Hay quien cree haber inventado la sopa de ajo, pero los vehículos eléctricos tienen más de un siglo a cuestas y eran lo mejor de lo mejor en 1900. ¿Por qué se impusieron los motores de gasolina y diésel? Por las mismas razones por las que siguen imponiéndose hoy en día.
Hoy he leído un artículo en un blog de El País de Clemente Álvarez, donde se pregunta si contamina más un coche eléctrico o uno de gasolina. Pueden leerlo ustedes mismos en:
He leído el artículo con mucho interés, porque siempre he dudado de la limpieza de los vehículos eléctricos. No es que me mostrara contrario a la tracción eléctrica, sino que ponía en cuestión que fuera tan buena (o tan mala). En mi vida profesional, hasta ahora siempre relacionada con el ahorro de energía y el medio ambiente, mostrarse escéptico sobre las bondades del vehículo eléctrico era algo muy mal visto por el gobierno de turno. La realidad, también. Especialmente, la realidad. Pero ésa es otra historia, que hablábamos del vehículo eléctrico.
Basta con hacer una pregunta: ¿De dónde sale la electricidad que consumen los vehículos eléctricos?Como hablo desde Barcelona, contestaré con los datos que tengo más a mano.
Más de la mitad de la electricidad generada en Cataluña es nuclear. El resto se genera en centrales hidroeléctricas o térmicas (que queman combustible). El porcentaje de generación eólica es todavía pequeño en Cataluña y otras generaciones renovables son mínimas. Los vehículos eléctricos recargados en Cataluña emiten muy poco dióxido de carbono, dice el Plan de la Energía de la Generalidad de Cataluña. Por lo tanto, no provocan (casi) efecto invernadero. No dice que dejan tras de sí residuos nucleares y grandes presas hidroeléctricas.
Estación de recarga de una flota de landós eléctricos Krieger, hacia 1900.
Además, esa reflexión es una falacia. La distribución eléctrica catalana está dentro de la llamada región eléctrica catalano-aragonesa, en la que entran Aragón, Navarra, parte de Valencia... y no es una isla eléctrica, sino que pertenece a la red eléctrica española. En pocas palabras, la electricidad consumida en Cataluña es la misma que se consume en Cádiz. Los kilovatios que Ascó echa a la red eléctrica van de aquí para allá, a todas partes, lo mismo que los kilovatios que genera una placa solar fotovoltaica en Alicante, y no sabemos distinguir un kilovatio del vecino.
El vehículo eléctrico catalán (o español), pues, será menos nuclear de lo que he dicho (uno de cada cuatro o cinco kilowatios lo será) y mucho más renovable (porque la energía eólica en España está mucho más desarrollada que en Cataluña). Pero también será más contaminante, porque gastaremos más petróleo, gas y carbón para generar electricidad, y por cada kilovatio eléctrico de origen térmico tendremos que consumir dos, seguramente tres y a veces más kilovatios de combustible en una central eléctrica. Eso, sin contar con las pérdidas en las redes de transporte y distribución eléctrica (superiores al 10%).
General Electric anunciaba, en 1900, un sistema para recargar las baterías de su automóvil en el garaje de su casa.
Porque los ingenieros sabemos algo que los políticos son incapaces de comprender: la electricidad no surge de la nada: ¡hay que generarla! Y la generación eléctrica puede ser muy contaminante. O muy limpia. Por eso, el vehículo eléctrico puede ser muy limpio... o una porquería. Por eso, un motor de combustión interna (de gasolina o diésel) puede ser más limpio que un vehículo eléctrico.
El señor Álvarez recoge en su artículo un estudio que compara la limpieza de los vehículos eléctricos y los de combustión interna. Evalúa su limpieza en Francia y Alemania. El caso de España se parece más al alemán que al francés, por si preguntan. Los resultados sorprenderán a más de uno.
En estos dos países, el consumo de energía necesaria para mover vehículos será superior (sic) en el vehículo eléctrico que en el vehículo térmico si hace menos de 100.00 km al año. ¡Muchos kilómetros para marcar la diferencia!
El Semper Vivus, restaurado. Este Lohner, diseñado por Porsche (cuando tenía 19 años), es uno de los primeros vehículos híbridos que se conocen. El motor Porsche, eléctrico, uno por cada una de las ruedas delanteras, impulsa al vehículo a gran velocidad. El vehículo hibrido parece muy superior al vehículo eléctrico puro en muchas comparaciones de eficiencia y ambientales.
Una cosa es el consumo de energía; otra, si este es un consumo limpio. Por ejemplo, este consumo ¿provoca efecto invernadero suplementario (i.e., un cambio climático)?
En Francia tienen centrales nucleares hasta en la sopa. Tienen sus problemas (serios), pero no emiten dióxido de carbono y contribuyen muy poco al efecto invernadero y al cambio climático. Por eso, un vehículo eléctrico francés que hiciera más de 50.000 km al año provocaría menos cambio climático que uno con motor térmico francés que hiciera los mismos kilómetros. En Alemania, en cambio, los vehículos eléctricos tendrían que hacer más de 200.000 o 300.000 km al año para que se notara su posible ventaja sobre un motor térmico que hiciera los mismos kilómetros, y aún así...
Lo que es cierto es que a partir de 30.000 km al año (Francia) o 100.000 km al año (Alemania) el vehículo mejor que sea eléctrico, si queremos dejar de consumir recursos fósiles (petróleo, gas o carbón). Pero siguen siendo muchos kilómetros, especialmente en Alemania.
Hoy, un vehículo eléctrico convencional tiene una autonomía de unos 100 km y tarda toda una noche (8 h.) en cargarse completamente. Con todo, hay sistemas de recarga rápida o parcial. Con una recarga completa al día, hablamos de 36.500 km al año. Pongamos 40.000. Sale más a cuenta un vehículo de gasolina o, mejor, uno híbrido.
Todavía no hemos hablado de la contaminación ambiental que provocan las baterías. Tampoco, de la seguridad (las baterías de litio son más inflamables y explosivas que los depósitos de gasolina). De autonomía del vehículo, mejor no hablamos (¿Cuántos kilómetros entre recarga y recarga? ¿Cuánto tiempo de recarga?). Etc.
No es oro todo lo que reluce bajo el sol.