Los polacos en Somosierra (III)


¿Quién fue el ayudante de campo que ordenó la carga y acompañó a los polacos en ella?

El conde de Ségur, Louis-Philippe.
Se dice que recibió seis heridas en la batalla y se pasó medio año convaleciente.

Unos dicen que fue el entonces comandante Philippe de Ségur, que ese día servía en el 6.º de Húsares, y ésa es la opción preferida por la mayoría. Según cuenta él mismo, Ségur fue herido en la acción, en el primer minuto. Pero otros aseguran que Ségur había sido herido en una acción anterior y que no pudo ser él,  que fue Pierre Dautancourt, uno de los oficiales franceses de la Guardia Imperial a cargo del regimiento polaco. Cuentan que Dautancourt, cuando oia decir tal cosa, se lo tomaba a la chirigota y respondía que quien hubiera escrito tal tontería no sabía lo que estaba diciendo. En fin, ahí queda eso y que cada uno piense lo que quiera.

¿Y cuántos eran los polacos? Se calcula que el 3.er Escuadrón contaba entonces entre 125 y 216 hombres, aunque algunos autores hablan de poco más de 80 polacos. La cifra más razonable se sitúa alrededor de los 125, sumando los hombres de Niegolewski, que se sumaron a sobre la marcha. Ya hablaremos de ellos.

Se tiende a exagerar, pero es verdad que iban apretados en la carretera.

Formaron en colonne par peloton, que es, para que se entienda, en columna (o fila) de a cuatro, para poder marchar y cargar por la carretera, que no era muy ancha, como se ve, y no permitía ninguna otra formación.

Napoleón se dirigió a Ségur (o a quien fuera) y le dijo: Aqui tiene una oportunidad para ganarse las espuelas. Señor, limpie esa carretera para mí ¡y hágalo deprisa! Luego, volviéndose a la tropa, gritó: ¡Polacos! ¡Tomad esos cañones!

Los polacos desenvainaron sus sables y exclamaron: Niech zyje Cesarz! Los franceses traducen la expresión como Vive l'Empereur! y sostienen en sus libros que los polacos gritaban en francés, no en polaco, algo que los polacos desmienten.

Ahora el lector imaginará una carga de caballería al galope desenfrenado, pero lo cierto es que la orden fue Lekka jazda klusem! (i.e., caballería ligera, al trote) y sólo al pasar por encima del puentecillo que llevaba hasta los dos primeros cañones se galopó al grito de En avant! En avant! Vive l'Empereur! (¡Adelante! ¡Adelante! ¡Viva el Emperador!).

¡No digamos tonterías! Según los polacos, lo que gritó el comandante Kozietulski justo entonces fue algo muy diferente: Naprzód psiekrwie, Cesarz patrzy! 

Es decir: ¡Adelante, hijos de perra, que el Emperador nos está mirando!

Y así, con estas palabras, el 3.er Escuadrón de la Caballería Ligera (Polaca) de la Guardia Imperial se coló en los libros de historia.

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