Y eso fue lo que pasó



Natalia Ginzburg tiene una segunda oportunidad, quizá una tercera, en lengua española, porque este año se celebra el centenario de su nacimiento y son varias las editoriales que publican o vuelven a publicar algunas de sus obras. Otras no se han traducido todavía y algunas otras asomaron las narices en los años setenta, con Franco muriéndose o recién muerto, y hasta hoy no han vuelto, aunque siempre hay excepciones. En pocas palabras, la que es una autora consagrada en lengua italiana y una de las mejores escritoras del siglo XX italiano, es relativamente desconocida en España por el gran público, sólo relativamente.

Su marido murió a manos del fascismo italiano en 1944 y su familia y ella misma, en parte judía, en parte católica, casi toda de izquierdas, sufrió el destierro y la persecución durante la guerra. Eso dejó huella en su literatura y explica su implicación en la política: tenía sus razones. De origen triestrino (qué hay en Triestre para engendrar tan buenos escritores), muy ligada a Turín toda su vida (otra ciudad literaria), su obra incluye novelas y cuentos, ensayos, memorias, cartas (magníficas), teatro y unas exquisitas traducciones al italiano de Proust, Flaubert o Maupassant, por ejemplo. ¿No han leído nada de Natalia Ginzburg? ¡No saben lo que se pierden! Lo digo muy en serio.

Acantilado publica Y eso fue lo que pasó (È stato così) traducida por Andrés Barba, su segunda novela, que he leído y disfrutado con grandísimo placer lector. Es una novela dramática, triste, muy realista, impactante, escrita en un lenguaje (aparentemente) sencillo en primera persona por una mujer que confiesa... Lo que confiesa no lo diré, pero sí les diré que está escrito en la primera página del relato y es una tremenda sorpresa. ¡Pum! ¡Caramba! Y a partir de ahí, la novela. Brillante. Muy, muy recomendable.

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