¡Con la Iglesia hemos topado!


Mas, mirando hacia el cielo y el señor cardenal, hablando a los asistentes.

La ligazón entre CiU y la Iglesia católica es muy íntima y viene de antaño. Se remonta a los años cincuenta, con un Jordi Pujol militante en Crist-Catalunya (Cristo-Cataluña), un grupo religioso en lo nacional y político en lo católico, donde empezó todo. Culmina en estos tiempos, cuando CiU imita lo visto y ahora cuenta con un Mesías y sus Apóstoles, que es tanto como decir que estamos todos a merced de don Artur Mas y los Mejores, que están escribiendo el Libro del Proceso de Transición Nacional, el nuevo Evangelio catalán según Sant Jordi.

Proceso de Transición Nacional. El becerro de oro simboliza los presupuestos.

Cuenta don Artur que el Proceso de Transición Nacional es la estrategia política que nos sacará de esta decadencia moral, ética y política que padecemos (de la que él es actor, parcialmente responsable y partícipe). Pretende, pues, arrojarnos en brazos de la más completa ruina de un fracaso tremendo e innecesario para que los de siempre salgan de rositas y con la bolsa llena. Tal será el resultado final, salga de dicho proceso un nuevo Estado o lo que los catalanes llaman un bunyol, expresión intraducible hasta donde yo alcanzo, que no deseo para nadie. En el primer caso, imagínense un nuevo Estado en manos de esta mala gente: no lo quisiera para mí. En el segundo caso, ¡cuántos esfuerzos perdidos para quedar peor que al principio!

Etapas del Proceso de Transición Nacional.
Uno, o pacto fiscal o mayoría excepcional para iniciar el proceso.
Dos, presentación del programa electoral que encabezará el proceso.
Tres, resultado electoral y realpolitik.

Pero hablaba de esta metamorfósis épica, gloriosa y mística de los catalanes que nos llevará a la Arcadia pastoril-nacional. Porque don Artur se arroga a sí mismo el papel de pastor que guiará a las ovejas hacia los mejores pastos, aunque algún borrego insinúe que sólo quieren esquilarnos y alguna cabra loca que nos llevan de cabeza al matadero. ¡No hagáis caso de los agoreros! El verde y jugoso pasto de la Sublimación Nacional compensará vuestras penas e incrementará nuestros beneficios, nos dice. Bé, bé, molt bé, decimos, que en catalán es una expresión aquiescente.

¿Qué le parece el Proceso de Transición Nacional?
Bé, bé, molt bé.

Con esta religión en el morral, don Artur quiere interferir en la política vaticana. Me han oído bien, don Artur Mas quiere intrigar en el Vaticano. De hecho, ya lo ha hecho, torpemente, según cuenta el periodista Alfons Quintà, que escribe en www.eldebat.cat. El señor Quintà se la tiene jurada al señor Mas, sea dicho, pero quizá no le falten razones. En todo caso, ha escrito esto.

El señor Mas busca aliados hasta debajo de las piedras y como CiU tiene en su ADN un nacionalcatolicismo de la vieja escuela, ha creído oportuno y muy interesante sumar cardenales a la causa del Proceso de Transición Nacional. No ha tenido demasiado éxito. El actual arzobispo de Barcelona le dijo que la Iglesia está antes por lo social que por lo nacional, y con más razón con la crisis que está cayendo y la sobrecarga que padece Cáritas con tanto pobre. Luego intentaron ganarse al Secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Bertone. Pero Bertone es mucho Bertone para un mediocre tan mediocre como nuestro presidente catalán y éste volvió a fracasar, según el señor Quintà.

Tarsicio Bertone, la mano que mece la cuna.

Pero ¿quién quiere cardenales pudiendo tener un papa en el bolsillo? El señor Quintà insinúa que los Mejores intrigaron (no sé cómo) para que los cardenales escogieran al cardenal quebequés Marc Ouellet, que, siendo quebequés, seguro, seguro, que se mostraría a favor del Proceso de Transición Nacional. Salió Francisco, gracias a Dios, que parece un hombre bueno y razonable.

El señor Mas no se deja amilanar por tantos fiascos seguidos. Insiste. La licenciada Ortega, vicepresidenta del Gobierno de los Mejores, y Xavier Puigdollers, director general de Asuntos Religiosos (sic) del Departamento de Gobernación, viajaron a Roma con la excusa de la consagración del papa Francisco, pero con la intención de conseguir el apoyo del Vaticano para el Proceso de Transición Nacional.

Cabe hacerse dos preguntas antes de proseguir: ¿Cuánto nos costó el viaje? En un Estado laico, ¿es necesaria una Dirección General de Asuntos Religiosos? Creo que nos podríamos ahorrar el coste de un director general, despacho y asesores, sinceramente, ahora que la Generalidad de Cataluña cierra escuelas y hospitales.

Los dos personajes, cuenta el señor Quintà, aprovecharon su visita al Vaticano para pedir un nuevo arzobispo de Barcelona favorable a la independencia de Cataluña, no como éste, que da preferencia a la cuestión social cuando tendría que andar predicando con la bandera, dijeron. Cuenta el señor Quintà que los funcionarios de la Curia del Vaticano trataron a nuestros Mejores muy amablemente, pero respondieron que la Santa Madre Iglesia es católica y universal (id est, omnium hominum, non quorumque), que lo del César es del César y adiós, que lo pase usted muy bien.

El señor Rajoy promocionando la exportación de productos textiles.

Dicho esto, sólo faltó que días después apareciera don Mariano Rajoy, presidente del Gobierno de España, para visitar al papa Francisco. El señor Rajoy es un tipo campechano, que fuma puros mientras ve un partido de fútbol. Ésta es su máxima aproximación a la cultura política que se le conoce. Es decir, tiene una cultura política por encima de la media en España. Así se explica que le regalara una camiseta de la Roja al papa, que es de otro equipo, vaya por Dios. ¿De quién fue la idea? Seguramente, del mismísimo señor Rajoy. No lo sé yo, pero no me extrañaría.

¿Qué imagen estamos dando en el extranjero? ¡Entre unos y otros...! ¿Qué van a pensar?

El Vatican Information Service (VIS) ha publicado una nota que relata el curso de este encuentro. Recomiendo que la lean. En pocas palabras, el Vaticano dice que el problema ahora mismo en España es la pobreza y la crisis económica, a la que sumar una crisis institucional. La solución propuesta por la Iglesia es (cito) la necesidad de diálogo entre todos los componentes de la sociedad basado en el respeto mutuo y que tenga en cuenta valores como la justicia y la solidaridad en la búsqueda del bien común. Es tan razonable y contiene tanto sentido común que resultará incomprensible para la mayoría de nuestros políticos.

Mientras tanto, en Madrid, la Conferencia Episcopal Española ha estirado las orejas al Gobierno de España señalando que está tardando demasiado en prohibir el aborto, retirar la condición de matrimonio a las parejas homosexuales o recuperar el prestigio y la obligatoriedad de la asignatura de Religión en las escuelas públicas. La amonestación ha sido pública y removerá las tertulias de Intereconomía y 13 TV, a la vez que desvela el pago por los servicios prestados.


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