El rumor del oleaje



Yukio Mishima (三島 由紀夫) nació con el nombre de Kimitake Hiraoka (平岡公威) y una vez estuvo así de cerca de ganar el Premio Nobel de Literatura. ¡Tanta gente ha estado así de cerca y no lo ha ganado...! Pero pocos tan buenos como Mishima. La historia de este escritor es ella en sí misma un relato novelesco, en el sentido decimonónico del término. Tuvo una gran decepción en su juventud cuando no lo admitieron en el ejército para luchar en la Segunda Guerra Mundial. Se había apuntado voluntario a los kamikaze (el Servicio Especial) y lo rechazaron por tuberculoso. Porque está visto que si te vas a morir no tiene méritos lo de matarse. Le quedó esa espinita clavada en el corazón. 

Escribía a escondidas de su padre hasta que acabó sus estudios de Derecho. Era de buena familia, tenía aspiraciones aristocráticas, quería devolver el poder al Emperador y resucitar los valores que Japón había perdido por el camino de la modernidad, etcétera. Acabó siendo funcionario de élite, en el Ministerio de Finanzas, satisfaciendo los deseos de su padre. Pero seguía escribiendo.

Por eso, finalmente, su padre le dejó hacer. Primero, le autorizó que tomara un año sabático. Luego, que siguiera esa carrera de escritor, visto lo bien que lo hacía. Demos gracias a Dios por ello, porque resultó un escritor excelente, de primera categoría, reconocido dentro y fuera de Japón. 

Lo segundo, lo de salvar el honor de Japón, etcétera, se le metió en la cabeza y se obsesionó. Formó una milicia, entrenó como un loco todas las artes marciales que le pusieron delante y tuvo una muerte ritual un poco pasada de vueltas. Se destripó como manda la tradición, pero su padrino, que tenía que decapitarlo de un tajo, perdió los nervios, le asestó varios golpes y falló todos. Al final, otro compañero de su cuadrilla quien, después de aquella espantosa carnicería, sustituyó al padrino, tomó su katana y, esta vez sí, lo decapitó. Digamos que Mishima pasó un mal rato antes de irse al otro barrio.

Pero no estamos aquí para recrearnos en la mala suerte de un suicida, sino en uno de los libros que escribió, El rumor del oleaje, que he leído en formato de bolsillo, publicado por Alianza Editorial y traducido por Keiko Takahashi y Jordi Fibla. Es magnífica. 

Es una historia de amor, extremadamente simple. Todo en ella parece fácil. El argumento no tiene trampa (chico conoce chica y se enamora, y no diré más), parece todo sencillo... Pero ¡qué difícil es escribir así! ¡Qué difícil...! Y cuánta sensibilidad se esconde detrás de una frase, una escena, un detalle insignificante. Es fácil de leer y dificilísima de escribir. 

Sólo añadiré que la historia transcurre en la postguerra. Mientras Japón vive el milagro económico de los años cincuenta (la historia sucede justo después de la Guerra de Corea), los protagonistas viven en una pequeña isla habitada por un puñado de pescadores, un mundo aislado, un paréntesis, en ese Japón que descubre las películas de cowboys en el cine y las calles llenas de automóviles. La misma belleza y simplicidad de la historia, y la dura vida de sus protagonistas (tan próxima a veces a la muerte), aporta un contraste más que significativo.

Es una lectura muy recomendable.

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