Con Soria tenemos para otro Rato


Logotipo del invento.

A más de uno le sorprenderá saber que el Banco Mundial fue una idea impulsada por Keynes, y no era una mala idea. Era, muy por encima, un banco dependiente de las Naciones Unidas que daría asistencia financiera y créditos o préstamos al mínimo coste posible para los países que iban a emerger del caos de la Segunda Guerra Mundial. Una entidad como ésta era necesaria para promover el gasto público y las infraestructuras sociales en países arrasados por la guerra, el colonialismo o la pobreza, viniera de donde viniera. Pero el asunto se torció porque ¿dónde se ha visto que los ricos ayuden a los pobres porque sí?

Hoy, si te enteras que los del Banco Mundial quieren echarle una mano a tu país, agárrate los piños y echa a correr, porque se ha instalado en la política monetaria del neoliberalismo económico más fanático y eso del gasto público y las políticas sociales... Eso mejor que no, dice. Con sus amigos del Fondo Monetario Internacional y otras instituciones similares (que nacieron todas con la misma buena intención) el Banco Mundial casi ha conseguido deforestar Brasil, financiar abominables tiranías en Sudamérica, África y Asia, provocar daño y dolor en los ciudadanos más desfavorecidos en países de todo el orbe y qué les voy a contar. 

En lo personal, que a uno le ofrezcan un cargo en el Banco Mundial es un chollo (y según se mire, es también un honor y una recompensa). El sueldo quita el hipo. Si encima eres un directivo del Banco Mundial, ni te cuento, porque el trabajo (el que pueda haber) te lo darán hecho. ¿Responsabilidades? Es posible que las haya, pero ¿ante quién respondes? El Banco Mundial es una hidra de nueve cabezas. Quitas una y sale otra y ¿cuál de las nueve manda? Si no quieres tener responsabilidades porque no te va tenerlas, no las tendrás. Siempre puedes echarle la culpa a otro o difuminarla en el enmarañado e incomprensible mundo de estas instituciones de las Naciones Unidas. Además, el título impresiona (¡Chist, cuidado conmigo! ¡Que soy del Banco Mundial!) y la agenda se llena de direcciones y teléfonos de ministros, consejeros delegados y ricachones que luego te darán trabajo sin hacer preguntas. Lo dicho, un chollo.

Pues va el señor Rajoy y nos sale con una decisión que tira para atrás, o p'atrás, más propiamente, nombrando al señor Soria, el Panameño, candidato a los más altos cargos del Banco Mundial.

No sé si se han enterado, pero en España llevamos ya dos elecciones generales desde el pasado 20 de diciembre y vamos a por unas terceras (incluso, a por unas cuartas) si no baja Santiago (santo patrón de las Españas) y pone orden. El señor Rajoy pasó de una mayoría absoluta de su partido a un descalabro considerable, pero el PP resultó ser el partido más votado. Emergió Ciudadanos, una novedad neoliberal en lo económico y chachi en las formas, que se ha ofrecido, desde entonces, a cualquiera que quiera formar gobierno, por aquello de va, va, porfa, porfa, déjame ser decisivo en el porvenir de España, y se ha vendido por un plato de lentejas a tirios y troyanos. Se le tolera en algunos círculos porque, sin su voto (o su abstención), aquí no manda nadie.

Parlamentarismo de tuit con imagen adjunta. Socorro.

En la derecha más extrema, los convergentes y los republicanos catalanes se han quedado con un tercio de los votos de los catalanes y un palmo de narices. Los convergentes se han hundido y ahora se los ve en el Grupo Mixto, bastante fastidiados, y los republicanos han aupado a una nueva estrella del esperpento nacional, el señor Rufián. En su última intervención parlamentaria, planteó veinticinco preguntas al señor Rajoy. De ésas, diecinueve eran (literalmente) tuits que había escrito los meses anteriores y los leyó tal cual. El pogüerpoin ya acabó con Cicerón y ahora sólo nos faltaba el tuit cursi-molón como núcleo argumentativo. Agárrense que vienen curvas. Pero, como decía, aparte de la notoriedad cómica-trágica (porque dan para reírse de ellos y echarse a llorar), ambos partidos han conseguido algo impensable hace pocos años: la insignificancia parlamentaria. En pocas palabras, han conseguido que nadie quiera contar con ellos.

La izquierda está chunga. En primer lugar, uno pone en la izquierda al PSOE más por costumbre que por izquierda. En segundo lugar, dos veces seguidas ha conseguido el peor resultado de su historia y dentro del partido vuelan los puñales. En tercer lugar está Podemos, y vamos a llamarlo así para simplificar, porque entre mareas, confluencias, comunes, izquierdas unidas y no sé qué más no se garantiza una homogeneidad política o programática y sí un lío de cojones. Éstos y los del PSOE se pelean por liderar la izquierda y los dos juntos no suman más que el PP. Además, no se pueden ni ver entre sí. 

En medio de este berenjenal del que nadie sabe cómo salir con bien, resalta con fuerza la limitada capacidad intelectual y política de la mayoría de nuestra clase política. Hay para desfallecer y suerte que los funcionarios siguen al pie del cañón, llevando el país hacia delante o hacia donde sea, porque si uno tiene que esperar algo de sus jefes políticos, que espere sentado y se arme de paciencia. Que no se haya alzado una guillotina en la plaza mayor de cada pueblo dice mucho del aguante, la paciencia y el buen sentido del pueblo español, porque si se alza, es empezar y no acabar.

Soria, el Panameño, haciendo el gesto de trincar algo.

En medio de este follón, decía, va don Mariano Rajoy y propone a uno que había sido ministro para un cargo en el Banco Mundial. Ese caballero propuesto es el señor Soria, que consiguió, a su paso por el ministerio, arruinar la industria de las energías renovables en España (uno de los sectores tecnológicos donde nos las prometíamos más felices a nivel internacional). Como Atila, rey de los hunos, ha acabado con los huertos solares y los parques eólicos a golpe de decreto, y por donde ha pasado no han vuelto a crecer. Pero hay más, porque el tipo dejó de ser ministro no por esa escabechina (u otras), sino porque lo pillaron con una pequeña fortuna en el exilio de Panamá, para no pagar a Hacienda. ¿Era legal o ilegal? No importa. Era inmoral. Además, mintió y no mintió una, sino mil veces, y le pillaron en falta. El escándalo fue tan, tan, tan gordo que don Mariano le pidió que dimitiera (porque lo de cesar a nadie está mal visto) y el señor Soria dimitió (volviendo a mentir, por cierto).

Don Mariano, expresándose gráficamente.

Ahora, cuando llevamos casi un año de gobierno provisional y vamos hacia unas terceras (o cuartas) elecciones generales, a don Mariano no se le ocurre nada más y nada mejor que nombrar candidato al Banco Mundial al exministro Soria, el Panameño. ¡La madre...! ¿No tenía a nadie más a quien nombrar? Quizá había pensado en Rita Barberá, no se descarta. Pero ¡por favor...! Así no se ganan socios para formar gobierno. ¿Se ha pegado un tiro en el pie él mismo a sí mismo mismamente? ¿O tienen razón los que dicen por ahí que la gente se lo tragará, como ha tragado tantas otras cosas? Lo de las tragaderas no se descarta. El PP, que compite con Convergència en ver quién es más corrupto todo él de arriba abajo, es el único partido que en las segundas elecciones de este último año ha crecido en número de votos, en valor absoluto y relativo. En otras palabras, ha hecho lo que ha querido y nadie quiere cobrarle la factura. Más de uno afirma que el PP ganaría votos en unas terceras elecciones. No les extrañe.

Pues, si no hay una sorpresa, Soria, el Panameño, ya navega rumbo al Banco Mundial. A ver si le quieren en la oficina, pero, mientras tanto, ya van diciendo por ahí que con Soria tenemos para otro Rato.

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