Cuestión de horarios


El lío del horario.

Ciertas personas llevan tiempo diciendo que el horario español tendría que adaptarse al horario europeo. Aquí, el verbo adaptar es un verbo agresivo, pues la frase viene a significar que hay que acabar con el horario español e imponer el horario europeo. Un horario que, por otro lado, no es uniforme.

Es cierto, quién puede negarlo, que en España tenemos problemas de horario. La gente sale tardísimo de la oficina y no hay manera de conciliar la vida familiar (o social, cultural o simplemente no laboral) con esa manía tan extendida. Con esta excusa, se nos pide que comamos a las doce del mediodía, en no más de media hora, poco, mal y con prisas, en vez de gozar de una comida tranquila con sobremesa, el sueño de cualquier europeo que se ve privado de ella. Por poner un ejemplo.

La cuestión de los horarios es muy compleja y estoy simplificando. Soy consciente de ello. Pero, en general, puede decirse que depende de dos factores principales. Uno, geográfico, puesto que el clima y las horas de sol condicionan necesariamente nuestras costumbres. El otro, podría llamarse cultural.

Si en el resto de Europa (es decir, en el norte) madrugan más, comen antes y cenan cuando nosotros merendamos es porque ahí se pone el sol casi antes de salir y las horas de luz son pocas. El clima invernal del centro de Europa no invita a pasear después de las cinco de la tarde. En esos inhóspitos y grises lugares, la gente no sale de tapas, por ejemplo, y es asomarse a la calle a las seis de la tarde y descubrir que todo está cerrado y el personal encerrado (en sus casas). Por eso abandonan la oficina a las cinco, con tanta prisa, para no quedarse fuera. 

Las consecuencias son claras y evidentes, y me remito a las estadísticas y a infinidad de estudios médicos y sociales. En el norte se maltratan más mujeres en casa, se suicidan más personas y se matan más entre sí, hay más alcohólicos y por lo general viven todos menos años que en España. Nuestro horario y nuestras costumbres a la hora de comer y dormir, por lo tanto, no serán tan malas como dicen. Fíjense en los turistas, qué rápido se adaptan. ¡Ah, el turismo...! Viviendo como vivimos del turismo, ¿podríamos cerrar bares, restaurantes, comercios y demás a las seis de la tarde como hacen en Alemania? Me da que no.

(Entre paréntesis añado que nuestro horario provoca situaciones que podríamos ahorrarnos, debidas al ruido, por ejemplo, y a una mala y breve noche. Como ya he dicho, el tema es complejo y para algo se inventó la siesta.)

Lo de salir de la oficina a las cinco o las seis de la tarde, para poder disfrutar del resto del día... Pero, vamos a ver, si a usted le paga la empresa un sueldo para trabajar ocho horas al día (que son cuarenta a la semana), ¿por qué trabaja más? Además, esas horas añadidas casi seguro que no se las pagarán. ¡Ése es el problema! Ahí está el daño.

Pongamos que comienza a trabajar a las nueve. Con una hora para comer, sale a las seis tan ricamente. Si entra a trabajar media hora antes, puede salir a las cinco y media o dedicar una hora y media a disfrutar de la comida. Si se permite una cierta flexibilidad horaria en la empresa (lo que es completamente factible en la mayoría de oficinas), puede librar algunas tardes. Etcétera. Lo sé yo y lo sabemos todos. 

Es decir, las empresas no pagan las horas de más ni con dinero ni con horas de menos; las empresas valoran mejor al que se pasa más rato en la oficina que a quien trabaja más o mejor en el tiempo que le han asignado; como el mercado laboral está como está, vamos a peor y las empresas convierten jornadas a tiempo parcial en jornadas completas abusando de los trabajadores. Etcétera. También es verdad que muchos trabajadores se han acostumbrado a tumbarse a la bartola en la oficina, pero eso es también el resultado de una mala gestión, si pensamos en ello. El trabajo que hacemos en una de nuestras famosas jornadas de diez horas podría hacerse en cinco con un poco de práctica.

Lo dejo aquí, porque es un tema que da para mucho y apenas hemos arañado la superficie. Pero si el gobierno de aquí y el de allá o el que sea quiere cambiar nuestros horarios, quizá tendría que pedir a las empresas (y a la misma administración pública) que cumplan los horarios que ya tienen, que ahora apenas son teóricos y tendrían que ser de verdad. Luego, ya veríamos. 

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