Trampantojo


El trampantojo en la pintura es muy típico del Barroco.

Dice el Diccionario de la RAE que trampantojo viene de trampa ante ojo y es una voz familiar que significa (cito) trampa o ilusión con que se engaña a uno haciéndole ver lo que no es. Quizá no sabían que significaba trampantojo, pero es más que probable que hayan sido víctimas de uno o más de uno. En política, por ejemplo.

Trampantojo fiscal-familiar. 
Parecen huchas con los ahorros. 
En verdad son cuentas en paraísos fiscales llenas de dinero robado a la gente.

La palabra democracia les llena la boca; se presentan como un movimiento popular y apolítico; quieren ser la voz del pueblo sin haber pasado por las urnas; los dirigentes de este movimiento reúnen masas ingentes que se manifiestan de uniforme y siguiendo una coreografía muy vistosa y aparente; de noche, desfilan con antorchas; su discurso habla del triunfo de la voluntad, del destino que reclama la Historia (con mayúsculas) para un pueblo al que dicen representar (sin haber pasado por las urnas); definen como Pueblo al que se adhiere a su creencia y como ajeno, diferente, como adversario (en el fondo, malvado) al que no cree en lo que ellos creen o dicen creer; se desconoce su proyecto político más allá de la sublimación de ese destino y no admiten que el destino pueda ser otro; no se creen sujetos a la Ley si ésta no les da la razón; su argumentario es un acto de fe y sus razones no admiten discusión; su ideología tiene más de religión que de ciencia; cuentan con un aparato propagandístico que no tiene rival, pagado con fondos públicos y la complicidad de las autoridades; al final del acto, mientras suena un himno guerrero (¡Que tiemble el enemigo al ver nuestra enseña!, dice la letra), el público saluda con el brazo en alto, los cuatro dedos extendidos y el pulgar recogido, a la romana. 

Trampantojo popular-deportivo. 
Tras la aparente inocuidad futbolera se amagan pérfidos intereses económicos.

Uf, la estética pone los pelos de punta. Muy del siglo XX. Es algo ya visto, pero no por ello menos eficaz. Un atracón de emociones y sentimientos que no deja sitio para pensar las cosas con calma y distancia. Pero ¡qué dulce tentación! Es tan fácil dejar que otro piense por ti, entregarse a una esperanza y gozar de la alegría de una fe ciega en ese destino. Es tan cómodo dejar de ser uno mismo y formar parte del rebaño que no se puede aguantar. Mucha gente se suma a la renuncia del librepensar y resulta cada día más difícil descubrirse en voz alta como uno al que no le va la fiesta. Es así, qué le vamos a hacer. Te miran mal, si no te dicen cosas feas, directamente. Las voces críticas hace ya tiempo que hemos perdido la guerra y asistimos al espectáculo a días con el susto en el cuerpo, a días incrédulos y constantemente asombrados ante la general estulticia.

¿Dónde está el trampantojo? Mientras se distrae al personal con todo este aparato, lo verdaderamente importante pasa delante de nosotros y me parece que todavía no nos hemos dado cuenta. ¡Delante de nuestras narices! De hecho, todo ese agitar de banderas exaltado y ciego es una tapadera fantástica para impedir que el personal reclame justicia a los instigadores del follón, que son los que nos están robando la vida.

El Roto, genial, como siempre.

Venga el lector y preste atención, por ejemplo, a la sanidad pública de mi país. Mientras himnos y banderas recorren las calles de la ciudad, corre por los despachos la intención siguiente. Cuando usted vaya a parar a un hospital público, le preguntarán si quiere pagar la operación y el postoperatorio o si prefiere que le abran la barriga gratis. A mí me da que eso es lo más parecido a una extorsión con amenaza de violencia. Si no pagas... Si pagas, serás operado enseguida y te curarás antes. Si no pagas, paciencia, que algún día, si no te has muerto antes, te recordarán que ya puedes pasar a operarte por el becario de turno y sin anestesia, parecen decir y de hecho, dicen.

También se podrá pagar por una habitación decente, por una comida mejor, por una silla para el acompañante, por una atención personalizada. ¡Ya se paga por el agua de las comidas! Los hospitales públicos y concertados de Cataluña ofrecerán servicios a la carta a las personas con dinero para permitírselos. Los demás, los que no puedan pagar, que se jodan. Tal cual. 

El público agradece el esfuerzo del personal sanitario.
Quizá le falte al público plantarse ante el mal gobierno del país.

Con el dinero público, se ofrecerán los mejores servicios a beneficio de los ricos y lo que quede ya se lo repartirán los pobres, a discreción. Poco quedará, porque se cierran plantas de hospitales, quirófanos, servicios de urgencias, asistencias sanitarias a domicilio, etcétera. Se trocea la organización para vender mejor los restos a los buitres de costumbre. Porque ya está muy avanzada la venta de la gestión (¿?) de los hospitales públicos, la venta de los servicios de análisis clínicos (¿les suena el nombre de Sumarroca?), y hace ya tiempo que sobreabundan tantos cargos directivos que van a parar a antiguos consejeros de la Generalidad de Cataluña, diputados y demás, que se llevan a casa sueldos de aúpa por nada o menos. No hablemos de Innova, Sant Pau..., que suman cientos de millones de euros (sic) en pérdidas causadas por la corrupción y la ineptitud. El largo etcétera que sigue da para muchas lágrimas y provoca mucho daño.

El resultado es evidente y está a la vista. Sólo hay que verlo. En Cataluña mueren al año unas 6.000 personas más que en 2010. 

La mayor parte de estas muertes se deben a una peor calidad de la asistencia sanitaria y al empeoramiento de las políticas sociales, pues no hay otra razón posible. En los últimos cuatro años no han habido epidemias ni episodios de contaminación o envenenamiento que justifiquen un incremento de la mortalidad del 5% en cuatro años. Pero sí que es cierto que las ayudas a la dependencia, las ayudas sociales, la asistencia sanitaria, etcétera, han sufrido mermas considerables. 

CiU, PP y ERC lo han hecho posible. No me importa lo que digan en voz alta unos u otros, o unos de otros, sino lo que hacen de tapadillo y de mutuo acuerdo. ¡Por sus hechos los conoceréis! Con el beneplácito del Gobierno de España (PP), CiU y ERC han provocado tanto daño en la sanidad pública catalana que pasarán décadas de mucho trabajo antes de poder volver a tener lo que ya teníamos. Ah, por favor, que el PSC no mire hacia otra parte, que algo tiene que ver, y quizá tengamos que preguntarnos por qué IC-V o los sindicatos parecían más emocionados con las banderas que con los enfermos catalanes. Se han vendido al diablo.

¿Dónde está la Marea Blanca en Cataluña?
¿Por qué los catalanes no se quejan de la destrucción de su sanidad pública?

Pongamos un ejemplo, uno entre cientos. Las inspecciones sanitarias a las torres de refrigeración han disminuido más de un 40% en los últimos dos años, por falta de personal y presupuesto. A finales de este verano, una epidemia de legionelosis ha matado a diez personas (diez) y siguen cincuenta en los hospitales. Pero nadie pide responsabilidades a nadie, todo se calla, silencio, mientras el ruido de los desfiles ensordece a la razón. Pagaremos muy cara tanta estulticia, si no la estamos pagando ya.

No hay comentarios:

Publicar un comentario