Simpáticos y antipáticos


Recuerdo el placer que me procuraba la lectura, casi compulsiva, de las novelas de Agathe Christie que había publicado la editorial Molino. Solían ser lecturas de verano, que compartía con mi tía, en Sitges, también muy aficionada. Las devoraba, me duraban un visto y no visto. En esa época conocí a Sherlock Holmes, pero apenas atisbé su grandeza. Hércules Poirot (Hercule, si nos ponemos puristas) era entonces mi héroe.

Un héroe extraño. Tenía todos los números para resultar antipático. Era maniático, puntilloso, lucía un bigote untado con pomada, del que se sentía orgullosísimo, era bajito, gordo, tenía cabeza de huevo... Era belga, que no francés (asunto en el que insistía con frecuencia) y ¡caramba! ¡Me caía la mar de bien! 

Era un detective infalible que basaba su investigación en la psicología. Las novelas eran todas más o menos iguales (lo que las hace más atractivas, porque el lector pasea por un lugar conocido). Un grupo de personajes, normalmente de la decadente y aburrida alta sociedad, se dan a conocer mientras Poirot anda por ahí y ¡zas! Va y matan a un personaje. Pronto resultará que todos los presentes son una mala pieza, que tienen secretas razones para cometer un asesinato y Poirot, al final, los reunirá a todos en una habitación y después de presumir de lo listo que es señalará al culpable. Fin.

David Suchet, haciendo de Poirot.

En el cine y en la televisión, con magníficos actores como Albert Finney o Peter Ustinov haciendo de él, sin dejarnos los 70 capítulos de la serie de televisión con David Suchet haciendo de un inigualable Poirot, el detective belga siguió cayéndome la mar de bien. Me era simpático.

Margaret Rutherford, haciendo de Miss Marple.

Todo iba bien hasta que tropecé con un personaje adorable, en apariencia, Miss Marple. Una mujer entrada en años, que vive en un pueblecito de la campiña inglesa, una mujer optimista, idealista, soltera, curiosa... una metomentodo, una entrometida insoportable. Porque me cayó del revés sólo conocerla. Fue una reacción visceral, que conservo todavía. No me explico por qué una mujer que lo tiene todo para caer bien acaba cayendo fatal. Misterio. El personaje me sigue cayendo antipático, pasados tantos años, sea en papel, sea en el cine o en la televisión. (Aunque, en honor a la verdad, la Miss Marple de Margaret Rutherford merece un aplauso.) Antipática. ¡Qué le vamos a hacer!

No pido que compartan mi opinión, ni mucho menos. Seguro que ustedes piensan diferente. Sólo quiero manifestar que para gustos, colores, y que nada garantiza a un escritor que su héroe vaya a caer bien o que el previsto canalla acabe siendo un adorable osito. Es muy duro enfrentarse a cosas que escapan de tu control y es algo a tener en cuenta.

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