¡Noticia bomba! (en el mundo editorial)


Ay, señores, la que se va a montar. Carme Balcells, la agente literaria más importante en lengua española, sella una alianza con uno de los agentes literarios más temibles del mundo mundial, Andrew Wylie, después de muchos años de intentarlo y acabar a bofetadas, o casi. 

De hecho, fue el americano quien, hace ya unos añitos, quiso comprar la agencia literaria de Carme Balcells, fracasó y se lió una de muy gorda. De eso hace años, ya les digo, y doña Carme, que es mucha doña, sobrevivió. Hoy, la señora Balcells se retira y dejará tras de sí una empresa que se llamará Balcells & Wylie, y pobre del editor que tenga que negociar los derechos de autor con este monstruo, porque se va a rascar los bolsillos si quiere vender un libro de Fulano o Mengano.

Doña Carme Balcells.
Hasta los príncipes se inclinan ante ella.

El asunto, como he dicho, se ha alargado durante años y los mentideros de la Casa y Corte del Libro llevaban hablando de una crisis en la agencia Balcells desde que uno sabe qué es un libro y cómo funciona. Es cierto que ha pasado por momentos mejores y peores, pero ha sido y sigue siendo todopoderosa en la literatura en lengua española. Quizá ahora no pase por su mejor momento, pero no conozco a nadie con los bemoles suficientes como para ir y decírselo frente a frente, que la mujer tiene un genio y un pronto que arrugan al más pintado.

Andrew Wylie, el temido agente americano.

También era y sigue siendo todopoderoso don Andrew Wylie, otro que tal, uña y sangre, un agente editorial que ha puesto patas arriba el negocio de las agencias editoriales. Le han dicho de todo, menos guapo. Se le conoce como el agente de las viudas (por la cantidad de viudas de grandes escritores que representa), el Tiburón, el Chacal, ese j... Wylie, etcétera, que es un no parar. En parte, porque se ha hecho con una cartera impresionante de bonísimos escritores y vende los derechos de autor de éstos a precios nunca vistos, precios que pagan las editoriales, con dolor de contables, llanto y crujir de dientes.

No es éste el momento de describir las relaciones de amor y odio de este par de agentes con el gremio editorial y con sus representados, y describir su papel en un ambiente libresco en crisis y sin una respuesta todavía clara a la revolución digital. Es algo complicadísimo o extremadamente simple, lo que viene a ser lo mismo, y por eso lo dejaremos para otro día. Pero sepan que ésta, la fusión de las agencias de Balcells y Wylie, es una noticia bomba (en el sector editorial). Busquen y verán.

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