Ahora sí que se acabó


Después de dos días de desenfreno, llega el final, cerca de la medianoche. Se disuelve la multitud. Algunos, pocos, acuden al paseo, donde una orquesta tocará lo que se toca siempre en la Fiesta Mayor, un poco de pachanga, un poco de los años ochenta y hasta canciones en un inglés que parece inventado.

Ha llegado el momento de plantearse si esos abrazos, esas palabras dichas a voz de grito bajo una lluvia de fuego, incluso esos picorcitos y esos calorcitos que le venían a uno acariciando la espalda de una moza, eran producto de la fantasía o de algo más. ¿Del alcohol? Qué complicado es ser joven. Los mozos y las mozas, antes de despedirse, cuchichean durante un buen rato, poniendo un poco de orden, o desorden, en sus vidas.

2 comentarios:

  1. La Fiesta Mayor siempre era una ocasión especial para desatar amores atenazados hasta el momento. Me pregunto el motivo.

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  2. Carlos, si te preguntas el porqué, tienes una respuesta racional y otra irracional. La racional habla de una sobredosis de adrenalina, endorfinas, bilirrubina y qué sé yo, sin mencionar todavía desinhibidores como el alcohol. La proximidad de los cuerpos, el ajetreo, el sudor, la juventud, ponen las cosas en su justo punto. La teoría irracional dice que ya será menos, que ahora o nunca, y viene a ser lo mismo.

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