Cazadores de setas


El oscuro objeto del deseo de tantos criminales.

He oído en la radio que la Guardia Civil ha iniciado una serie de operaciones de búsqueda y captura de organizaciones criminales (sic) que se dedican a traficar con setas (sic). Según la Benemérita, estas bandas se llegan hasta un bosque e inician una recogida masiva de setas. En pocas palabras, acaban con todas las setas que se les pongan por delante, para luego venderlas al mejor postor. 

Decomiso de setas en Seprona.
Imagínense cómo dejaron el bosque.

Cuarenta o cincuenta personas pueden batir un bosque y recoger una tonelada de setas en una sola jornada. En algunos casos, se trata de bandas organizadas donde se abusa laboralmente de inmigrantes (del resto de la península o del extranjero) en condiciones pésimas de trabajo y salubridad. El bosque queda hecho una pena; el ecosistema, dañado; la mafia de las setas se enriquece. El consumidor final las paga a precios muy altos, entre los 10 y los 30 euros el kilogramo, según el tipo de seta, aunque el recolector cobre diez veces menos (sic) y sea vilmente explotado. El negocio es lucrativo y la mafia de las setas se frota las manos.

Ocho o nueve de cada diez setas arrancadas de los bosques de León se venderán en Cataluña. Se pagan a 1,5 euros el kg y se venden a 30 euros el kg. Calculen el negocio ustedes mismos.

La creciente afición a las setas las ha puesto en el primer plano del arte culinario y ha conseguido engendrar esta nueva actividad delictiva. Sumen la crisis económica y la falta de control efectivo de los bosques, que los medios son pocos y los vándalos, muchos. Sin escrúpulo de ninguna clase, los traficantes de setas se amparan en la venta ambulante, primero, y en las grandes cadenas de distribución de frutas y verduras, que tambíén explotan el negocio, después. El tráfico de setas supone un gravísimo daño para los bosques de la Península Ibérica, pero a él se apuntan los restaurantes, los hoteles, las personas particulares... y tarde o temprano, alguien compra las setas.

En Cataluña, el problema es más grave, si cabe. Hace ya cinco años, la recolección de setas superó la capacidad de los bosques catalanes para regenerar estos hongos y no se ha recuperado desde entonces (es más, va a peor). Como se están esquilmando las setas de los bosques catalanes, los catalanes son los principales compradores de las setas que se recolectan ilegalmente en el resto de España. 

No se conoce el volumen del mercado de la seta en Cataluña, pero se estima que Castilla y León solamente exporta 65 millones de euros en setas hacia Cataluña cada año. Sumen las setas importadas de Rumanía, las que puedan venir del Cantábrico o de otros rincones de España, de Francia, ¡las de Rumanía! y las arrancadas en los mismos bosques del Principado, y saldrán cientos de millones de euros en setas. 

La Benemérita está estudiando la creación de una unidad contra el tráfico micológico.
Los daños en los bosques españoles son cada vez mayores. Hay que hacer algo.

Los catalanes somos adictos a las setas y dependemos de los traficantes (ilegales) de estos hongos para satisfacer nuestro vicio. Además, pagamos lo que sea. No tenemos escrúpulo alguno en satisfacer la gula de nuestras clases dirigentes con la miseria del futuro de nuestros bosques.

Debido al tráfico de setas, los pitufos se han extinguido en Cataluña.
En Castilla y León, Cantabria y Galicia ya corren peligro de extinción.

Los micólogos expertos exigen la inmediata veda y regulación de esta actividad, por el bien de nuestros bosques, pero se enfrentan a dos grandes demonios. El primero, la afición de los catalanes por las setas, que supera amplísimamente la del resto de los españoles, como ya he dicho. El segundo, que la Generalidad de Cataluña promueve activamente, con dinero público, esta actividad contraria a los intereses del medio ambiente. 

El programa estrella de TV3.
Vaya el fin de semana al bosque, destrócelo y quizá se lleve una seta a casa.
Ése es el mensaje que se emite en horas de máxima audiencia.

De hecho, la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales apoya un programa en la televisión pública catalana (TV3) llamado Caçadors de Bolets (Cazadores de Setas) en la que se da toda la publicidad posible a esta actividad recolectora y se añaden recetas de cocina y un aire campestre, bucólico e idílico muy del agrado de la gente de ciudad. Es un programa de máxima audiencia y los fines de semana se organizan colas kilométricas en las salidas de la autopista que van a parar al parque natural del Montseny, por ejemplo, que está especialmente afectado por el ansia depredadora de los cazadores de setas de Barcelona. Un horror.

A decir de un responsable de la televisión catalana, la afición por las setas es un hecho diferencial de los catalanes y como tal ha de ser promovido, mal que nos cueste el bosque, añado.

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