Así se le pone la cara a uno después de cinco minutos de debate.
Una amiga mía sostiene que un debate más por televisión y se dispara la abstención en las elecciones que vamos a tener de aquí a una semana. No sé yo si se dispara, pero no le quito la razón. Qué horror. Hacía muchos años que no veía nada tan borreguil, tan hueco y falto de interés en televisión, y no una, sino varias veces. Para mí que pasaron el mismo guirigay varias veces, en diversos canales.
Por no hablar de lo que hizo TV3, eso de retransmitir una manifestación (mucha gente junta) durante ¡cinco horas! ¡Cinco! Pero ¡qué coñazo! Tremendo. Faltaba el Kimilsún alzando la mano en el podio, y el desfile de misiles, muy fálico, pero ¡ni eso! Ni Franco, cuando las organizaba en la Plaza de Oriente, se atrevía a martirizar al pueblo con cinco horas de coñazo.
¡Papá! ¡Papá! ¡Que pasan un debate en televisión!
Para compensar el escandaloso partidismo del que hace gala TV3 (nada nuevo), fue obligada a retransmitir este fin de semana cinco horas más, cinco, de mitines y actos de campaña de los demás. ¡Por favor...! ¡Podrían haberla invitado a pasar un maratón de Star Wars! Hubiera sido más instructivo. ¡Suerte que inventaron los libros! ¡Vale ya, hombre! Un poco de consideración de unos y de otros, que somos personas.
A uno se le cae el alma a los pies. Viendo a estas gentes, se siente el vacío que deja la ausencia de inteligencia y se contempla el futuro, que tiene toda la pinta de un abismo de estupidez, negro como la pez, para que caiga en verso.
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