Es lo que toca, dicen. La frase era Muerto el rey, ¡viva el rey! Pero, claro, el rey no ha muerto, sólo ha abdicado. No es lo mismo, pero también implica cambiar la efigie de las monedas y acostumbrarse al nombre del nuevo monarca, Felipe, que será el sexto. Es decir, Felipe VI.
Ojalá le/nos vaya muy bien en el nuevo reinado. ¡Salud!
Ahora toca que uno, más beodo que el resto, se ponga en pie, alce la mano y desde lo alto de una silla, en precario equilibrio, grite ¡Vivalrrey! ¡Vivaspaña! o algo parecido, y todos a una respondamos ¡Viva! con emoción y gracejo. Es lo que tengo entendido que suele hacerse, ¿no? También hay quien grita ¡Aleeeeetí! y todos responden ¡Bien! Es más o menos lo mismo y viene después, cuando la fiesta se ha animado un poco más.
Un nuevo rey... A mí me apetecería una III República Española y de hecho, permítanme sincerarme, hay días que amanezco jacobino. La estética de la revolución de nuestros vecinos me puede y me emociono entonando La Marsellaise y el Ça Ira! Ya saben:
Ah! Ça ira! Ça ira! Ça ira!
Les aristocrates à la lanterne!
Ah! Ça ira! Ça ira! Ça ira!
Les aristocrates on les pendra!
Etc.
Así, con la escarapela tricolor, arrastrando una máquina de afeitar.
Entre medio, ni les cuento el día que salgo bonapartista a la calle.
Veillons au salut de l'Empire,
Veillons au maintien de nos droits;
Si le despotisme conspire,
Conspirons la perte des rois!
Liberté! Liberté! Que tout mortel te rende hommage!
Tremblez tyrans! Vous allez expier vos forfaits!
Plutôt la mort que l'esclavage!
C'est la devise des Français.
Y olé.
Lo peor es que no habrá desfiles con caballerías y fanfarrias, con húsares y coraceros tocando la corneta y tal y cual, no, no nada de eso. A estas alturas del discurso, los tertulianos de todas las cadenas de radio y televisión españolas, todos, Pilar Rahola incluída, ya están dándole mil y una vueltas al caso. ¡Prefiero las caballerías a los burros! Por favor, tengan piedad de mí. Una fanfarria, por el amor de Dios.
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