Cada profesión tiene un código lingüístico particular y la política especialmente. Les pondré un ejemplo muy sustancioso.
No sé si será verdad o mentira, pero se dice que en CiU ha comenzado una pelea soterrada y crudelísima para ver quién sustituye a don Artur Mas, perjudicado por la mayoría excepcional que consiguió el pasado 25 de noviembre.
Las voces que sostienen semejante teoría apuntan cada uno hacia su candidato favorito y no faltan candidatos: el ínclito calvo, don José Antonio Duran, presente siempre en cualquier quiniela por el poder en Cataluña; Felip Puig, superviviente; Oriol Pujol, hijo de su padre; Francesc Homs, de mérito ignoto; etc.
Pero un nombre que suena mucho es el del señor Recoder, que fue conseller de Territorio y Sostenibilidad y alcalde de Sant Cugat del Vallès y que se ha negado a seguir en el Gobierno de los Mejores. Ese gesto mueve a sospecha.
He aquí por qué, hace poco, un periodista le preguntó al señor Recoder si querría ser candidato a Presidente de la Generalidad de Cataluña (en vez de don Artur Mas, se supone). Recoder respondió:
Yo no cierro la puerta a nada, pero no forma parte ni ha formado nunca parte de mis planes poder llegar aquí donde usted dice.
Traducción: ¿Si querría ser Presidente...? ¡Ya lo creo que sí! ¡Ahora mismo!
Lo traduzco para que se entienda. El argot de la política es un mundo en sí mismo.
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