Mejor unas risas


La ignorancia es, a veces, una bendición. 

Como saben, en septiembre de 1770, Carlos III decretó que la Marcha de Granaderos fuera la Marcha de Honor, hecho que la convirtió, de hecho, en el himno de España. Es uno de los himnos más antiguos de Europa y asoma por primera vez en el Libro de la Ordenanza de los Toques de Pífanos y Tambores que se tocan nuevamente en la Ynfantª Española, compuestos por Don Manuel de Espinosa, 1761, un título que lo dice todo. 

Granadero de la Guardia Real marchando.
Uno, dos, uno, dos...

A lo largo de los años, se ha intentado dotar de letra a un himno que no tenía (era un paso de marcha), provocando horrores sin cuento. Todo el que pretendía algo le puso una letra y se confirma una vez más que las letras de los himnos patrios suelen ser horribles, como poco. De niño cantaba aquella que decía Franco, Franco, que tiene el culo blanco, se fue a París, y ahora lo tiene gris, y ahí se acababa lo que sabía de la mejor versión cantada que jamás tuvo el himno. 

Pero la estupidez es tozuda e insiste. Hubo varios intentos de ponerle letra al himno en democracia, con esa idea tan estúpida que dice que cantar en grupo forma patria, lo que implica que la patria es algo poco recomendable, a no ser que seas el Coro de los Niños Cantores de Viena.

Pero yo decía que la ignorancia es una bendición, y lo decía porque vivía muy feliz sin haber escuchado la que parece ser la última versión (cantada) del himno español, pero me la han dejado ir sin advertencia previa en un programa de radio, con la voz a gritos de Marta Sánchez. ¡Dios mío! Por menos que eso antaño declaraban una guerra al enemigo.

El cachondeo ha sido generalizado. Universal. Lo digo felicitándome, porque creo que reírse de uno mismo es muy sano y en eso los españoles damos lecciones a cualquiera. Sí, sí, qué risas, porque no hay para menos. Por eso conviene señalar a quienes se aferran a himnos, banderas y soflamas con el fanatismo de una fe ciega que no admite burlas. Si te ríes de su himno y no saben reírse contigo, conviene alejarse de ellos como de la peste. La maldad anida en ellos. Es un aviso para navegantes.

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