Pintan bastos

Nos vamos a divertir con el Palau de la Música. El juez Solaz ha dejado el caso Millet y Montull y se ha largado a luchar en otro tribunal contra la violencia de género (i.e., un género de violencia que sufren las mujeres). Si es tan expeditivo luchando contra el macho ibérico como lo ha sido persiguiendo ladrones de alto copete, que se preparen las mujeres, pobres, que lo tienen negro. A este paso, entre lentitudes, retrasos y obstáculos, no se resolverá nunca ni el latrocinio del Palau ni el patrocinio del Partido. Le echarán la culpa a algún muerto, ya verán ustedes, y aquí no ha pasado nada.

Mientras el caso Millet lucha por perderse en el mar del olvido, el caso Carulla va tomando cuerpo. Ya hablé de él en De oca a oca y tiro porque me toca. Se confirman los peores pronósticos.

El caso sigue bajo secreto de sumario, pero los diarios anuncian que Jordi Carulla, el más bribón de los seis hermanos Carulla, ha sido citado a declarar como imputado por el juez instructor. Los otros cinco hermanos, entre los que se cuenta la actual presidenta del Palau de la Música y vicepresidenta durante los últimos once años del reinado de don Félix Millet, serán también imputados una vez se resuelva un trámite en el Juzgado de Instrucción número 4 de Barcelona. Se acusa a los personajes de evadir el pago de 160 millones de euros en impuestos (más de 26.600 millones de pesetas).

Las autoridades supieron de la evasión de impuestos de los Carulla mientras la Audiencia Nacional investigaba el blanqueo de dinero de las mafias criminales en Europa. De esa semilla nació también el caso Pretoria, puesto que los señores Alavedra y Prenafeta se dedicaban (presuntamente) al blanqueo de dinero mediante operaciones inmobiliarias, con la inestimable ayuda del alcalde de Santa Coloma y otros personajes de dudosa catadura moral. El señor Prenafeta, ya saben, ése que fue invitado a la toma de posesión del ahora Muy Honorable señor Mas, que resumió todo el discurso de investidura y su programa de gobierno en este gesto público y notorio.

A lo que íbamos, a los 160 millones que los Carulla nos han robado a todos. Bajo mano, la familia Carulla está negociando con Hacienda una regularización fiscal y unas circunstancias atenuantes que permitan a los propietarios de Agrolimen echar tierra sobre este asunto.

¿Dimitirá la señora Carulla? Tendría que hacerlo, si tuviera una pizca de dignidad. Si se postula como la persona que liderará la regeneración moral del Palau de la Música y resulta que la pillan colaborando en la evasión de 160 millones de euros en impuestos... Pero el crimen es sórdido y bellaco, y no esperamos honor de quien no se comporta honorablemente.

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