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Oferta de empleo

El mercado de trabajo está fatal, pero de vez en cuando salen ofertas que son verdaderos caramelos. La última, por ejemplo, es la oferta de Cheuk Nang Holdings. Su propietario, un multimillonario de Hong Kong, el señor don Cecil Chao, ofrece algo más de cincuenta millones de euros y un cargo directivo en su empresa. El candidato, eso sí, tiene que ser (cito) generoso y de buen corazón. Lo demás, no importa, mientras el candidato logre enamorar a la hija del señor Chao, Gigi Chao, y casarse con ella. Tal cual.


Aquí hay gato encerrado, exclama uno, y vaya gato. La señorita Chao, Gigi, es arquitecta por la Universidad de Manchester y ha vivido muchos años en Europa. Tiene mundo, es guapa, bonita e inteligente. Suma treinta y tres años y ya es una alta directiva en la empresa de papá, que gana más dinero que pesa. La oferta mejora por momentos, pero sigue sin asomar el gato.

Lo que asoma es la competencia. La señorita Chao, Gigi, no se siente ofendida por la oferta de su papá, sino más bien divertida, aunque la oferta de su papá haya provocado que muchísima gente quiera declararse amigo de la dama en su cuenta de feisbuc (pronúnciese facebook) o charlar con ella en el tuiter (pronúnciese a discreción). Recibe proposiciones de banqueros, sinvergüenzas o solterones de los cinco continentes; le envían fotografías, unas decentes y otras, la verdad, como para echarse hacia atrás; le ofrecen amor, amistad, comprensión y también habilidades sexuales que jamás hubiéramos sospechado en los seres humanos.

El gato asoma cuando conocemos la biografía de Gigi Chao, que se ha cepillado a todo lo que se le ha puesto por delante y que al final ha sentado cabeza casándose por lo civil con su novia de toda la vida el pasado mes de abril, en París. Han leído bien, su novia, porque Gigi, antes señorita Chao, aunque ha probado aquí y allá, se ha manifestado finalmente lesbiana y dice que no concibe a nadie mejor que su mujer para compartir el resto de sus días.

El anuncio ha dejado desolada a la mamá de Gigi y su papá, don Cecil, anuncia a los cuatro vientos que la boda de su hija en París ha sido una fantochada, una travesura, una tontería que no tiene validez alguna, y para recuperarla ofrece esos cincuenta y tantos millones de euros y un puesto en la empresa, para ir tirando.

Los periódicos anuncian tan singular oferta, cómo no, pero en Hong Kong también se debate sobre la homosexualidad, que es tabú en China. El caso de la señorita, antes señorita, perdón, Chao traerá cola en Asia y una decepción en mi campaña de promoción personal y profesional. Lástima.

Un antes y un después




Aquí tenemos las fotografías publicadas en prensa del encuentro entre don Mariano Rajoy, presidente del Gobierno de España, y don Artur Mas, presidente de la Generalidad de Cataluña. Don Artur Mas visitaba el Palacio de la Moncloa y don Mariano Rajoy salía a recibirle a la puerta, tendiéndole la mano.

La primera foto corresponde al encuentro que mantuvieron ambos personajes el pasado mes de febrero. La segunda, al que mantuvieron este septiembre, hace unos días. En la primera fotografía, don Artur parece contento y efusivo, y don Mariano responde al saludo con agradecimiento. Don Mariano baja unos escalones para recibir a don Artur y éste se adelanta para responder al saludo. Son dos amigos encantados de verse después de una larga separación. En la segunda fotografía, en cambio, es don Mariano el que lleva la iniciativa en el gesto, que quiere parecer cordial, mientras don Artur da la mano con poco disimulado fastidio. Don Mariano no ha bajado a recibirlo y don Artur da la mano por compromiso, después de haber superado media docena de escalones cuesta arriba.

Vengan ahora dos fotografías más. Después de darse la mano, ambos personajes se dejan retratar en lo alto de la escalera, antes de entrar en el palacio para hablar de sus cosas. En la primera fotografía, don Artur hace bromas con la prensa y don Mariano le ríe las gracias; en la segunda, don Mariano hace los cumplidos pero don Artur pone cara de pasar un mal trago o sufrir de acidez de estómago.



Queda claro, pues, que don Artur ha cambiado en unos meses algo más que el color del traje o el nudo de la corbata; don Mariano, aunque algo menos aplicado en el segundo encuentro, parece el mismo. Buscar las diferencias entre ambos encuentros será un trabajo arduo y difícil, con tanto ruido de fondo.

En la gestión de la res publica, nada ha cambiado sustancialmente. Uno y otro no han variado su política, siguen haciendo lo mismo. Exactamente lo mismo uno y otro, exactamente lo mismo antes y después.

Durante meses, antes de las fotografías e incluso después, Convergència i Unió (CiU) es aliada del Gobierno de España en el Congreso de los Diputados y el Senado. Las leyes que afectan a la reforma laboral, a la privatización de empresas públicas, a las reducciones de las prestaciones por desempleo, al (re)pago por receta, etc., han sido todas aprobadas con el beneplácito y la aquiescencia de CiU, que en todos estos casos presentó mociones para que fueran todavía más drásticas. En las cámaras de representantes españolas hay, pues, acuerdo en todo.

En la cámara catalana, el (mal) gobierno de don Artur ha durado dos años gracias al apoyo parlamentario del Partido Popular, PP, el partido de don Mariano. En todo este tiempo, el gobierno que preside don Artur ha ido más allá que el Gobierno de España en su política de recortes económicos, políticos y sociales. Los catalanes sufren en sus propias carnes un proceso de desmantelamiento de la sanidad pública, un claro empeoramiento de la educación pública, un deterioro evidente de los servicios sociales, un (re)pago sanitario añadido al español, un varapalo a los empleados públicos que supera los recortes del empleo público del Estado... superior al que sufren los demás españoles, una política agresiva que se ha decidido en Barcelona, no en Madrid.

Por eso puede afirmarse sin rubor que la gestión de lo público del Gobierno de la Generalidad de Cataluña se sitúa, en la práctica, más a la derecha, mucho más a la derecha, que la del gobierno del Partido Popular en España, que ya es decir, aunque tiene que añadirse, inmediatamente, que en todas estas medidas ha contado con el apoyo incondicional del PP. Es como si en Cataluña mandara el Tea Party apoyado por Angela Merkel. En España, lo mismo pero al revés.

Si ambos dirigentes están encantados de conocerse, gestionan lo público de manera similar, se apoyan mutuamente durante años... ¿qué ha cambiado?

Que lo diga Kipper Williams, humorista de la sección de Economía de The Guardian, que el 24 de julio de 2012 publicó este chiste, que no tiene ninguna gracia.


¿Cataluña está acabada? Es el parecer de Europa, una vez se descubre que la deuda del Gobierno de la Generalidad de Cataluña sube a 43.000 millones de euros. Alguno citará el déficit fiscal, pero, en ese caso, la deuda correspondería a inversiones, no a gastos corrientes. El caso es más grave si se atiende a dos cifras. Una: entre el 80 y el 90% de los gastos públicos por habitante en Cataluña son responsabilidad de los ayuntamientos catalanes o de la Generalidad de Cataluña; dos: el gasto público por habitante en Cataluña está alrededor de la media española y así ha sido los últimos doce años; en otras palabras, la gestión de los mismos ingresos genera una deuda que supera la de cualquier otra Comunidad Autónoma, lo que implica una magnífica gestión, ¿verdad?

Peor todavía. La gestión de la tesorería en la Generalidad de Cataluña es ineficiente. Cataluña entra en suspensión de pagos no declarada y solicita un rescate económico al Gobierno de España para llegar a final de mes. Serán cinco mil millones de euros ahora, destinados casi en exclusiva a pagar los intereses de la deuda de la Generalidad de Cataluña. Serán algo más el año que viene, si esto sigue así.

Dos terceras partes de esta deuda corresponden a los cuatro últimos años, don Artur mediante. Los grandes perjudicados son los centros concertados que ofrecen servicios sociales a los ciudadanos menos favorecidos: asilos, residencias, hospitales... Se quedan sin cobrar un día sí y otro, también. Los catalanes con más dinero, en cambio, pagan menos impuestos (se les suprime el impuesto de sucesiones, por ejemplo) y encima cobran los escandalosos intereses de los bonos patrióticos con nuestro dinero. Eso sí, los bonos catalanes se equiparan al bono-basura en los mercados internacionales.

Otra diferencia notable entre la primera y la segunda fotografía es que los escándalos de corrupción en Cataluña comienzan a espantar por su volumen (muchos millones de euros) como por la cantidad y calidad de las personas implicadas. En la sanidad pública, el escándalo es doble; en primer lugar, porque unos pocos se enriquecen a costa de la salud de los catalanes; en segundo lugar, porque la corrupción se extiende por todas partes.

Por sólo citar un ejemplo de esta vergüenza nacional, justo cuando el señor Williams publica ese chiste tan desgraciado, Oriol Pujol es considerado por el juez que instruye el caso de las ITV pieza imprescindible de una trama de corrupción que utilizó el Departamento de Empresa y Ocupación para provecho propio y pretendía (atención) hacerse con el negocio (inventado) de revisión de la eficiencia energética en los hogares catalanes. Cada familia catalana pagaría 50 euros a estos empresarios para que le dijeran si gastaba poca o mucha electricidad. Estos 50 euros se deducirían de los impuestos... Según las grabaciones que se han publicado, procedentes de la instrucción del caso, la directora del Instituto Catalán de Energía prometió facilitar el trabajo a estos empresarios, mientras comenzaba los trámites para despedir a más de un tercio de sus trabajadores.

En suma, nada ha cambiado en esencia entre la primera y la segunda reunión. Todo sigue igual. Sólo que igual, en Cataluña, es mucho peor.

Como ya se veía que el Gobierno de los Mejores pasaría a la historia como el peor gobierno de la democracia (lo que tiene mérito, considerando algún que otro gobierno tripartito), don Artur ha abierto la caja de los truenos, para disimular, para huir hacia delante, y de ahí su mala cara.

En una Europa que tiende a un sistema fiscal unificado, Cataluña se manifiesta a favor de una singularidad; en una Europa que considera que los nacionalismos son de extrema derecha o cuanto menos, populistas, Cataluña saca las banderas; el pueblo sale a la calle para apoyar al gobierno que en los últimos treinta años ha hecho más daño a los catalanes. Ya nadie habla de corrupción, de mala gestión, de deuda... Se han desatado todos los demonios y ya no valen razones. Los argumentos han desaparecido del debate y mucha gente se abstiene de opinar en público. Mal asunto.

Sólo resta preguntar qué diferencias podrían haberse detectado entre ambas reuniones si durante meses, con el apoyo económico y la colaboración de los medios públicos de la Generalidad de Cataluña, que han debido sumar muchos millones, si durante meses, digo, en vez de sacar la bandera con fines partidistas no se hubiera protestado con igual énfasis y convicción contra la destrucción del Estado del Bienestar y contra la tan tremenda mediocridad, inoperancia y corrupción del Gobierno de los Mejores que preside don Artur.

Entonces, ¿habría respondido eso que llaman el pueblo con igual furor y convicción a favor de preservar los derechos sociales, la sanidad o la educación públicas como respondió al grito de independencia que avivó un partido de extrema derecha que ha fracasado en su gestión? ¿Quién sale más beneficiado con tanto ruido? Ahí tendríamos que mirar.

Il giorno della civetta (El día de la lechuza)



La historia se inicia cuando derriban a perdigonazos a un personaje al que se le escapaba el autobús, en un pueblo de Sicilia. Nadie ha visto nada, nadie sabe nada, pero un oficial de los carabineros quiere poner la mano encima del asesino. Así comienza Il giorno della civetta (El día de la lechuza), de Leonardo Sciascia.

La novela (novela, aunque Sciascia siempre habló de ella como racconto, relato), la novela, decía, fue escrita en 1960 y publicada por Einaudi en 1961. Se basa someramente en un caso real, el del asesinato de Accursio Miraglia, un sindicalista comunista, en 1947; el capitán Bellodi, su protagonista, también se inspira en un policía de carne y hueso, Renato Candida. Con todo, Sciascia publicó el relato con esa nota de siempre que dice que se trata de un relato de ficción.

De la novela hicieron una película, en 1968, dirigida por Damiani, con personajes a cargo de Franco Nero y Claudia Cardinale, porque la novela tuvo mucho éxito. Los italianos la consideran (citaré) la mejor novela jamás escrita sobre la mafia.

Sciascia no se ahorra críticas contra el sistema de corrupción política que es uña y carne de la mafia criminal. Sabemos que Sciascia es un escritor políticamente comprometido y luchador, uno de los pocos, poquísimos, que puede escribir una crítica social sin caer en el panfleto, mostrando los hechos desnudos sin tomar partido, dejando que sea la inteligencia del lector la que tome las conclusiones que crea necesarias. Es un deporte de mucho riesgo, éste, en un escritor.

Il giorno della civetta se ha convertido en un clásico. No es para menos, porque es un relato magnífico. Léanlo, léanlo, en serio.

En Italia, es de lectura obligatoria en las escuelas. Como Sciascia todavía estaba vivo cuando sucedió tal cosa, añadió una nota al final de su relato. Dice que nunca nadie antes había escrito así sobre la mafia, pero lo dice sin presunción, y ésa es su razón de haber escrito Il giorno della civetta, la de escribir las cosas tal como son, en la calle, no en un escenario. Luego advierte a los italianos adolescentes de qué cosa es la mafia, para que tomen medidas y precauciones.

Me permito traducir yo mismo esas líneas de Sciascia. No sólo porque definen el problema de la mafia, sino porque pueden sernos utilísimas a nosotros mismos, en nuestra casa y en relación con los nuestros, como guía para contemplar nuestro propio caso y sacar las conclusiones que cada uno considere más oportunas.

Dice así:

Pero la mafia era, y es, otra cosa; un «sistema» que en Sicilia contiene y mueve los intereses económicos y de poder de una clase que aproximadamente podríamos llamar burguesa; y no surge y se desarrolla en el «vacío» del Estado (es decir, cuando el Estado, con sus leyes y sus funciones, es débil o ausente), sino «dentro» del Estado. La mafia, en suma, no es otra cosa que una burguesía parasitaria, una burguesía que no emprende, pero que a menudo recolecta.

Muy apropiado para echarse una reflexión, ¿verdad?

Il peso della farfalla (El peso de la mariposa)



Erri de Luca es uno de los grandes escritores italianos todavía vivo, y que viva mucho más, Dios lo quiera. Su vida es un tanto singular y rocambolesca y aparece aquí y allá, entre líneas, en muchas de sus obras. Cuando escribió Il peso della farfalla, publicado en 2009 por Feltrinelli, no sólo dejó por escrito un relato magnífico, sino también su amor por la naturaleza y la montaña. Erri de Luca, por si no lo sabían, es un consumado alpinista; en el segundo relato que contiene el libro, Visita a un albero, incluso más bello que el primero, se destila el preciosísimo licor de un verdadero amante de lo que describe.

He tenido la suerte de poder leer los dos relatos que suman un libro en versión original (en italiano) y traducidos al español por Carlos Gumpert y editado por Siruela. Si pueden leer la versión original, mejor que mejor; si no, léanla traducida, que disfrutarán lo mismo.

El primer relato es un relato de caza y muerte, pero no en el sentido que ustedes piensan. No es un relato de caza al uso, sino una pincelada sobre el final de una vida plena lleno de reflexiones que merece la pena considerar, y que se leen con placer y sin empachos. Bellísimo también el segundo relato, más simple si cabe, donde el narrador nos explica que, una vez al año, sube hasta lo más alto de una montaña para sentarse al borde de un abismo a la sombra de un árbol. En la simplicidad se oculta un oficio de escritor de los que mueven a envidia y una enjundia inesperada.

Bravo!

Perfumada con ámbar gris



El ámbar gris es una sustancia carísima y escasa, que se utiliza (o utilizaba) en perfumería, para fijar los olores. El auténtico ámbar gris apesta como el demonio, tiene la consistencia de una cera, el color de un pedrusco (entre el ocre de la tierra y el gris oscuro) y procede de la secreción biliosa de los cachalotes, y de ahí su altísimo precio y su rareza, porque sólo se consigue matando cachalotes o buscando entre su mierda, y perdonen ustedes, pero es así.

Por el autor, in situ

Dicho esto, demos un salto que nos llevará a la ficción y a Florencia. El doctor Fell visita de vez en cuando la Officina Profumo Farmaceutica di Santa Maria Novella, es un cliente habitual. Es un local histórico y digno de visita; el negocio tiene cuatrocientos años y todavía sirve remedios medicinales y perfumes según las recetas del siglo XVI. También ofrece la oportunidad de encargar perfumes a medida, y el doctor Fell es un sibarita mezclando olores. Todos coinciden en su buen gusto.


El doctor Fell perfuma sus cartas, y una de estas cartas llega a manos de la agente del FBI, Clarice Starling. Porque el doctor Fell no es otro que el célebre psiquiatra y bon vivant Hannibal Lecter, un asesino tremebundo con aficiones culinarias (se come a sus víctimas con recetas de Dumas). Así comienza Hannibal, la novela de Thomas Harris y la película de Ridley Scott, basada en ésta. Ni la novela ni la película son una maravilla, pero el personaje del doctor Lecter es un personaje de ficción muy atractivo, que da mucho de sí.

Volviendo a la realidad, en la Officina Profumo Farmaceutica di Santa Maria Novella pueden verse letreros aquí y allá, discretamente situados, que recuerdan a los señores clientes que el establecimiento emplea el ámbar en algunos de sus perfumes, pero no el ámbar gris, como se dice por ahí. Por lo que se ve, el Profumo di la Lettera di Clarice está muy solicitado y las bistecche alla fiorentina excitan el apetito.

Il Porcellino



En italiano, porcellino es algo así como cerdito, pero ¡cuidado! El Porcellino es en verdad ¡un jabalí! Un señor jabalí, de tomo y lomo, además.

Existe una superstición alrededor del Porcellino. Dicen que acariciar su morro trae suerte; otros dicen que acariciarlo garantiza el regreso a Florencia, lo que también es afortunado. Sea como sea, el morro del marrano está pulido de tanta caricia. Una de ellas, la mía, muy afectuosa.

La escultura original se conserva en los Uffizi. Es una copia de mármol romana de una escultura helenística. Es decir, estamos hablando de un marrano esculpido bastantes años antes de Cristo, que ha llegado hasta nosotros como copia de una copia. En 1560, Pío VI, papa, lo donó al primer Cosimo (Cosme), una vez que éste fue a visitarlo a Roma. Cosimo se lo trajo a Florencia y sirvió de adorno para su palacio. El siguiente Cosimo, Cosimo II, ordenó que se hiciera una copia en bronce del bicho, en 1620. Ferdinando II, veinte años después, ordenó transformarla en fuente y la instaló en el Mercato Nuovo, una loggia del siglo XVI. (El Mercato Vecchio... imaginen,)

Durante muchos años, la fuente tuvo una función eminentemente práctica, la de proporcionar agua a los comerciantes, y éstos devolvieron el favor llamándola Fontana del Porcellino. La fama de la fuente creció y creció, y el Mercato Nuovo ha llegado a conocerse como Mercato del Porcellino. Andersen, el de los cuentos, algo tuvo que ver con este asunto, pues visitando Florencia quedó encandilado con el puerco y los animalitos que corren a sus pies, también fundidos en bronce.

Hoy se exhibe una copia en la calle, pero el original de bronce puede verse en un museo, y la copia romana en piedra, también, como ya he dicho. No siempre ha estado donde está ahora: ha cambiado de lugar dos o tres veces los siglos XVIII y XIX. Además, se ha vuelto a fundir la base... Existen copias en ciudades amigas, en Europa y en el extranjero. Pero nada de todo eso ha podido con el cariño que le tienen los florentinos (incluso los turistas).

Ciao, Porcelino! Ci vediamo, presto!

La Loggia dei Lanzi



Algunos la llaman Loggia della Signoria, porque está a la derecha del Palazzo Vecchio y tocando a los Uffizi, pero otros la llaman Loggia dei Lanzi, porqué allá acamparon los lansquenetes (lanzichenecchi) en el 1527, camino de Roma. Esos mismos soldados protagonizaron luego el saco de la Ciudad Eterna, que fue de miedo, pero en Florencia parece que se comportaron bastante bien. También se la conoce como Loggia dell'Orcagna, por Andrea di Cione, llamado Orcagna, al que algunos atribuyen la arquitectura del edificio. Por lo que dicen, el tal Orcagna trabajó en el proyecto, pero fueron los hermanos Talenti (Benci y Simone) los verdaderos maestros de obra.


Se construyó alrededor del 1380, año más o menos. Es, en propiedad, un edificio gótico, pero no emplea el arco apuntado; de hecho, es un edificio renacentista construido justo antes del Renacimiento. Es un indicio más de lo que se estaba cociendo en Florencia, es otra de las semillas del Humanismo. El merecidamente famoso Spedale degli Innocenti, en la Piazza della Santissima Annunziata, de Brunelleschi se levantó porque los Talenti habían levantado antes esta loggia; véase, si no, y compárese un edificio con el otro.

El edificio era el escenario de actos oficiales, la tribuna de oradores... y un lugar donde protegerse de la lluvia. En verano, se está muy bien a la sombra de estos grandes arcos.


Fue el primer Cosimo (Cosme) de Medici el que mandó colocar esculturas de mucho porte y mérito bajo los arcos de la loggia, sin más criterio que el estético, ampliando la decoración de la plaza. Allá se situaron grandes esculturas romanas, para goce del personal. Poco después, Buonatalenti hizo de la parte superior de la loggia una terraza a la que se accede desde los Uffizi, justo donde ahora están las mesitas al aire libre del bar del museo (qué lujo). Luego se encargaron estatuas a propósito para la loggia, como la Decapitación de Medusa, de Cellini, que, por cierto, quería simbolizar el fin de la República de Florencia (la medusa) a manos de los Medici (el héroe). Nunca lo hubiera imaginado.


Esta loggia es única en el mundo, porque está abierta al público día y noche desde hace siglos y guarda un grupo de esculturas que cualquier museo acogería con mucho gusto y ganas. La educación de cualquier florentino, pobre o rico, pasaba por contemplar la belleza clásica y comentar las nuevas obras de los artistas que trabajaban para la ciudad, y la Loggia della Signoria era un lugar ideal para ello. La crítica que ese mismo florentino podía hacer de la última escultura de Giambologna o Cellini, pongamos por caso, era inapelable y certera. No quedaba sitio para los mediocres en las calles de Florencia, porque el arte era un espectáculo tan apreciado como el calcio. ¡Cuánto podemos aprender todavía de los antiguos florentinos...!


Los candados moccianos toman Florencia

En una novela de Umberto Eco, uno de los protagonistas argumenta que el amor es una enfermedad: altera el pulso, la sudoración, los sentidos, afecta especialmente al raciocinio. Esto último será verdad, porque los enamorados hacen cosas muy raras. Una de ellas se ha convertido en una epidemia. Comenzó en Italia y ya he hablado de ella en otra ocasión (Amor bajo llave).

Según Moccia, una manera (antes) muy original de declararse amor es comprar un candado a medias, cerrarlo alrededor de la barandilla de un puente y arrojar la llave al río, simbolizando así que ya nada podrá separarnos, amén. También simboliza, a mi entender, una unión que no se sostiene si no es bajo llave, pero ya me han dicho antipático otras veces.

Florencia no iba a librarse fácilmente de esta moda. En primer lugar, porque es un lugar delicioso al que acuden parejas de tortolitos de medio mundo; en segundo lugar, porque el Ponte Vecchio es uno de los símbolos de la ciudad, y los candados tienen ansia por cerrarse ahí mismo.

A Dios gracias, los munícipes florentinos ponen un poco de cuidado en el control de los candados, pero aún así, uno se los encuentra hasta en la sopa, en los lugares más inesperados.


Estas dos imágenes, en el Ponte Vecchio.

Ya les digo, en cualquier parte.

Alguno hace trampa, si sabe la combinación.

En lo más alto de la cúpula de la catedral. Además, uno de los candados, con abrigo.

Pie griego y humanismo


Uno de los apuntes más visitados de El cuaderno de Luis es uno que comenta qué es un pie griego. Algunos pies tienen el segundo dedo más largo que el dedo gordo, que sería el primer dedo; se habla, entonces, de pie griego. No porque sea el pie más habitual en Grecia, que no lo es, sino porque es la morfología del pie que la estética clásica consideraba más bella.

Cuando surgió el Humanismo en la Filosofía y el Renacimiento en las Artes, regresó el pie griego como símbolo de perfección. Ya se daba entre las madonne góticas florentinas, pero los pies de Lippi, Ghirlandaio, Boticelli, Leonardo, Miguel Ángel y demás son clara e indiscutiblemente griegos, y son la norma. Ya sea por imitación, ya sea por convencimiento, esta morfología de los pinreles clásicos regresó para protagonizar las más asombrosas obras de arte que vieron nacer esos años tan crueles como magníficos.