En Austin, Texas, un Ferrari volvió a ganar (el de Räikkönen) y el otro quedó cuarto. El Mercedes-Benz de Hamilton quedó tercero (y mira que intentó adelantar) y el otro, al final, quinto.
En los entrenamientos y la clasificación, la igualdad entre ambas escuderías fue más que evidente. En carrera, Vettel cometió un error en la salida y su compañero de equipo, en cambio, se mostró mucho más agresivo y oportuno, colándose delante de Hamilton, que prefería no jugársela porque tiene el campeonato en el bolsillo. Hamilton tuvo problemas con los neumáticos y cometió algún pequeño error en las vueltas finales y Räikkönen, después de 111 carreras sin ganar, ganó. Muchos aficionados celebraron esa victoria como si hubiera ganado... qué sé yo. Muy felices.
Se aproxima el final de la temporada y Ferrari no parece que vaya a alcanzar a Mercedes-Benz, aunque está ahí, tocando.
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