Ya no cuentan


Hace cosa de una semana, más o menos, una diputada del grupo socialista en el Parlamento de Cataluña elevó una pregunta al Gobierno de la Generalidad de Cataluña sobre los efectos de la pobreza infantil. Más concretamente, preguntó cuántos niños catalanes sufrían desnutrición por causas socioeconómicas y qué hacía el gobierno exactamente para remediarlo. 

La respuesta del gobierno tendría que haber salido en primera página a varias columnas, para subrayar el escándalo. La respuesta del gobierno fue que no sabían cuántos niños estaban expuestos a la desnutrición porque no se habían molestado en contarlos. Es decir, no es un tema que les preocupe, ahora mismo, literalmente. Imaginen, pues, qué políticas sociales pueden hacerse para intentar aliviar o resolver un problema que no les importa, que no les preocupa, del que no tienen noticia. 

No sé a ustedes, pero a mí me parece un escándalo mayúsculo. Que nadie levante la voz, que nadie dimita, ¡que no cesen a nadie!, me provoca pasmo y vergüenza.

Esta salvajada (no merece otro nombre) tiene responsables con nombre y apellidos, a los que hay que señalar y censurar. Todo comenzó en julio de 2017 cuando la entonces consejera de Bienestar y Familia, Dolors Bassa, anunció en sede parlamentaria que la comisión de seguimiento interdepartamental (Educación por un lado y Bienestar y Familia por otro) no se reunía desde, lo menos, 2015, y que, como el porcentaje de niños en riesgo de pobreza había bajado del 25% (eso dijo), había decidido que los miembros de la comisión ya no se iban a reunir más y abandonaban la estadística de los casos de niños con problemas de desnutrición a causa de pobreza. Total, ¿para qué contarlos? Tal cual. Con un par. 

El ruido era mucho entonces y el agitar de banderas tapó la crueldad intrínseca de este comportamiento, la dejadez de funciones del gobierno en materia social, el brutal cinismo de esa señora al anunciar que, como el problema no afecta a tres de cada cuatro niños, mejor mirar hacia otro lado, porque así el problema desaparece. Y al niño afectado, que le den. Esta señora ha sido condenada recientemente por malversación de fondos públicos y condenada a doce años de prisión. No es por nada, pero fondos destinados a resolver el problema de la malnutrición infantil u otros problemas sociales igualmente serios fueron destinados a la farsa del procés. Pues, miren, quizá merezca la prisión, si no por una cosa, por la otra.

Ese comportamiento persiste y la situación, obviamente, se agrava. Siguen sin contabilizarse los casos de desnutrición infantil desde el gobierno, siguen sin coordinarse las diferentes consejerías concernidas y todo ello sigue sin preocupar a los partidos que apoyan al gobierno. Mal asunto.

Diversas organizaciones (Cáritas, UNICEF, etc.) han dado la voz de alarma estos dos últimos meses. La Mesa de Entidades del Tercer Sector ha pedido una actuación urgente del gobierno; Save the Children se ha sumado a las alertas. Cualquier persona que conoce el problema se lleva las manos a la cabeza ante la acción de gobierno. Según los datos recopilados por estas organizaciones e instituciones, los niños en riesgo de pobreza son ya más del 28% en Cataluña, una cifra que se ha incrementado entre un 3 y un 4% en apenas un año. En esta situación se encuentra también uno de cada tres adolescentes. El Idescat (Instituto de Estadística de Cataluña) asegura que la tasa de pobreza en Cataluña supera el 21%, ¡la cifra más alta desde 2004! Y los casos de pobreza severa pasan del 6,5% de la población, otra marca (negativa)... Pero la desnutrición infantil no es cosa que merezca ser contada por el gobierno.

Para más inri, la inversión en Educación ha batido una marca negativa en Cataluña; ya supone menos del 3,6% del PIB este año. Si comparamos la inversión de la Generalidad de Cataluña en 2009 y 2019 en políticas sociales (educación, sanidad y servicios sociales), ésta ha disminuido más de un 27%. Estamos en el vagón de cola de políticas sociales en España, con diferencia. No parece que importe.

Y esto, ¿dónde lo enchufo?


Parece que todos se empeñan en promocionar el vehículo eléctrico, pero quizá conviene preguntarse si no lo hemos idealizado demasiado. Va por ahí mi artículo en Metrópoli Abierta, que se titula Y esto, ¿dónde lo enchufo?

¡Cras! ¡Pum! (Gran Premio de Brasil 2019)



Ay, qué daño. El Gran Premio de Brasil ha resultado movidito y emocionante. Fíjense en el podio, donde, por orden, tenemos un Red Bull, un Toro Rosso y un McLaren, un Mercedes-Benz (Hamilton) en la séptima posición y el otro, averiado y quedándose con las ganas de terminar la carrera. Pero, cuando el final estaba cerquita, ¿quiénes se peleaban por ocupar la cuarta plaza? Los dos Ferrari. ¿Y que pasó? Que se tocaron. El de detrás (Lecrerc) rompió la suspensión; el de delante (Vettel) perdió la rueda trasera por pinchazo. Los dos quedaron fuera de carrera. ¡En mal momento se pusieron a hacer tonterías!

Barry Lyndon



En verdad, el título de la novela no es Barry Lyndon, sino (agárrense) Las memorias del caballero Barry Lyndon del Reino de Irlanda donde se incluye: el relato de sus extraordinarias aventuras; sus desgracias; sus penalidades al servicio del finado monarca de Prusia; su estancia en numerosas cortes europeas; su matrimonio y magníficas residencias en Inglaterra e Irlanda; y las muchas y crueles persecuciones, contubernios y difamaciones de las que ha sido víctima. Así que, si no  les importa, como tanta gente antes que yo, incluyendo a sabios y experimentados editores, Barry Lyndon será, y no lo otro, por una cuestión de economía.

El título original tiene la ventaja nada despreciable de hacernos un resumen muy aproximado del libro, el famoso de qué va. Es, en efecto, la autobiografía que escribe un personaje de ficción, Redmond Barry, posteriormente Barry Lyndon (en la obra se explica por qué este cambio), en la segunda mitad del siglo XVIII. La escribió William Makepeace Thackeray (1811-1863) y es una maravilla, créanme. 

Por cuestiones que no vienen al caso, tengo que leer muchas porquerías en forma de manuscrito y hay días en que cuesta llevarse bien con las letras, si tal es el nivel de los que escriben. Así que, de vez en cuando, preciso urgentemente reconciliarme con la literatura y viene a mis manos un clásico como éste. El tratamiento funciona, porque la novela es magnífica y no está falta de intrigas, aventuras, sátiras y reflexiones sobre la naturaleza humana.

Me dicen que la obra está inspirada en un personaje llamado Andrew Robinson Stoney, pero qué importa, tal y como está narrada. Se publicó por partes en 1844 (como solía ser costumbre en la época) y sólo publicadas como libro diez años más tarde. Y como suele ocurrir, el libro no fue bien recibido por sus contemporáneos. Ahora decimos que no lo entendieron, pero lo cierto es que entendieron perfectamente que el protagonista de la obra era un tipo moralmente reprobable y eso, en aquel entonces, no gustaba nada. 

Porque el protagonista es un idiota moral. Vamos a decirlo de otra manera: un amoral. El autor consigue que éste, que comienza como pícaro, nos caiga simpático. Luego, nos resultará antipático, hasta ser odioso. Tendremos la peor opinión de su persona y, cuando se precipite al abismo... ¡nos apiadaremos de él! No sabemos en qué momento nuestro héroe pasa a ser un tipo despreciable, ni exactamente cómo o por qué. Esa metamorfosis del sentimiento que nos despierta el personaje (que nunca ha disimulado su verdadera naturaleza, he ahí su mérito) es algo muy, pero que muy difícil de conseguir. Thackeray lo consigue.

Además, deja ir en la obra una visión de la historia reciente (de aquel entonces) irónica y punzante, y una exposición que roza el cinismo de la hipocresía social de entonces (y de ahora, la verdad es ésa). Cultiva la ironía con arte y salero y sabe tensar las cuerdas del relato. Hay mucho que decir y mucho que contar sobre el tratamiento de los personajes, la exposición de los hechos, la trama, los trucos del autor... pero ¿hace falta que hablemos de ello aquí y ahora? No creo. Hay bibliografía abundante sobre este asunto y en la edición de Penguin Clásicos, una buena introducción, para quien esté interesado. 

Mi consejo es que lean Barry Lyndon y la disfruten como es, que no es pequeño el gozo.

Los pájaros



Me regalaron y he leído con placer un breve relato de Daphne du Maurier titulado Los pájaros, publicado por Gallo Nero, ilustrado por Pablo Gallo (¡también es casualidad!) y traducido por Ma. Carmen de Bernardo. Es un relato magnífico y se lee de un tirón. Digo relato porque decir cuento ya no se estila, por mucho que me guste más el oficio de cuentista. Es un libro magníficamente editado y un objeto de regalo ideal. 


Quizá no sepan que la película Los pájaros (The Birds, 1963), la celebérrima película de Alfred Hitchcock, se basa en este cuento, escrito en 1952 y publicado en una colección de cuentos de terror en 1953. No es éste el momento de glosar la película, pero sí de constar cómo Hitchcock era capaz de sacar una grandísima película de un material tan escaso (escaso de volumen, de páginas, que no de buen oficio). 

El libro es muy bueno y la película, también.


Torneo



Ayer crucé los aceros con mis compañeros de la sala de armas, en un torneo amistoso que celebramos de tanto en tanto. El objetivo es aprender y divertirse. Aprender a tirar en competición, que es muy diferente al tirar en la sala de armas; y divertirse, claro, algo que sucede con relativa facilidad a la que tengas un sable en la mano y alguien con quien tirar.

Si me preguntan por el resultado, satisfactorio. No gané, pero no perdí. Estoy en la parte media de la tabla, llegué a los cuartos de final. Me satisface saber que los mejores tiradores me ganan, aunque no lo pongo fácil.


Rubens y Monteverdi en Mantua



Editorial Acantilado publica un breve ensayo de Hans Ost, historiador del arte, sobre un cuadro de Rubens, El consejo de los dioses, que se conserva en un castillo de Praga.

La tesis de Ost, que adquiere la forma de un librito muy docto y bien documentado, titulado Rubens y Monteverdi en Mantua, es que el lienzo era, en verdad, un telón para el teatro de los Gonzaga, y partiendo de esta hipótesis nos introduce en el mundo de la teatralidad del Barroco. Porque el Barroco tiene mucho de artificio, teatro, maravilla y disimulo, un aire docto por lo clásico y una afición por las pasiones que desatan sentimientos y fascinación. No queda señalado de mejor manera que con un lienzo que, en verdad, fue telón de un teatro donde se interpretaron las primeras óperas de Monteverdi.

Que Rubens y Monteverdi se cruzaran en la corte de Mantua y que quizá se conocieran no es poca cosa, y Ost juega con ello para mostrarnos cómo todas las artes, y más en la corte de los Gonzaga, tejen alianzas y beben de las mismas aguas, comparten inquietudes y plantean soluciones semejantes. 

Aunque se trata de un breve ensayo más académico que literario, es un librito muy recomendable, a poco que uno tenga idea o afición por el arte (y muy especialmente, por el Barroco).

En el calor del más crudo invierno


Queridos lectores:

He aquí otro de mis artículos, que Metrópoli Abierta tiene a bien publicar. Se titula En el calor del más crudo invierno y quiero decir que sólo una apuesta fuerte y decidida por la cultura puede sacar a Barcelona del peligro de convertirse no en una ciudad de provincias, sino en una ciudad provinciana.

Espero que les guste.

La incursión sobre Lorient



Queridos lectores míos:

De nuevo una #RistraDeTuits sobre un episodio bélico estrambótico y descerebrado a más no poder, en el que participó Hume (y su participación no fue menor) y que provocaría, andando el tiempo, una célebre disputa entre Hume y Voltaire. Por eso, y porque la historia es divertidísima, aparece en el segundo volumen de la Historia torcida de la Filosofía.

Aquí tienen el enlace para ver esos tuits encadenados. Espero que les guste.
https://twitter.com/CuadernodeLuis/status/1194311866887081986?s=20

Ya tenemos campeón (Gran Premio de los EE.UU. 2019)



En la pasada carrera, Mercedes-Benz se ha llevado el Campeonato de Constructores; en ésta, el de Pilotos, con una victoria de Hamilton, muy merecida. El único Ferrari que ha llegado al final ha sido el de Lecrerc, cuarto. El otro rompió la suspensión trasera y tuvo que retirarse. 

Este año volvemos a vernos luchando por segundas y terceras posiciones en ambos campeonatos. Eso sí, nos queda el consuelo de tener el bólido más potente y el que mejor responde en algunos circuitos; pero también el disgusto de haber cometido errores de bulto en carrera, ya sean de estrategia, ya sean de conducción. ¡De todo se aprende! Lo que cuenta es mejorar. 

El año que viene será un año raro. Todos mirarán hacia 2021, donde los cambios en la Fórmula 1 serán considerables. Quieren que la competición no sea una batalla de ingenieros, sino entre pilotos, quieren más lío en la pista y limitar las ventajas que da tener el mejor coche. Escéptico todavía, espero los resultados.

Barcelonassssnif


Éste es mi nuevo artículo para Metrópoli Abierta, que ha tenido en bien publicar. Se titula Barcelonassssnif y señala un hecho preocupante. Se ha detectado un importante incremento del consumo de drogas en la ciudad y este consumo es de los más altos de Europa, pero... ¿alguien hace algo, toma alguna medida?