Yo, de mayor, quiero ser ESADE (o abogado de un ESADE, mejor)

Se publica hoy en los periódicos. El socio de don Ignacio Undargarín, el señor Torres, va y dice (textualmente): Si me tengo que comer el marrón solo, tiraré de la manta. Pura poesía, verbo delicado. Tirar de la manta significa que puede enviar a los periódicos, o publicar de cualquier modo, unos doscientos documentos (en su mayor parte, correos electrónicos) que, sostiene, implican en los negocios de la Fundación Nóos tanto al suegro de don Ignacio, insigne cazador de elefantes, como a la mujer del socio del señor Torres, que ahora mismo no sabe nada, no ha visto nada, no ha oído nada y no ha hecho nada, pero se ha beneficiado del parné. Por lo que se sabe, ambos personajes, el cazador y su hija, andan metidos hasta el colodrillo en asuntos bastante turbios que podrían arrastrar a la ignominia a nuestra institución monárquica. Quién nos lo iba a decir.

Para quien todavía no lo sepa, la Fundación Nóos era una entidad sinónimo de lucro.

A esto que hace el señor Torres le llaman en mi tierra extorsión, y no chantaje, porque chantaje viene de chantage, en francés, parece más fino y, qué quieren que les diga, queda mejor llamar a las cosas por su nombre y extorsión es lo más adecuado. Así que el señor Torres pide no cargárselas sólo él y su señora, sino repartir las culpas con su socio y señora. Además, pide diez millones de euros por la cara, un millón de euros para pagar a su abogado, y (esto ya es abusar) un trabajo fijo, a cambio de no chivarse. Un trabajo fijo... A tal punto llegan sus exigencias. Qué escándalo.

Es que el señor Torres estudió en ESADE y se le nota. Con todo, es el abogado del señor Torres el que mejor se lo está pasando, porque cobrar un millón de euros por ser apenas el correveidile de un sinvergüenza... De un ESADE, perdón.

P.S.: Yo, de ser el juez instructor, le pido los documentos al señor Torres ya mismo, todos, o le meto un paquete por obstrucción a la justicia, complicidad en váyanse a saber qué, extorsión y lo que haga falta que se iba a acordar de mis muertos. Pero no soy el señor juez, y éste sabrá lo que se hace. O quizá no lo sepa. Qué sé yo.

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