Nos ha vuelto guapa de vacaciones


Pequeña, pero de armas tomar, dicen.

Doña María Soraya Sáenz de Santamaría Antón, que así se llama, es la vicepresidenta, ministra de la Presidencia y portavoz del Gobierno de España, que preside don Mariano Rajoy. Es decir, que nos guste o no, es un peso pesado en la política española. Por eso mismo, merece la atención de los medios de comunicación. 

Sucede lo que tiene que suceder y lo que es bueno que suceda. Su proceder en ese cargo público está expuesto a las críticas. Los partidos de la oposición se esfuerzan en pillarla en falta y la prensa, según le va. Unos periodistas la dejaran por los suelos y otros, por las nubes. Pero a veces no sé qué es peor, porque algunos amigos hacen las veces de enemigos.

En este artículo del diario ABC, que tiene apenas un día, se da la bienvenida a doña Soraya al inicio del nuevo curso político. ¿Cómo? Como podrán leer:

Soraya Sáenz de Santamaría vuelve coqueta de las vacaciones, dice el titular. La entradilla añade: La vicepresidenta del Gobierno empezó el curso político muy favorecida con un nuevo look. ¡Caramba! Look sin cursiva. 

El artículo no aparece en la sección España, que es la de Política en el ABC. Aparece en la sección Gente, donde se leen las aventuras de famosos y famosillos. Pero da lo mismo. Empieza por ahí y sigue en la misma línea.

Según parece, la vicepresidenta había tomado el sol durante sus vacaciones y regresó morena(za), y el periodista dijo que el lúcido bronceado (sic) la favorecía mucho. El audaz reportero prosigue criticando la ropa que lleva siempre la vicepresidenta (chaquetas y blusas holgadas) y alabando la que escogió para la ocasión. Cito: Un top sin mangas en color negro, que estiliza su figura, al que cruzaba una raya vertical mostaza, uno de los colores de la temporada. Impresionante.

Luego habla de los complementos y menciona (citamos de nuevo) un maxianillo negro, muy de tendencia [sic], y un reloj de correa metálica marrón con esfera y cierre dorados, también muy en boga este verano. Esta vez apareció con las uñas pintadas con esmalte granate. Etcétera.

El nuevo look superchachi y megachulo, en una foto de ABC.

Sea dicho: no tengo el gusto ni el placer de conocer a doña Soraya en persona y no comparto la mayor parte de las cosas que defiende. Cuando aparece en televisión, me da la impresión de ver una niña asustada ante una sala llena de periodistas, y digo esto sabiendo que me engaña la vista, porque un cargo como el de doña Soraya no se obtiene así como así. Pero nunca, nunca, se me habría ocurrido describirla como han hecho en el ABC. Menos, en un periódico que presume de serio.

El cachondeo y el pitorreo en eso que llaman redes sociales es de órdago. Imagino las risas en los bancos de la oposición y en los pasillos del Congreso de los Diputados. No pocos populares se sumarán a la fiesta. Hasta puedo llegar a imaginar a dos diputadas diciendo que no hay para tanto, que el top que llevaba Soraya era hortera, por ejemplo.

El casposo artículo, que parece provenir de un ¡Hola! de los años del racionamiento, ha puesto en un brete a doña Soraya, y no por haber hecho o dicho nada conveniente o inconveniente, sino porque un periodista de un periódico afín ha querido dorarle la píldora. ¡En mal día! Es el periodismo sacarina, que de tan dulce deja mal sabor de boca y además carece de sustancia.

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