El Gran Premio de Bahrein 2012 (y más)

Ha sido una carrera difícil, muy estratégica. Ferrari ha aguantado el tipo y los coches han puntuado los dos, llegando en séptimo y décimo lugar. No ha estado mal, contando que ahora mismo el coche no da para más. Ha ganado Red Bull, con Vettel a la cabeza, aunque los dos Lotus-Renault han hecho un carrerón de miedo y han llegado en segunda y tercera posición. Mercedes no ha dado mucho de sí y se ha peleado con McLaren. Y Ferrari, lo dicho, detrás del meollo... por ahora.

Fuera de los circuitos, también ha sido difícil. El pueblo de Bahrein pide escoger democráticamente el gobierno de su país; el actual gobierno, en cambio, piensa que ya está bien que gobierne una minoría y que ésta oprima a la mayoría con la inestimable ayuda de Arabia Saudí, modelo de virtudes, ya me entienden. Hay que añadir que el pueblo bahreinita es de mayoría chiíta y que los saudíes jamás aceptarán que esta secta musulmana pueda poner un pie en el poder en la península arábiga. Como ven, la cosa es más complicada que no parece a simple vista.

Pero, complicaciones aparte, este fin de semana la policía ha matado a un manifestante y muchos otros han resultado heridos de bala. No se atreven a ir a los hospitales, porque la policía los detiene ahí mismo y también, dicen, procede a interrogarlos hurgando en las heridas de bala. Los periodistas que no tenían acreditación de F1 no han podido salir del hotel. Las detenciones han sido numerosas y no se sabe mucho más.

Cuando la Fórmula 1, pese a semejantes desmanes, prefiere correr en Bahrein a prescindir de esta carrera, algunos sentimos un punto de tristeza y otro punto de irritación. Es una vergüenza que el capricho de unos ricos (nosotros) pase por delante del sufrimiento de un pueblo.

Ahora bien, parece ser algo cotidiano. Sin ir más lejos, un equipo de fútbol que no citaré lleva en su camiseta el logotipo de la Qatar Foundation, que se creó para limpiar la imagen de la tiranía qatarí. Para poder hacer propaganda de la tiranía de Qatar, el equipo prescindió de la propaganda que hacía para UNICEF. Mejor cobrar dinero sucio que hacer una buena obra sin ver un duro, se dijo, y la sociedad votó de acuerdo con esta sabia decisión.

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