El duque y la escuela de negocios

La Escuela Superior de Administración de Empresas, conocida popularmente como ESADE, es una prestigiosa escuela de negocios de Barcelona, famosa porque si uno va y dice que es un máster de ESADE, la gente lo mira con otros ojos. Se dice que no es tanto lo que te enseñan ahí como a quién conoces, y parece que uno paga más por la bolsa de trabajo de los estudiantes que por saber qué es un benchmarquin (palabro que define una comparación sistemática de varios productos similares).

Pero el prestigio de ESADE se ve perjudicado por algunos sucesos.

El último, el del duque de Palma-Arena, don Ignacio Undargarín, Iñaki con ka para hacerse con el pueblo, que ha sisado lo que ha podido y más con el auxilio de un socio, el señor Torres, profesor de ESADE. Según me dicen, don Ignacio ponía la cara (dura) y el señor Torres organizaba la parte empresarial del saqueo. Siguen diciéndome que un novato no lo habría hecho peor, que fue una organización simple, torpe, imprudente y burda, y que un inspector de Hacienda con los ojos vendados habría tirado del hilo y desmontado el cotarro en menos tiempo que se tarda en decir amén. ¡Qué bien deja a ESADE un profesor que organiza los negocios tan malamente! ¿Eso le enseñaron en ESADE? ¿Eso enseñaba en clase?

Corrió la voz entre los antiguos y modernos alumnos de ESADE: nada de hablar con la prensa sobre el caso Undargarín. Pero, quiá, la orden partió demasiado tarde.

Hace un par de días, don Marcel Planellas presentó la renuncia a su cargo de secretario general de ESADE. La razón se conoce y ha salido en prensa: cobró 128.000 euros de don Ignacio y el señor Torres a través de empresas diseñadas para hacerse con el saqueo de fondos públicos. Los motivos personales que le han llevado a renunciar a la secretaría general de ESADE no le han obligado a renunciar a su cargo de profesor de Política de Empresa. Pues, me gustaría asistir a clase, para estudiar el caso de la política de empresa de la Fundación Nóos y aprender a forrarse uno a costa de los demás. Nóos vamos a divertir.

El señor Planellas no era un novato, sino que llevaba veinticinco años de profesor de ESADE. Amparado en ese prestigio (¿infundado?), cobró esos ciento y pico mil euros por labores de consultoría, que consistían, básicamente, en corregir algunos de los informes que había redactado (o copiado del güiquipedia) la Fundación Nóos. Ya saben: el fútbol es un deporte que juegan dos equipos de diez futbolistas y un portero... El tipo cobra por hora de trabajo entre 200 y 250 euros, y se limitó a corregir algunos textos... si es que realmente los llegó a corregir. Según consta en sus declaraciones ante un juez, dedicó a la Fundación Nóos 113 horas de trabajo... en tres años. Se deslomó, vamos.

También consta que la Fundación Nóos intentó colar algunas de las facturas del señor Planellas varias veces, en diferentes proyectos, por ver si colaban, aunque el señor Planellas afirma que él sólo las cobró una vez. Es lo que tienen las facturas, qué le vamos a hacer.

Ahora bien, tendrían que oír hablar al señor Planellas del trabajo de don Ignacio y el señor Torres. Un trabajo magnífico, dice, muy profesional, de primera clase... A mí me da que ni se lo leyó. Muy profesional, muy esade.

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