El uno a cero


Venga mi queja contra los que se encargan de eso de la comunicación y escriben los días con un número y la primera letra del mes, en mayúscula. Eso hace que nos llenemos de fechas históricas dichas en plan veinte ene, once ese, quince eme, veintisiete de... 

Si el siete jota es San Fermín, y canto uno e, dos efe, tres eme, cuatro a, cinco eme, seis jota y siete jota San Fermín, a Pamplona hemos de ir, etcétera, ya la tenemos liada. Porque fíjense que marzo y mayo son los dos eme, y junio y julio, jota. También podrían confundirse abril y agosto, y así tenemos a la mitad del calendario en zona confusa.

Nunca me ha gustado esta manera de señalar una fecha, cualquier fecha. Me resulta ridículo, incómodo, forzado, habiendo marzo, septiembre, diciembre... Pero, ay, en tiempos idiotas se cometen idioteces, y como decía un gran personaje, un tonto es quien comete tonterías.

Yo no leo el calendario, leo esto.

Una de estas abreviaturas me tiene entretenido, últimamente. Parece el resultado de un partido de fútbol. Hablo del uno a cero. Perdón, hablo del uno o. Pero yo, qué quieren que les diga, siempre que veo el uno o veo un uno a cero. Como tienen la manía de escribir los meses con mayúscula, como la o y el cero se parecen tanto... En fin, nunca aprenderán que mis dos lenguas son latinas, no anglosajonas, y que ninguna de las dos pone mayúscula en el mes. 

Hablaba del uno a cero, sí, perdonen. Parece ser que están cociendo algo para el uno a cero. Quieren convocar algo que no se sabe qué es, oficialmente, porque nadie ha firmado nada, nadie ha propuesto nada en un parlamento, nadie ha puesto negro sobre blanco, con toda clase de detalles su propuesta ni la ha sometido al escrutinio del resto de los agentes políticos del país, para que puedan argumentar a favor o en contra, proponer cambios o mejoras, criticarla, incluso rechazarla con razones. Quiero pensar, entonces, que el uno a cero será un acontecimiento deportivo, en el que alguien mete un gol y se da por ganador, justo cuando el partido no ha hecho más que comenzar.

Será Turquía la que esté ganando uno a cero. Porque aquí, como allá, operamos del mismo modo. Se pretende que las leyes se aprueben sin ser leídas, discutidas, expuestas o criticadas, arbitrariamente, a discreción de quien manda, por mayoría simple, digan lo que digan los demás agentes políticos, porque lo digo yo, amén. Algo muy erdoganiano. 

En la misma línea está la manipulación de los medios. La radiotelevisión pública da vergüenza ajena y se ha aprobado que los medios que no digan lo que el gobierno quiere que digan se quedarán sin subvención de ninguna clase. Tapan sus vergüenzas con la bandera y el ruido, pero no hacen nada para arreglar el destrozo que han sufrido los servicios sociales, la sanidad o la educación pública, las políticas de empleo, cultura, investigación... estos últimos cinco años que preceden al uno a cero, un acrónimo destinado a sostener a los mismos que han provocado el desastre justo donde están, donde puedan seguir haciendo daño y desastrándolo todo. Que no han parado de enriquecerse, mientras tanto, comisión y mano tendida mediante.

Ya sabemos a quién han metido el gol, quién lo acabará pagando.
Pierden los de siempre, y además, engañados.

Por el otro lado, hay motivos de risa en este empeño patrio del uno a cero. El episodio de las urnas, por ejemplo. Quizá acabe marcando el gol quien menos se le espera.

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