El televisor del señor Millet


Me contaron que al salir de prisión el señor Millet cargaba con un televisor. Un periodista le preguntó adónde iba con eso y él respondió que era el televisor que tenía en la celda. ¡Y se lo llevaba a su casa! Quienes vieron la escena me comentaron el caso con extrema preocupación. ¡Será chorizo...!, exclamaban. ¡Se lleva hasta el televisor! ¿Nadie dice nada?

Dejen que les diga que se equivocan. El televisor era suyo, porque se lo había regalado la dirección del centro. Hubo otros favores: permiso para pasear fuera del patio de la prisión, una clave de acceso para comprar productos en el economato y un trato especial de vigilancia y acompañamiento de todos sus movimientos por el recinto. El día de su ingreso, los recibió personalmente el subdirector de la prisión, que los acompañó en una visita guiada por las instalaciones del centro. Mientras tanto, se ordenó a una preso de consigna que realizara la limpieza de la celda y les hiciera las camas a los señores Millet y Montull, delincuentes confesos.

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