Esto se nos cae


El Ayuntamiento de Sitges lamenta la pérdida de una propiedad municipal en las mismas narices de la Guardia Urbana de la población, en el mismísimo edificio del Ayuntamiento, el que está en la plaza del Ayuntamiento (de l'Ajuntament, en el callejero). Lo anunció hace un par de días Radio Maricel, que es la emisora del pueblo, y publicó una fotografía en Twitter, la que sigue a continuación.


Si observan con atención, verán que el Ayuntamiento plantó cuatro mástiles para banderas en el suelo de la plaza, justo delante de una ventana, tapándola. Un genio, quien las instaló ahí. Son cuatro mástiles porque tendrían que ondear en ellos las banderas de la nación, la comunidad autónoma, la población y ya puestos, la europea. Echo en falta alguna bandera más, pero mejor dejarlo en cuatro porque, si no, eso parecería el edificio de la ONU. 

Si observan la fotografía con atención, falta una bandera. 

Tal como denuncian los periodistas, alguien se plantó en la plaza y delante mismo de las barbas de los munícipes segó el cable que la sujetaba, la birló y se la llevó a casa. ¡Delante mismo de la ventana! Un hurto en toda regla de la propiedad municipal, llevado a cabo con brillante osadía y práctica impunidad. Que fuera la bandera de España es un detalle preocupante, pero piensen que bien podría haber sido la catalana, la suburense o la de la corona de estrellitas de la Unión Europea. Cualquier día los aficionados a lo ajeno vuelven a provocar más dañó en las arcas (de por sí muy resentidas) del Ayuntamiento de Sitges, un daño que pagamos todos, llevándose otra, o todas. ¡Como que las regalan!

Mientras me pregunto si birlar otra bandera que no fuera la española hubiera armado más o menos ruido (siendo el hecho, en esencia, el mismo, el del robo de una parte del mobiliario público, un acto de vandalismo contra lo que es de todos y pagamos todos), me pregunto también de quién fue la idea de colocar los mástiles ahí mismo. Como he dicho, no sólo estorban la vista desde la ventana, sino que, además, cualquiera que pasa por ahí puede birlar una bandera cuando le dé la gana, como se ha podido comprobar. Eso me hace preguntar, además, por qué no se arrían las banderas al caer la noche, por qué no se izan luego de buena mañana. No pido que toquen la corneta los urbanos, ni que se planten firmes, como en las películas. Pero dejar las banderas ahí, abandonadas, es poco menos que una provocación a los amigos de lo ajeno.

Yo recordaba las banderas colgando del balcón, como suele ser lo habitual. Por eso pregunté qué hacían ahí, plantadas en el suelo. La respuesta y la excusa del Ayuntamiento de Sitges es preocupante. Según Radio Maricel, los técnicos municipales aseguran que no pueden fijarse los mástiles ni en el balcón ni en la fachada del edificio, porque (cito) no podría resistir su peso. ¡Caramba! Ni el balcón ni la fachada del edificio podrían resistir el peso de los mástiles... pero bien resiste al pleno municipal en pleno (valga la redundancia) cuando toca Fiesta Mayor. Ay... ¡Un día tendremos un disgusto!

Porque, ahí está lo dicho por los técnicos del municipio, el Ayuntamiento de Sitges está al caer.

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