El camino del tabaco

Editorial Navona (http://www.navonaed.com/) ha publicado varios libros de Erskine Caldwell, cosa que agradecemos mucho. Hasta ahora, si no he perdido la cuenta, El camino del tabaco, La parcela de Dios y Tumulto en julio. Los tres, notables. Hablaré del primero de ellos, El camino del tabaco (Tobacco Road, 1932), traducido por Horacio Vázquez-Rial.

El libro describe la miseria de la familia Lester, campesinos blancos y misérrimos del sur de los Estados Unidos durante la Gran Depresión. Cuando Caldwell habla de miseria, habla de hambre, con todas las letras, pero también de una profunda, e irrecuperable, degradación moral. Los Lester son escoria humana, canalla, poco más que bestias, y no parece que puedan ser otra cosa. Caldwell nos enfrenta a una realidad desagradable, y está bien planteársela de vez en cuando, sin panfilismos ni utopías.

El relato es duro. Así, por ejemplo, Ellie May Lester tiene dieciocho años, un labio leporino que le llega a las narices e intenta seducir a su cuñado para robarle unos nabos. ¿Cómo? Su hermano Dude comenta la jugada con su padre, Jeeter.

«—Ellie May está haciendo lo mismo que solía hacer aquel viejo perro de caza tuyo cuando tuvo sarna —dijo Dude a Jeeter—. Mira cómo se frota el trasero en la arena. Aquel perro también solía hacer el mismo ruido que está haciendo Ellie May; parece el chillido de un cerdito, ¿no es cierto?»

Eso, en las primeras páginas, que luego todo es un suma y sigue, un no parar. La novela es magnífica y la recomiendo, pero no es apta para todos los estómagos. Quien imagina el sur de Lo que el viento se llevó, mejor que deje a Caldwell y se pase a Isabel Allende, que el asunto no es precisamente del color de rosa.

Los sureños quisieron emplumar a Caldwell, por pintarlos tal cual, y le dijeron de todo menos guapo. Los del norte, en cambio, se quedaron con lo pintoresco y montaron una obra de teatro, que tuvo su éxito. Del teatro, al cine, y John Ford, el grandísimo John Ford, filmó Tobacco Road entre Qué verde era mi valle y Las uvas de la ira. Salió una película irregular, extraña, que los fordianos insisten en olvidar, como si nadie la hubiera filmado jamás.




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