Sólo falta Godzilla



Ayer presencié imágenes que creía propias del cine de catástrofes.

La población reunía los pocos enseres que podía llevar consigo y los metía en el coche. Se juntaban los padres, los hijos, la suegra, el canario, el perro y el gato y se daban a la fuga, pero apenas avanzaban unos metros, pues se había organizado un atasco de padre y señor mío en cualquier vía que llevara lejos de la ciudad. Las calles y las carreteras iban atestadas de automóviles que huían lentamente, casi imperceptiblemente, apretados como pocas veces. Avanzaban parachoques con parachoques, apenas un paso; luego, se detenían; el paso siguiente tardaba en llegar. Pero seguían sumándose familias enteras al éxodo, que duró del mediodía hasta la noche.

Hoy, la ciudad ha amanecido desierta. Sólo falta Godzilla.

La película se llama Agosto.

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