El incendio de la torre antiaérea de Friedrichshain (I)


Es incontable la cantidad de obras de arte de todo tipo que se han arruinado o perdido por culpa de la guerra. Ahora mismo, en Oriente Medio, los estragos son tremendos. Los yacimientos arqueológicos y los museos de Siria e Iraq están pagando las consecuencias de la estupidez humana. Sin embargo, quiero prestar atención a un suceso que ocurrió en Berlín, en 1945. Hablaré del incendio en la torre antiaérea de Friedrichshain.

La Segunda Guerra Mundial fue un reto para los conservadores de los museos de toda Europa. Los bombardeos aéreos sobre las ciudades en la retaguardia ponían en peligro sus colecciones, y todas las naciones que sufrieron la guerra hicieron lo que pudieron para ponerlas a salvo. Se vaciaron los museos. Unas obras de arte fueron llevadas bien lejos de las grandes ciudades, como fue el caso de las obras del Louvre. Otras fueron a parar a refugios antiaéreos, como las del British Museum. En Alemania se hizo lo propio con las grandes colecciones de Berlín o Dresde, por ejemplo, y con los miles de objetos artísticos que los nazis habían saqueado en los países que habían conquistado.

Los objetos de arte en poder del régimen nacionalsocialista fueron conservados en grandes minas de sal en Merker (Alemania) o Altaussee (Austria), lejos de los terribles bombardeos aliados sobre las grandes ciudades, o en lugares como Berchtesgaden o Neuschwanstein, castillos o fortalezas aisladas. Pero algunas obras de arte, ya fuera por su tamaño o por su delicadeza, no pudieron sacarse de las grandes ciudades. ¿Qué hacer con ellas?

Los alemanes habían iniciado un programa de construcción de torres antiaéreas en las grandes ciudades alemanas en 1941. Eran grandes torres de cemento armado que se elevaban en el centro de las grandes ciudades. En el techo de esas imponentes moles se instalaban cañones antiaéreos y directores de tiro (radares y telémetros). Hoy en día todavía pueden verse algunas de ellas en Austria y Alemania.

En Berlín se alzaron tres complejos antiaéreos alrededor de una Flakturm (torre antiaérea). A saber, Flakturm I (Berliner Zoo), Flakturm II (Friedrichshain) y Flakturm III (Humboldthain). Cada uno de estos complejos estaba formado por dos torres, la G y la L. 

Una pieza doble de 128 mm Flak 40 en la torre G del Zoo-Tiergarten.

La torre G o Gefechtsturm, torre de combate, tenía una base cuadrada de 70,5 metros y una altura de 39 metros. En el techo se habían instalado cuatro piezas dobles de 128 mm (FlaK 40) y ocho montajes cuadruples de cañones automáticos de 20 mm y algunas piezas automáticas de 37 mm. Una potencia de fuego descomunal. Luego estaba la torre L o Leitturm, mal traducida como torre ligera, pero en verdad torre de mando, donde se instalaba la dirección de tiro y el puesto de mando. La torre L tenía cuatro montajes cuadruples de cañones automáticos de 20 mm en el techo, aparte de las antenas de radar y comunicación. Su base era de 50 por 23 metros y su altura, de 39 metros, como la de la torre G. Las de Berlín fueron las primeras torres, del llamado Tipo 1.

Se diseñaron las torres para que también pudieran servir de refugio. Se calculó que cada complejo podría acoger ocasionalmente a 10.000 personas, que quedarían protegidas por paredes de más de 3,5 metros de acero y hormigón, que se creían impenetrables. Las torres antiaéreas fueron escogidas como el refugio ideal para las obras de arte de los museos berlineses que no podían abandonar la ciudad. En la torre L de Friedrichshain se almacenaron piezas procedentes de los museos berlineses en diversas celdas blindadas. Pinturas, esculturas, porcelanas, jarrones...

Una pieza cuadruple de 20 mm en la torre G de Friedrichshain.

La guerra se torció y llegó a Berlín. No sólo en forma de bombardeos aliados, sino de tropas soviéticas de a pie, que invadieron la ciudad en una terrible batalla final. Las torres antiaéreas resultaron ser defensas duras de roer. Ni siquiera los cañones soviéticos de 203 mm tirando a bocajarro hacían mella en sus paredes, así que los soviéticos, incapaces de tomarlas al asalto, las rodearon y sitiaron. En su interior se apiñaban los refugiados. En las de Friedrichshain llegaron a apiñarse más de 30.000 en la torre G y más de 10.000 en la torre L, superando con mucho la cifra de refugiados prevista en su diseño. Faltos de agua y alimentos, desesperados, se rindieron al fin. La última torre en rendirse, la del Zoo-Tiergarten, se rindió el 2 de mayo de 1945.

Hitler se suicidó el 30 de abril de 1945. La ciudad entera capituló el 2 de mayo. Aunque todavía hubo algún combate y tiroteos esporádicos durante unos días más, la batalla había terminado. Alemania se rindió incodicionalmente el 8 de mayo. Entre una cosa y la otra, se había incendiado la torre L de Friedrichshain.

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