¡Doblete! (Gran Premio de Mónaco 2017)


Correr por las calles de Montecarlo es una pesadilla y me atrevería a decir que una insensatez. Es un circuito urbano lleno de muros, curvas retorcidas, en el que no se puede adelantar ni en broma... Pero es Montecarlo. Lo digo de memoria, no se fíen, pero me parece que es, junto con Monza y Silverstone, el circuito más antiguo, con más solera, de la Fórmula 1. En los años veinte ya se corría en Montecarlo. Sin embargo, Monza y Silverstone han cambiado mucho desde entonces y el Grand Prix de Mónaco, apenas. 

Un Bugatti, seguido de un Alfa-Romeo, en Montecarlo.
Eran otros tiempos.

Es el único circuito en el que admito de buena gana el glamour y la obscena exhibición de lujo en forma de yates, casino, jet-set y James Bond echándose unos martinis con vodka al coleto. Porque forma parte del espectáculo. Las carreras de automóviles, cuando eran populares de verdad, idolatraban el circuito de Montecarlo, porque alimentaba la leyenda de unos pilotos que vivían deprisa y se mataban como moscas, consumiendo champán en el pit-lane y bellas señoritas entre carrera y carrera. Ahora no es así, y no sé si para bien o para mal, porque el lujo asoma en todas partes alrededor de la Fórmula 1 y lo popular se limita al televisor.

El ganador pasando cerca de la tapa de una alcantarilla.

Este año, ha ganado Ferrari. Es una buena noticia para el espectáculo y muy buena para los ferraristas, que no veíamos un Ferrari arriba en Montecarlo desde hace demasiados años. En los entrenamientos, Raikkonen quedó primero y Vettel, segundo. En carrera, Vettel ha aprovechado un cambio de neumáticos para apurar al máximo y adelantar así a su compañero. Se han invertido las posiciones y Ferrari ha conseguido la primera y la segunda posición. Mercedes-Benz ha tenido que conformarse con una cuarta y una séptima, que tienen cierto mérito considerando que no lo han tenido fácil.

Ahora mismo, Vettel suma 129 puntos y Hamilton, 104, 25 menos. Ferrari supera a Mercedes-Benz 196 a 179. La cosa está reñida. Podrá ganar cualquiera (aunque ya saben ustedes quién prefiero yo que gane, no nos vamos a engañar).

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