Champán, crisis, pastores y ovejas


Elena Ribera Garijo, en el escaño que le da acceso a los micrófonos.
Una boca muy grande, un cerebro muy chico.

Estos días ha saltado a la fama una señora llamada Elena Ribera (i) Garijo. Es militante de UDC (Unió, para los amigos) y lleva años como diputada en el Parlamento de Cataluña. También es licenciada en Derecho. Pero no ha sido ni su acción política ni sus actuaciones en los tribunales ni su carrera docente las que han conseguido que destaque sobre la multitud, sino la notable estulticia de la que hace gala cuando habla. Si no me creen, busquen por ahí y pregunten la que ha organizado con el asunto del champán y qué hay de la crisis, el pastor y las ovejas.

Una selección de marcas de champagne.
Los catalanes imitaron la factura e hicieron un vino espumoso al que llamaron champán. 
Como se quejaron los franceses, ahora le llaman cava.

Digo champán porque por aquí le dicen cava, que es la galería donde fermentan estos vinos espumosos. Pero se le ha dicho champán toda la vida, hasta que se empeñaron en llamarle cava porque protestaron los franceses (con razón, además). Seamos honestos: este champán no es champagne, pero la gente pronuncia cava como si fuera la quinta esencia del bebercio espumoso, como si le diera mil vueltas al Bollinger que bebe James Bond, o al vino de la viuda Clicquot con que se emborrachaba el general Lasalle, y no hay para tanto.

La imagen arquetípica de Freixenet, un clásico de la publicidad española.

Una de las marcas de este vino más famosas es Freixenet. Los anuncios con señoritas de bañador dorado que paga esta marca forman parte del paisaje navideño y este año la marca quería celebrar algo especial. Fundada en 1914, cumple un siglo y las señoritas del bañador dorado brindan por seguir juntos (bebedores y champaneros) cien años más.

Años atrás, un sector ultramontano de la derecha nacional española propuso dejar de beber champán (cava) y pasarse a la sidra, para j... (perdón) a esos p... (insisto, perdón) catalanes, que quieren romper España, ¡arribaspaña! Las botellas de Freixenet fueron el principal objetivo de estos idiotas, porque el apellido es muy catalán e impronunciable en la meseta. La chaladura hizo mucho ruido, pero no afectó (significativamente) a la cifra de ventas, dijeron los viticultores. Pero a los que se envuelven con la bandera catalana les faltó tiempo para señalar con el dedo a los demás. ¿Habéis visto?, gritaban. ¡No nos quieren! Pues ¡nos vamos! Como ven, a la que uno se envuelve con la bandera, se torna gilipollas. 

Sí que afectó al champán (cava) la crisis que se nos vino encima justo después. La gente que compraba el champán (cava) ha sido la más empobrecida por el cataclismo. En lenguaje mercadotécnico, el perfil del consumidor tipo de cava (champán) ha perdido gran parte de su poder adquisitivo y eso se traduce en una disminución de las ventas. Es verdad, desde hace unos años, las ventas han disminuido sensiblemente, dentro y fuera de Cataluña.

Las burbujitas celebrando el centenario.
Cien años hasta ahora y ojalá que sean cien más, dicen.

Pese a todo, Freixenet quería celebrar sus cien años y desear(se/nos) cien años más de bebercio de champán, y de ahí la campaña de este año con las burbujitas con el traje de baño dorado. ¿Y quién ha querido amargarle la fiesta?

La que he mencionado antes, la señora Ribera, que, como el empresario que lleva los vinos ya se ha manifestado varias veces en contra de la secesión de Cataluña, interpretó el anuncio de champán en clave política y se desataron los infiernos de su ira patriótica. Escribió este tuit.


Les traduciré: Freixenet buscando no perder cuota de mercado brinda por 100 años juntos. Acaba de perder dos millones de consumidores catalanes... potenciales.

Cabe preguntar si son consumidores potenciales o catalanes potenciales, pero el mensaje queda claro: Freixenet es español y por lo tanto, ni probarlo. Tantos años llenándose la boca con el boicot que nos hacían los españoles y ahora va la señora y suma a los catalanes. ¡Brava, señora! Cuesta ser más torpe, pero no se preocupe, que con un poco más de esfuerzo lo conseguirá.

Sembró vientos (del culo) y ha provocado una tempestad de padre y señor mío. Las juventudes de ERC se han sumado al boicot (son más de cubata, no les cuesta nada) mientras la señora Ribera dijo ¡Ay! Perdón, que lo dije sin querer y se me entendió mal, y a otra cosa, mariposa.

¿Lo dijo sin querer? Me da que lo dijo queriendo y miente, pero es una impresión y no pretendo sentar cátedra. Digamos que se asustó cuando vió que la gente sabe leer. Pero si lo dijo sin querer, cuidado, porque entonces tiene un problema de contención oral. Porque, véase, véase lo que dijo en 2012 (copio y traduzco):

Hay muchas ovejas en este pueblo que buscan un pastor. Y este pastor lo tenemos nosotros. Porque la gente va descarriada: algunos se manifiestan, piensan que son los recortes y que el tema es la crisis, y lo es. Pero esta crisis bienvenida sea, porque ha hecho aflorar el sentimiento catalán. Y ha hecho que nos levantáramos de una vez y dijéramos ¡Dadnos lo que es nuestro, porque nos toca, porque lo queremos, porque lo necesitamos, porque nos lo merecemos! y no nos parará nadie.

El pueblo catalán, según la diputada Ribera.

Recordemos el ambiente de aquel entonces. El 11 de septiembre hubo una Diada (el Día de la Patria) muchimillonaria (varios miles de personas) y el señor Mas se dijo ¡Ésta es la mía! y adelantó las elecciones buscando una Mayoría Excepcional. Pocos días antes de las elecciones hubo una manifestación en contra de los recortes y la (mala) política social de Mas y de todos los demás, que sumó tanta gente como la de la Diada, pero que fue menospreciada por todos. De ahí el discurso de la dama en cuestión. 

La memoria es lo que tiene. Se echó tierra encima de las reivindicaciones sociales de los catalanes y ya nadie se acuerda de esa manifestación, pero sí de lo que se publicó poco después, que don Jordi Pujol tenía sus ahorros en Suiza. No, no, es una mentira, dijeron, y ya ven. En fin, que la Mayoría Excepcional pasó de 62 a 50 diputados y de esos polvos, estos lodos. Se desmandó el rebaño.

Volvamos al inefable discurso. Olé, señora, qué labia. 

Pero mi labor de traducción tendrá que explicar que: 

a) la señora Ribera considera que los catalanes somos (como) ovejas de un rebaño; 
b) el rebaño sería el pueblo;
c) el pastor de ese rebaño sería Mas, nadie más que Mas, ni más ni menos;
d) quien piense otra cosa o piense por su cuenta, es como una oveja descarriada y habrá que llevarla de vuelta al redil, o dejar que se la coma el lobo;
e) las ovejas descarriadas se distinguen de las demás porque protestan por los recortes en vez de manifestarse a favor del sentimiento catalán (que es el sentimiento del rebaño);
f) y que quede bien claro, no se confundan: lo nuestro no es lo de los catalanes, sino lo de los nuestros, que no es lo mismo.

En fin, la señora Ribera, un personaje completamente prescindible, sino fuera porque nos recuerda los peligros de dejar los micrófonos abiertos delante de un idiota.

Coda: Como dijo Nietzsche, algunos se creen pastores del rebaño, pero no son más que las ovejas que van delante. Beeee.

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