Propósitos (imposibles) para el nuevo año


El cuaderno de Luis preguntó a sus lectores por los propósitos que han hecho para el nuevo año. Añadir imposibles (entre paréntesis) es una redundancia escrita a propósito, para recordar que rara vez acometemos lo que nos proponemos el primer día de enero. 

El 16% de los lectores se ha propuesto ceder, callar y otorgar este nuevo año. Será porque son lectores respondones y picajosos, que pretenden tomarse las cosas con más calma, o simplemente rendirse, apabullados.

Otro porcentaje similar pretende dejar el alcohol y las drogas. ¡Ja! ¡Como que es tan fácil! 

Otro 16% quiere leer un libro. Antes de que mis lectores se echen las manos a la cabeza, sepan que ya he dado aviso y alarma a las autoridades, para que tomen las medidas que consideren oportunas. 

Uno de cada tres lectores quiere adelgazar y hacer deporte. Es decir, uno de cada tres de mis lectores está gordo y prefiere pasar el tiempo delante del televisor que detrás de un libro. Es lo que hay.

La mitad de mis lectores promete que estudiará y será un niño bueno. Semejante mentira provoca pasmo y desconcierto, porque tal propósito rara vez se cumple. Pero es lo que se espera de un propósito de Año Nuevo, ¿no?

Dos de cada tres de mis lectores quieren trabajar en 2014. Cómo está el patio, que diría aquél. Esta confesión pone en entredicho las estadísticas del ministro y de su gabinete.

Finalmente, dos de cada tres de mis lectores quieren ser felices y merecedores de serlo. Ojalá lo consigan.

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