Dos grandes batallas



Este mes se celebran dos sonados aniversarios bélicos. ¡Vamos a estar muy ocupados!

El viernes hará setenta años ya (70) del desembarco aliado en las playas de Normandía. Quién no ha oído hablar del día D... En fin, que se espera un aniversario muy sonado. Quedan pocos supervivientes de aquella batalla y ésta será una de las últimas ocasiones para agradecer su esfuerzo en el pasado.

El día 18 será el centésimo nonagésimo noveno aniversario de la batalla de Waterloo. Preparándose para el año que viene, que será el bicentenario de la gran derrota de Napoleón I (bis) y del fin de los Cien Días (he ahí el porqué del bis, porque va sin bis hasta 1814). Si pasan por Bélgica, verán a muchos caballeros en apariencia adultos disfrazados de soldaditos de plomo y jugando a serlo.

Celebraciones aparte, hay que recordar que esta manera de escribir la historia es muy sangrante y desgraciada. En la batalla de Normandía lucharon tres millones de hombres y perdieron la vida o fueron heridos de gravedad un cuarto de millón de soldados por bando. Es decir, uno de cada seis. Igualmente, murieron más de veinte mil civiles franceses, una cifra que suele pasarse por alto. En la campaña de Waterloo, perdieron la vida o quedaron mutilados para siempre más de cuarenta mil hombres, uno de cada cinco que se agolpó en poco menos de ocho kilómetros cuadrados. La mayoría, estúpidamente, porque ni Napoleón ni Wellington ni Blücher tuvieron su mejor día.

Un filósofo, Popper, lamentó una vez que las páginas de los libros de historia están llenas de tiranos y guerras, pero dedican muy pocas líneas a las personas que han hecho el bien. Uno celebra aniversarios como éstos, a su manera, pero no quita el ojo al daño que provocaron. Es lo menos.

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