¡Se nos echa encima!


Cuando hice la primera comunión, el parque de atracciones presentaba este aspecto y muchas voces pedían detener las obras y derribar todo lo que no hubiera hecho Gaudí.

Parecía que nunca iba a acabarse, y nunca se acaba, pero ya se dice que en el 2026 habrá llegado a lo más alto (es decir, se convertirá en el templo católico más alto del mundo) y que entonces sí que se acabará de construir... o casi. 

Porque está el pequeño detalle del pórtico de la Gloria.

Hablo, naturalmente, de la Sagrada Familia y sobre el pequeño detalle, ahora les explicaré:

En medio del Ensanche, un gran parque de atracciones se alza sobre el skyline de la ciudad, la Sagrada Familia. Ocupa, ahora mismo, unos 45.000 metros cuadrados y ya ha invadido aceras sin permiso. La de la calle Mallorca, por ejemplo. Cuidado con la calle Mallorca, porque es protagonista del pequeño detalle.

Como ya he dicho está en perenne construcción desde hace 133 años, si no he errado en las cuentas, y nunca ha pagado un permiso de obras. ¡Nunca! Hasta que, a finales del año pasado, parece que los propietarios del parque de atracciones llegaron a un acuerdo con el Ayuntamiento de Barcelona, del que se saben cosas, pero no se saben todas. Y si preguntas, no responde nadie. La principal pregunta es, naturalmente, cómo se resolverá el pequeño detalle.

En este acuerdo que digo, los propietarios del templo pagarán 36 millones de euros en diez años para compensar el descuido de no haber pagado ningún permiso municipal en un siglo y pico, con un pico muy largo. Así, de entrada, 36 millones parecen muchos millones, ¿verdad? No son tantos.

Para que se hagan una idea, el presupuesto de la Gran Mona de Pascua sumó unos 80 millones el año pasado; 50 millones para las obras y el resto en pitos y flautas, sueldos y salarios. Se calcula que ingresaron unos 100 millones sólo con la venta de entradas, lo que daría un beneficio bruto de 20 millones al año, tirando por lo bajo. Sumen derechos de imagen, souvenirs, etcétera. Y luego añadan que los propietarios y gestores de esta atracción de feria que hace las veces de basílica para disimular obtienen del Estado (a nivel municipal, autonómico y estatal) un trato fiscal especial. Es decir, pagan muchos menos impuestos que usted, yo o cualquier otro por lo que ganan. 

Esos 36 millones, teóricamente, servirán para beneficiar a la ciudad. Teóricamente, digo. Se gastarán dos de cada tres en la mejora del transporte público y el resto en adecentar los parques vecinos. Se construirá una salida del metro directamente en el recinto del parque de atracciones, para que los turistas puedan acceder más directamente. Los propietarios del templo pagarán siete millones y el resto (que no será pequeño) lo pagaremos todos. Beneficio asegurado.

Todo eso por 3,6 millones de euros al año, que no son nada cuando el beneficio neto andará por los veinte millones al año. 

El parque de atracciones está hoy más o menos así.
Para completarlo, tendrían que arrasar dos islas de casas, a la izquierda de la imagen.

Pero está el pequeño detalle del pórtico de la Gloria, que sería la entrada principal del templo. Esa fachada se plantaría en medio de la calle Mallorca y la entrada se situaría a cinco metros por encima del actual nivel de la calle. Para acceder a esa entrada, sería precisa una escalinata monumental y para que todo quedara la mar de bien y con una perspectiva decente, tendrían que derribarse varios bloques de viviendas, para crear un parque que los más optimistas señalan que llegaría hasta la calle Aragó.

Una maqueta del templo acabado donde se ve el pórtico de la Gloria y la escalinata.

Esto, en román paladino, quiere decir que la construcción de la Sagrada Familia amenaza (sí, amenaza) los hogares de 3.000 personas que viven en su vecindad. Con el beneplácito del Ayuntamiento de Barcelona, podrían ser expulsadas de su casa y me jugaría el cuello que, viendo quién nos gobierna, todavía pagaríamos el desahucio con dinero público. 

Porque a un lado de la plaza de Sant Jaume tenemos al gobierno de la Generalidad de Cataluña, gente de misa y devota, y al otro tenemos a una alcaldesa que presume de moderna sin serlo. Los primeros no levantarán un dedo contra los propietarios del parque de atracciones. La segunda tiene los días contados, me temo.

Seré una persona obtusa, lo sé, pero fíjense: ante la intención pública y manifiesta de una fundación privada de dejar a 3.000 personas sin hogar, en medio de Barcelona, la alcaldesa de Barcelona mira hacia otro lado y si le preguntan, responde que es bisexual. No responderán mejor sus vecinos del otro lado de la plaza de Sant Jaume. A los vecinos, que les den.

Seguro que saldrá alguno diciendo que el pórtico de la Gloria... Pues, miren, la iglesia de San Lorenzo, en Florencia, obra del genial Brunelleschi, no tiene fachada principal y no pasa nada; bien bonita que es.

La que quizá sea la más bella iglesia de Florencia no tiene fachada.


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