De vuelta a clase


Yo también vuelvo a clase después del paréntesis de agosto. A clase de esgrima, a tirar con sable. Basta con un mes para descubrir que el óxido no se deposita sólo en los metales, y que habrá que recuperar fuerzas, estilo y pericia. ¡En eso estamos! No es que tuviera muchas fuerzas, ni estilo, ni pericia, ya puestos, pero algo había y tendré que dar con ello.


Así que pulí hoja y cazoleta de mi sable y regresé a las clases la semana pasada. Uno, dos, marcha, fondo, romper, parar en quinta, responder, etc. La frustración es grande, pero el empeño es mayor y las ganas de mejorar, todas.


También, para ponerme en situación, eché mano del video y ayer me puse Captain Blood (Michael Curtiz, 1935), la película que resucitó a los espadachines en Hollywood después de la Gran Depresión y la incorporación del cine sonoro. Hay que ver a Flynn y Rathbone batiéndose en la playa, una toma que hicieron toda seguida, en directo y sin dobles. Aunque luego uno y otro harían demostraciones de esgrima más finas, esta escena arrancó el aplauso espontáneo de los extras que la vieron, y del equipo de producción, Curtiz incluido, porque ambos actores la ensayaron en secreto y fue, en verdad, una agradable y sorprendente sorpresa.

(Entre nosotros, alguna vez he puesto en práctica algún golpe visto en las películas, con buenos resultados. Pero visto en películas antiguas, que conste, porque los combates a espada o sable de las películas de ahora nada tiene que ver con la esgrima de verdad. Una pena, ¿no?).

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