
Pero él insiste, sembrando dudas y culpables. Así, está seguro de demostrar que el follón descubrirá que un porcentaje significativo de beneficiarios abusa del sistema porque viven fuera de Cataluña, incluso fuera de España. Caramba. Eso explica el gasto en desplazamientos de los asistentes sociales, que tienen que visitar a estas familias periódicamente para comprobar que cumplen con el programa. ¡Ahora me lo explico! De hecho, ya ven, la culpa siempre la tienen los de fuera o los funcionarios, o ambos a la vez. Los peores son los funcionarios que no son catalanes; ésos sí que son mala gente.
Puestos a combatir el fraude con tantos ánimos, me gustaría que se aplicara la misma medicina a los ricos. ¿Sabían ustedes que los asalariados y los pensionistas catalanes declaran a Hacienda más ingresos anuales por persona que los empresarios o los que viven de una profesión liberal en Cataluña? Eso es fraude y lo demás, cuentos.
Quien con negros pernocta, dimitido alborea
El asunto de los ediles de Plataforma per Catalunya en Salt (Gerona) tiene cuerda para rato. Como ya dije, la señora Martínez se enfadó con los compañeros de su partido cuando éstos quisieron ver los papeles de su novio, que es del Camerún y además, negro. Dieron a entender, que el tipo en cuestión podría ser un inmigrante clandestino. También, que el matrimonio que se estaba gestando entre la señora Martínez y su novio parecía un matrimonio de conveniencia más que la sublimación del amor. La señora Martínez, evidentemente, no sostiene la misma opinión. Lo suyo es amor y lo demás, mala fe. Por una vez hizo algo digno: dimitir.
El asunto no ha terminado, ni mucho menos. La señora Martínez ha dimitido de su militancia en Plataforma per Catalunya y amenaza con denunciar, si no ha denunciado ya, a sus antiguos compañeros de partido, por diversas perrerías. A su vez, Plataforma per Catalunya amenaza con denunciar, si no ha denunciado ya, a la señora Martínez, por injurias y calumnias. No ha sido una ruptura amable.
Pero uno no puede dejar de preguntarse cómo es posible que alguien en la situación marital de la señora Martínez, enfermera diplomada, además, se apunte a un partido racista y ultraderechista. Es un misterio que sólo admite dos explicaciones: o la señora Martínez es tonta o es una oportunista que se suma a un bombardeo con tal de sentarse en el Ayuntamiento. Y no sé cuál de las dos cosas es peor, ya puestos.
En cualquier caso, el comportamiento de los demás militantes de Plataforma per Catalunya, es pérfido y enfermizo. Según cuenta la señora Martínez, y perdonen ustedes la expresión, le dijeron (cito textualmente): Pero mira que eres guarra... ¿Cómo puedes acostarte con un negro? Sobran los comentarios.
Veamos qué cuenta la señora Martínez, y que cada uno piense lo que quiera. Según sus propias palabras, (copio de una entrevista en El País), Ellos me dijeron que querían mejorar Salt con menos inmigración, menos delincuencia, menos drogas... Tengo cincuenta y dos años y no había votado nunca. Yo quería mejorar la situación en Salt, luchar contra la delincuencia, pero no contra la gente de a pie que viene aquí a trabajar.
El periodista no le preguntó: Pero, mujer, ¿no sabía dónde se metía? Lástima.
Al principio, la señora Martínez dijo que abandonaba su escaño en el pleno municipal. Amanece y ya se lo ha pensado dos veces. Hoy dice que no, que pasará a formar parte del grupo mixto, donde compartirá un escaño con el señor Bonet, que era, ya no es, el candidato a alcalde del partido.
Porque el señor Bonet también ha dimitido de militancia plataformista por Cataluña. Antes de que me echen, ha declarado. Se siente decepcionado con los dirigentes del partido y no comparte sus ideales, ha dicho. ¿Quiere decir que se presentaba para alcalde sin conocer los ideales, quizá las ideas, del partido que le aupaba? Caramba, es bueno saberlo. El señor Bonet ha añadido que en el partido hay algunos nazis. ¡Bravo! ¡Otro que descubre las Américas...! El señor Bonet, pues, deja de ejercer de representante municipal de Plataforma per Catalunya, pero no deja la silla en el pleno municipal ni que lo maten.
No tendría que extrañarnos que el señor Bonet no comparta los ideales de Plataforma per Catalunya. Pueden tomar esta frase como una ironía, si quieren, porque el señor Bonet se inició en la política participando activamente en grupos catalanistas independentistas minoritarios y radicales, que abundan en Gerona, que adornan las insignias que los identifican con estrellas rojas, hoces, martillos y puños cerrados sobre fondos cuatribarrados. Es, pues, plenamente coherente que el señor Bonet se apunte a un partido que defiende la identidad racial, cristiana e indoeuropea del catalán de debó, que se sume a una ideología que combate la presencia en las calles de cualquier otra cultura que no sea la catalana... supongo, no sé.
El caso es que el señor Bonet también es homosexual. Como si quiere ser papirofléxico, filatélico o croprófago, qué más da. Ni nos va ni nos viene, nos importa más bien poco; nada, la verdad; pero resulta que su pareja es un mulato de la República Dominicana. Como si quiere ser de la China, me dirán, pero ¿qué hacía el señor Bonet en Plataforma per Catalunya? Si yo fuera homosexual y mi novio fuera negro, incluso blanco y ario, creo que el último partido político que escogería para ejercer como político es precisamente Plataforma per Catalunya. Vamos, digo yo.
De estos dos personajes, el señor Bonet y la señora Martínez, puede decirse que ellos se lo guisan y ellos se lo comen, aunque el plato, al final, les resulte indigesto. O son dos caraduras que se han apuntado al carro del primer partido que podía asegurarles un escaño municipal o son obviamente idiotas. Quizá ambas cosas, simultáneamente.
Imagínense los estragos que podrían hacer estos dos en la administración de un municipio del tamaño de Salt, dos personas tan perspicaces, inteligentes y hábiles como éstas, dos personas que escogen con tanto acierto el partido que mejor representa su manera de vivir y de pensar. Luego se preguntan por qué los ayuntamientos tienen deudas. Porque como éstos, así, así, oigan, los que quieran.
Sin embargo, a río revuelto, ganancia de pescadores. El alcalde de Salt, el señor Torremadé, está a dos escaños de la mayoría absoluta. Así que ha saltado el caso de la afición sexual de dos de los tres ediles de Plataforma per Catalunya, se ha puesto la mar de contento. Le ha faltado tiempo al señor Torremadé para reunirse con los dimisionarios y convencerlos para que no dejen el escaño en manos de Plataforma per Catalunya, sino que permanezcan en él y se apunten al grupo mixto. Así, conseguirá dos tránsfugas que le asegurarán hacer lo que le venga en gana, con permiso del pleno.
Parece que el señor Torremadé ha tenido éxito en su empresa y que tanto el señor Bonet como la señora Martínez se han sumado al carro de la política convergente. Si me permiten tirar con bala y con mala idea, CiU también esgrime banderas, defiende la integración (entendida como un todos como yo) y se inventó eso del contrato del inmigrante. No ve d'un pam, dice el refrán. Pero si volvemos por un momento a la seriedad con que merecen ser vistos estos acontecimientos, la conclusión sería tan lamentable que, qué quieren que les diga, prefiero echarme unas risas.
Puestos a perder dinero...
El déficit de los clubes de fútbol en España superó los 3.444 millones de euros en 2010, según un estudio de la Universidad de Barcelona. La mitad, un poco menos, es deuda a corto plazo, que tendrá que satisfacerse antes de que acabe 2011. Si no, la deuda se incrementará con cuantiosos intereses. Los fondos propios y la autofinanciación de los clubes sólo dan para cubrir el 9% de tanta deuda; lo demás tiene que negociarse con los bancos.
Como los activos de los clubes suman más de 3.700 millones de euros, se concluye que los clubes de fútbol españoles deben un 91% de todo lo que poseen. Es más, la diferencia entre lo que ingresan y lo que gastan los clubes de fútbol nos dice que los clubes de primera división pierden, a ojo, 300 millones de euros cada año.
Los dos clubes de fútbol que deben más dinero son el Real Madrid y el Atlético de Madrid, con más de 500 millones de euros de deuda cada uno. El Barça no anda lejos, pues casi llega a los 500 millones. Se da el caso que el club de fútbol con más capacidad de autofinanciarse es el Real Madrid (179 millones de euros), diez veces más alta que la capacidad autofinanciera del Barça. Del resto, mejor no hablar.
Del total de la deuda, los clubes deben a Hacienda más de 600 millones de euros.
Fíjense que pierden lo que pierden habiéndose forrado con la especulación urbanística. Entre 2005 y 2010, los clubes de fútbol españoles ingresaron más de 1.000 millones de euros con la recalificación y venta de los terrenos de sus instalaciones deportivas. Pero ahora les queda poco patrimonio que vender.
Dice el estudio que sólo se salvan de la ruina el Barça y el Real Madrid, de aquella manera. El resto de clubes de fútbol están en una situación... ¿precaria? Eso es decir poco.
Por lo visto, los clubes tendrán que haber normalizado su situación financiera en 2013, y los que sigan acumulando deudas en 2014... Pues, no sé que harán con ellos, porque a este paso serán prácticamente todos y mejor será fundar la Liga de Macramé Profesional. La cosa está muy mal, y hasta ahora siempre había salido el Gobierno de España a poner la pasta. ¿Será de nuevo así?
Con la que está cayendo y seguro que alguno querrá invertir el caudal público en la promoción de clubes privados de balompié. De verdad que hay días que me gustaría ser ciudadano de Nueva Zelanda.
La alegría de la huerta
Es una desgracia que las pseudomedicinas se publiciten como naturales. La homeopatía, la quiropráctica, la acupuntura, las flores de Bach, el chinchansú o cómo se llame el remedio chino ése de las líneas de energía y tal, que tiene de chino lo que yo, etcétera, son tan naturales como la aspirina Bayer (marca registrada). Un crítico de estas prácticas de magos y estafadores se permitió decir que, hoy en día, natural es cualquier cosa que no se ha podido demostrar científicamente que funciona, pero no se atrevió a añadir (aunque algunos lo hacen) que también puede ser peligrosa. Es una pena, porque un adjetivo tan bonito no merece tan mala suerte.
Hablábamos de la aspirina (marca registrada), que es el ácido acetilsalicílico. Lo de salicílico viene de sauce, pues en la corteza de este árbol se haya presente esta sustancia. Los laboratorios alemanes lograron sintetizar el producto y crearon el analgésico más famoso del mundo, el medicamento sobre el que existe más literatura científica. Sin embargo, cabe añadir que si a usted le duele la cabeza, o si sigue un tratamiento a base de ácido acetilsalicílico contra alguna cardiopatía, será mejor que acuda a una aspirina que a un sauce. Por varias razones. Una de ellas, la dosis. Es muy difícil acertar con la dosis necesaria sin sintetizar el principio activo. Otra de ellas, los efectos secundarios, pues en la corteza del sauce hay muchas más cosas que elementos salicílicos.
Sin embargo, usted puede echar mano de la miel para aclarar la garganta, puede dejar una cebolla partida en dos durante la noche, en su dormitorio, para combatir la tos, o tomarse una tila para tranquilizarse un poco, o un café para animarse. Son recursos naturales (llamémoslos así) para sobrellevar pequeñas molestias. La medicina los conoce y reconoce hace mucho tiempo. Pero, advierte, vaya usted con cuidado con los efectos secundarios.
Una de las pistas que nos ayuda a discernir entre una falsa medicina y la medicina de verdad es que la falsa medicina rara vez presenta efectos secundarios, porque es natural. En cambio, lean ustedes el prospecto de un medicamento y se les pasará las ganas de tomárselo.
Aunque el daño que la acupuntura y la quiropráctica pueden producir en un paciente está ampliamente documentado (incluso por los mismos practicantes de estas terapias), a usted le venderán una práctica completamente inofensiva. Piense un poco: si le clavan agujas y le tuercen la columna vertebral, pueden acabar pinzándole un nervio, por ejemplo, y no sería la primera vez.
El caso de la homeopatía es más cómico (no se me ocurre otra definición mejor). Si el producto es realmente homeopático, existe una probabilidad de uno entre billones y billones y billones de encontrar una sola molécula (una, no más) de un principio presuntamente activo (ésta es otra) en un litro de producto homeopático. Serán los excipientes (agua, alcohol, azúcar) los únicos que podrán tener efectos adversos (de hecho, algún efecto cualquiera) sobre el paciente. Tal es así, que la legislación permite que se venda un producto homeopático si demuestra que no tiene ningún efecto sobre el paciente. Como les cuento. De ahí el negocio de la homeopatía: vende agua de colorines a precio de oro, y así viven de bien las multinacionales homeopáticas, Heel o Boiron, pongamos por caso.
Todo esto para ilustrar un caso que ha tenido lugar en los herbolarios, donde le venden a usted hojas y raíces para curar tal enfermedad o aliviar tales síntomas. Los médicos se hartan de decir que algunas hierbas pueden aliviar algunos síntomas, pero hay que ir con cuidado con los efectos secundarios. Las hierbas no son tan inofensivas como el herbolario pretende hacernos creer.
El caso que ha aparecido en los periódicos es el de un producto llamado Libidus, que también se vende como Libidus for woman. El producto en cuestión se vendía casi todo por internet. Consiste en una mezcla de plantas afrodisíacas para ponerse a tono. Se supone que uno toma el Libidus éste y se pone a cien. Dicen que combate la disfunción eréctil, por ejemplo, y que tomarlo y venirle a uno ganas de llevársela al huerto era todo una.
Pero, ah, amigos, Libidus y Libidus for woman contenía una cosa que se llama sildenafilo.
Problema: el etiquetado de Libidus y Libidus for woman no informaba de la presencia del sildenafilo. Otro problema: si el producto contiene sildenafilo, es un medicamento. Por lo tanto, tiene que pasar por todos los controles por los que pasa un medicamento y sólo podrá venderse en farmacias. Mal asunto. El Libidus es retirado del mercado y con él, 118 productos naturales más, que se vendían sin autorización en herbolarios y demás, que contenían productos que merecían un control médico, por sus efectos secundarios o nocivos. De vez en cuando, el ministerio hace estas cosas y siempre los productores de remedios naturales vuelven a las andadas. Es recurrente.
Ahora copiaré, porque tengo que explicarles por qué es malo el sildenafilo que aparece en esa mezcla de productos naturales.
Del sildenafilo sale el hidroxihomotiosildenafilo, que es un inhibidor selectivo de la fosfodiestrasa 5 (PDE5). En pocas palabras, incrementa el flujo sanguíneo del pene y le pone a usted la pilila como un obús. Pero si usted sufre o ha sufrido un infarto agudo de miocardio, una angina inestable o una angina de esfuerzo, algún tipo de insuficiencia cardiaca, arritmias incontroladas, hipotensión o hipertensión arterial no controlada, ictus o ha tenido antecedentes de neuropatía óptica isquémica anterior no arterítica (caramba), mejor que no pruebe el sildenafilo, porque en vez de empalmarla, podría palmarla.
El sildenafilo, además, va por el mundo con muy mala idea. Le da por combinarse con otros medicamentos y organizar la de Dios es Cristo en el organismo de usted. Además, podría provocarle cefaleas, mareos, dispepsia, dolor abdominal, congestión nasal, mialgias, dolor de espalda, urticarias y otras reacciones de hipersensibilidad, erupciones exantemáticas, erupciones cutáneas, dermatitis, alteraciones oculares y visuales y qué sé yo. Es decir que, por darle a la matraca, podría salir escaldado.
No digo que el sildenafilo sea malo, no lo dice nadie. Lo único que se dice es que su presencia en ese producto natural exige que éste se administre bajo un control médico. El producto en sí mismo, además, ha de pasar suficientes controles como para asegurar que la dosis de sildenafilo en cada caso es una y determinada, con un margen de error aceptable, y que el beneficio de su administración compensa el riesgo que supone.
El sildenafilo es el componente básico de la Viagra (marca registrada).