Guía literaria de Roma


Una pequeña y jovencísima editorial (no tiene un año), Ático de los libros, ha publicado libros muy interesantes y apetecibles, por los que me intereso. Así, por ejemplo, está Kanikosen, el pesquero, de Kobayashi, o Mi tío Napoleón, de Pezeshkzad. Pero el primero que he leído de esta colección es Guía literaria de Roma, un libro apetecible y ligero (no me gusta la expresión, pero diría que es un libro veraniego). Es una recopilación de textos literarios que versan sobre la experiencia romana. Los traductores (María Alberdi y Jacinto García Marcial) y los editores han seleccionado pequeños textos de Estrabón, Montaigne, Gibbon, Smollett, Goethe, Chateaubriand, Stendhal, Shelley, Fenimore Cooper, Dickens, Melville, Pedro Antonio de Alarcón, Mark Twain, Henry James, Hugh Macmillan y Rilke, lo que no está mal, ¿verdad?

Un lector de El viaje a Italia de Goethe o de tantos relatos stendhalianos que giran alrededor de lo italiano, cuando se enfrenta a la Guía literaria de Roma se queda con el sabor del dulce en la boca y quiere más. Ése es el principal defecto del libro... y su principal virtud. Los devoradores de libros seleccionarán lecturas futuras y recordarán lecturas pasadas; los lectores menos asiduos gozarán con una selección cuidadosa y muy acertada de la romanidad; los viajeros en ciernes o los recién viajados podrán descubrir en esta guía literaria un material muy interesante para la reflexión, la investigación o la nostalgia. Yo mismo desconocía que el Panteón había tenido dos campanarios (como les digo) y me muero de ganas de volver a la piazza della Rotonda para descubrir las huellas de ese despropósito medieval. Una excusa como cualquier otra para desaparecer sin previo aviso y alegrar mi sufrida existencia con una visita al Sant’Eustachio.

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