Siguiendo la lógica


Las cosas tienen su lógica o carecen de ella. Según Marta Rovira, diputada autonómica de ERC, en unas declaraciones a la emisoria de radio RAC 1, recogidas por la agencia EFE, El Gobierno español nos hacía llegar por múltiples vías que, si continuábamos por este camino [declarar la república catalana], habría escenarios de violencia extrema, con muertos en la calle. Añadió la señora que Directamente nos decían esto: que habría sangre y que teníamos que parar porque no dudarían esta vez, y que esta vez no serían pelotas de goma, sino balas. Luego dijo que en un cuartel se habían detectado movimientos de armas (sic). Vaya.

Estremecedor documento gráfico:
Las tropas, listas para el baño de sangre.

Quizá por ello (hipótesis) el señor Puigdemont se sopló el flequillo, alumbró la luz, vio el percal y accedió a convocar elecciones autonómicas, no fuera a intervenir el Gobierno de España a sangre y fuego y se suprimiera la autonomía a cañonazos. Curiosamente, fue la señora Rovira (a gritos, me dicen) la que montó el pollo más considerable para que el señor Puigdemont no convocara elecciones autonómicas y proclamara, en cambio, la república catalana. Tanto se desgañitó ella y tanto se agitó su entorno que el del flequillo se sumó al donde dije digo digo Diego y se proclamó la república catalana... o algo parecido.

¿Hubo violencia? No. No la hubo. ¿Ni siquiera un poquito? Nada. Se proclamó y... Les explicaré. La reacción violenta del Estado fue la siguiente: Hubo un anuncio en el BOE la mañana siguiente y días después, el requerimiento de un par de jueces. Eso de las balas, la sangre y el drama quedó para el cine. En la calle, calma chicha. Fin.

A decir verdad, no hubo violencia, pero tampoco hubo un gran alborozo en la calle, ni una feroz resistencia, nada. Hubo una fiesta en la plaza de Sant Jaume, eso es todo, que se apagó sola al caer la noche y que se celebró toda ella bajo la bandera española, que no dejó de ondear en la sede de la Generalidad de Cataluña todo el rato que duró la juerga. Tocadas las diez, ya se había retirado todo el mundo. Fue muy anodino, lo menos en Barcelona. Si no llega a ser por la televisión o los periódicos, que le sacaban punta al lápiz, ni nos enteramos. Hay más ruido en la calle cuando el Barça gana al Real Madrid (o viceversa) o cuando gana (o pierde) la selección española de fútbol un partido de cuartos de final.

Fíjense el razonamiento que siguió la señora Rovira en su momento más decisivo. Chicos, si proclamamos la república, habrá muertos por la calle, porque tirarán con bala. Por lo tanto, president, proclama la república ahora mismo y venga la violencia. Pero ¡no avises al pueblo de la que se les va a echar encima! Disimula, pon buena cara, déjalos ahí plantados (¡mira qué contentos que están!) y sal por la puerta de atrás. Así se hizo. Lógico, ¿no?

Me ahorraré los comentarios. No quisiera malgastar el verbo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario