La magia del asunto


La política, la gestión de la res publica, ha de ser llevada a cabo con la ayuda de la razón y el raciocinio. Tendría que ser así y desde que los griegos inventaron la democracia, incluso antes, este punto se subraya una y otra vez, no se nos vaya a olvidar, no vayamos a dejarnos arrastrar por la pasión y perdamos de vista que la política es el resultado de una discusión de argumentos, no de sentimientos, basados en hechos, no en creencias. Digo es, pero, ay, resulta que hoy es un tendría que ser y no es. Salta a la vista.

Bajando a los hechos, tenemos un ejemplo en el asunto que trae de cabeza a los catalanes; esto es, quién coño nos manda, qué coño está haciendo y por qué. Las consecuencias las estamos pagando y las pagaremos todos, pero merece una especial atención la magia del asunto, y no se trata de una expresión metafórica, sino realmente de magia.


Ciertamente, las relaciones entre el prusés y la magia y el esoterismo merecerían un estudio desapasionado y objetivo, que sorprendería a muchos. 

Cabe recordar que el pujolismo (y con él, todo el follón) se inició en un movimiento nacional-católico (como el franquista, pero con otra bandera) llamado Crist-Catalunya, donde se mezclaba la religión con la política (versión identitaria-supremacista), lo que siempre, siempre, resulta en una mala combinación y nunca, nunca, entra en el terreno de la discusión razonable sobre hechos objetivos. El señor Pujol se aficionó a la mística y no tardó en pillarle el gusto a la magia, porque quien cree en una idea rara puede creer perfectamente en dos, y ya puestos, en tres o cuatro.

Sólo recordaré el caso de la bruja Adelina, que en su día mereció algunos apuntes de El cuaderno de Luis. Pasen y vean el género de padre de la patria que nos ha tocado en suerte. Si no los leyeron en su día, léanlos ahora, cuando tengan un poco de tiempo.

La bruja Adelina
La fraudulenta sociedad del señor Pujol y la bruja Adelina
Declaraciones de la bruja Adelina

Desgraciadamente, añado, el caso de la bruja Adelina no es exclusivo del pujolismo. Tenemos a Martita, la echadora de cartas, de la que hablé en su día (poco, en verdad), aquí:

Dios mío, qué panorama tenemos...

Pero otros protagonistas del asunto tienen también conexiones mágicas y místicas. Para ello, nada mejor que la Iglesia, actor muy principal en el prusés, aunque de tapadillo. Las reuniones del señor Junqueras en la abadía de Montserrat con los padres benedictinos merecería una investigación. También, sus relaciones con el cuerpo cardenalicio del Vaticano, mencionadas, pero nunca exploradas en profundidad. ¡Llamen a los vaticanistas!

Los discursos del orondo dirigente republicano parecen sermones y su afición a decir que él es bondad y amor, entre jipíos y lagrimones, y que quien no esté con él sólo puede ser contrario al Señor nos muestran, en primer lugar, un preocupante desequilibrio emocional en situaciones tensas y, en segundo lugar, una fe y un arrobamiento místico que ciega la razón, asunto que también invita a considerar el tema de la magia, el misticismo y la psiquiatría en todo esto, o el pronto ingreso en un seminario del líder republicano, para que pueda abrazar su verdadera vocación.

La mujer del señor Mas (y el mismo señor Mas) es también de la cuerda nacional-católica, muy nacional y muy católica. ¿Se acuerdan del discurso de las peras y las manzanas de la señora Botella de Aznar? Pues más o menos en aquel entonces la señora del señor Mas hizo unas declaraciones en televisión sobre el matrimonio homosexual (en BTV) que dejaban las de la señora Botella de Aznar muy, pero que muy atrás. En Cataluña nadie se hizo eco de ellas; fuera del país, no le importaron a nadie. Pero su intransigencia con el pecado contra natura, que dijo, me puso los pelos de punta y ya no hablo de lo que exclamaron los colectivos ésos de tantas letras (LGTB y no sé cuál más). Fue terrible. Acto seguido, largó sobre la patria y la religión como un todo que, la verdad, me provocó escalofríos y me recordó más a Calvino, a Savonarola o a un imán integrista que a un católico normalito. Supongo que, si las buscan, en algún lugar estarán estas declaraciones. Más magia al saco.

Pero, claro, también tenemos a un ministro del Interior con un ángel de la guardia llamado Marcelo... En fin, que hay para todos.

El que faltaba en la comedia es el señor Puigdemont que, ay, también es aficionado al esoterismo. De hecho, hace ya meses que se publicó (y no se ha desmentido) que su señora considera seriamente que tiene poderes psíquicos; es decir, que es un poco vidente y tal, ese tipo de cosas. No lo dice por hacer broma, sino que, al parecer, cree en ello y se lo toma en serio. El matrimonio, visto lo visto, se sumaría a la larga tradición pujolista con creencias religiosas aderezadas con magia y esas cosas tan guays del Veo, veo.

Finalmente, hacer notar que el día del referéndum del uno a cero el Virolai (el himno mariano catalán por excelencia) fue uno de los cánticos más recurridos por los manifestantes, que lo entonaban como si fueran esos cristianos de la película Quo Vadis? arrojados a los leones, que hacen exclamar a Nerón (un magnífico Peter Ustinov): ¿Por qué cantan? El paralelismo es, si quieren, casual, pero muy acertado. Ahí estaban, prestos al martirio, cantando a la Virgen María, mientras sus apóstoles a saber dónde estarían, pero no, desde luego, en primera línea.

Todo esto, madre de Dios, en la Comunidad Autónoma con más ateos de España y con menos gente que acude a misa. ¿Será verdad que a falta de una fe el público busca otra y se abrazan a ella? De verdad, de verdad, que esto merecería un estudio muy serio, pero que muy serio, sobre algo tan tremendamente surrealista. Nos hemos vuelto todos locos.

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