Pixelados y pitidos



Es una moda que viene de los EE.UU. Ellos, tan puritanos, emiten un pitido cuando un personaje dice una palabrota por televisión y llegan a emborronarle la cara o las manos para que no se le pueda ni leer la boca. Así, uno va y dice ¡Esto es una piiiiii! y el otro le dice Pues, te piiiiii, y un tercero exclama ¡Piiiiiiii! Los tres llevan camisetas con lemas publicitarios o palabras ofensivas o dibujos de señoritas ligeras de ropa, que aparecen emborronadas. Unos manchurrones recorren la pantalla y aparecen aquí, allá... ¿Llevo las gafas sucias? ¡No! Es la censura.

Saladino, el protagonista de una serie de TV convenientemente censurada.

Digo bien, la censura. En Córdoba TV, una televisión musulmana que se emite en un canal de TDT, también censuran con manchurrones algunas imágenes. Por ejemplo, las señoras que no se tapan los brazos, las piernas, los cabellos o el pecho son convenientemente manchurreadas y pixeladas. Emiten una serie sobre Saladino (Salahuddin), en árabe, y cuando salen los cristianos (los malos de la película), salen los manchurrones, porque así que asoma una hembra, zas, pum, los televidentes apenas reconocen a una mujer bajo el pixelado de la censura. Las mujeres que aparecen en sus platós van todas tapadas de arriba abajo, excepto las manos y el rostro, y las que aparecen en la serie sobre Saladino, son tapadas a base de manchurrones, porque llevan la melena suelta, tirantes o mangas cortas. A esto se le llama censura, y nadie le niega el nombre.

¡Vaya piiiii! Han dejado el piiiii coche hecho una piiiiii. Esto es una piiiiii piiiii...

El ejemplo es cómico (trágico, quizá), pero la censura que aplican los musulmanes a las mujeres en su televisión, que me permito criticar por ridícula, es la misma que con tanta hipocresía aplican otras cadenas sobre marcas, gestos, personas... Filman en un taller el trabajo de un grupo de mecánicos. El diálogo es un pitido contínuo. 

-Se me piiiiii el cigüeñal, ¡vaya piiiiii! 
-Sí, es una piiiiiii.
-No seas piiiiii y traeme otro piiiii cigüeñal.
-¿Quién, yo? ¡Y una piiiiii! Siempre me toca a mí cargar con el piiiii cigüeñal.
-Si no me traes el piiiiii cigüeñal, te lo meteré por el piiiiii.

Y así todo el rato. Resulta que uno de los mecánicos fuma. Manchurrón en la mano, en la boca. Al fondo, un letrero con una marca de aceite... pixelado, para que no se vea. Las camisetas son de publicidad de... manchurrón. Como en cualquier taller mecánico que se precie, en la pared está colgado un calendario (que nadie se mira) con una señora (casi) tal como vino al mundo... bajo el manchurrón. Etcétera. A veces, marea ver tanta cosa desenfocada, desdibujada, pixelada y disimulada. ¡Coño! Si no quieren palabrotas ni cigarrillos ni calendarios de tías en bolas, que no vayan a un taller mecánico donde todos los trabajadores van tatuados hasta en el culo (literalmente) y parecen sufrir problemas relacionales unos con otros. Quien dice ¡Coño! dice ¡Piiiiiii! y lo mismo con culo. Luego dicen de la televisión musulmana.

En casa también censuramos. El Ayuntamiento de Barcelona prohibió la fotografía de este piiii torero.


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