Curiosos avistamientos en Cataluña


Un C-15 del Ejército del Aire.

El código del Ejército del Aire lo designa C-15, aunque sea un McDonell Douglas EF-18A, la versión de caza y ataque monoplaza para España del F-18. Los C-15 han sido mejorados para alcanzar el estándar EF-18M.

Se compraron 96 cazabombarderos en su día. Nuevos, 72; el resto, de segunda mano. Éstos, los de segunda mano, llegaron pintados con los colores de la Fuerza Aérea Soviética, porque se empleaban en ejercicios de combate en los EE.UU., simulando ser Su-35 de la VVS. Ahora son todos de color gris y lástima, porque con los colores del Ejército Rojo eran más bonitos.

Un F-18 disfrazado de Su-35.

Tres alas del Ejército del Aire emplean los C-15 que todavía vuelan (86), con base en Madrid, en las islas Canarias o en Zaragoza, donde está el Ala 15. Si uno ve asomar un C-15 en la provincia de Lérida, será seguramente del Ala 15.

Verlo, verlo, lo que es verlo, no sé si lo verán, pero sí que le dirán que alguien lo ha visto. De hecho, corre una epidemia de avistamientos de C-15s en Cataluña que provoca estupor. Los alcaldes de pequeñas poblaciones del interior hablan de amenazas, demostraciones de fuerza, hasta de agresión, y ven cazas hasta en la sopa. Vienen a por nosotros, dicen. Modestia aparte, naturalmente, porque ya me dirán quién querrá ir a por ellos.

Aeroplano agresor, según la prensa.

Ampliación de la fotografía.
La decoración del timón de cola no es del Ejército del Aire español.
Quizá la prensa ha publicado una foto equivocada, quién sabe.

Si un día vieron una escuadrilla de C-15s yendo de un sitio al otro (un vuelo rutinario a baja cota, que se da periódicamente), ahora no pasa un día que los alcaldes de algún pueblo perdido de la mano de Dios no vean C-15s volando de aquí para allá, incluso simultáneamente en lugares dispares entre sí, siempre bien lejos de núcleos densamente poblados, todo sea dicho. Verlos, verlos... Dudan.

No los ven, pero los oyen por la mañana, por la tarde, de noche... En la Cerdaña, en la Costa Brava, en el interior de la Cataluña profunda de secano, en el valle del Ebro... En Barcelona, no, todavía no, aunque un periódico de Barcelona reclama fotografías del suceso a sus lectores, por ilustrar tantos avistamientos.


Se han sumado fragatas a la paranoia, que persiguen a los pesqueros como las cañoneras turcas de antaño, con la aviesa intención de hacerse con la pesca y hundir la embarcación una vez obtenido el botín.

También se ha avistado un submarino termonuclear a pilas frente a la Barceloneta y un tren blindado recorriendo las vías del AVE en Gerona. En la autopista que va de Mataró a Matadepera, dos carros de combate FT-17 se han saltado el peaje y se han dado a la fuga, que un radar de los mossos los ha pillado, o eso me han dicho.

Por no hablar de los comandos que recorren de noche las oscuras calles que rodean la plaza de Sant Jaume disfrazados de yayoflautas, que ya han intentado una vez (que se sepa) tomar al asalto el Palacio de la Generalidad, pero han sido valientemente rechazados por la guardia pretoriana.


Tantos y tan extraños avistamientos me recuerdan este otro caso (léanlo, no se lo pierdan).

Pero vayamos con cuidado, porque quizá sí que pasan cosas en nuestro cielo. Sin ir más lejos, el pasado 31 de marzo, en Barcelona...


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De verdad, la cosa promete. Me lo estoy pasando en grande con esta histeria colectiva, que da para muchas risas.

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