Un proceso de racionalización administrativa

Hoy, la licenciada Ortega sostiene que las diputaciones carecen de sentido. Así, con todas las letras. Lo ha dicho justo cuando las diputaciones catalanas se han comprometido a cederle a la Generalidad de Cataluña 250 millones de euros para que pague una parte de la fortuna que debe a los municipios y que no paga ni para atrás. ¡Qué manera de dar las gracias...!

Pero es que hace una semana dijo lo mismo de los consejos comarcales: sobran. Según la vicepresidente y falsamente licenciada en psicología, doña Joana Ortega, ahora es el momento de desplegar el Estatuto (el del 3%). Por lo visto, si se despliega ocupa una superficie tan grande que no deja sitio a las diputaciones provinciales. No sólo no caben las diputaciones, sino que hay demasiados mapas sobre la mesa. Véase.

Tenemos un mapa municipal sobrecargado de municipios, que podrían reducirse en número muy fácilmente. Luego vienen las mancomunidades y áreas, como el Área Metropolitana de Barcelona, que es, ella sola, hogar de tres cuartas partes de los catalanes, casi nada. También hay una Asociación Catalana de Municipios, y una Federación Catalana de Municipios, que son prácticamente una y la misma cosa, pero como si fueran la noche y el día, porque no se pueden ni ver, aunque compartan socios.

Para liarlo todo, los predecesores de la licenciada Ortega se inventaron las comarcas y los consejos comarcales y como parecían pocas las veintitantas comarcas, salieron por peteneras y se inventaron las veguerías, que suman siete, si no me equivoco, pero podrían haber sido más, por qué no, ya puestos... La licenciada votó a favor de esta simplificación, recuérdenlo.

Lo mejor de todo el asunto, es que esta racionalización administrativa del territorio (sic) no puede suprimir las diputaciones provinciales, porque éstas sólo puede suprimirlas el Gobierno de España cuando las Cortes le ordenen hacerlo, modificando una Ley Orgánica (es decir, una ley con el mismo rango que el Estatuto). Un lío, no me digan que no.

Y total, ¿para qué sirven las diputaciones provinciales, las mancomunidades, las áreas metropolitanas, tantísimos municipios, las asociaciones y federaciones, las comarcas, los consejos comarcales, las veguerías y quien sea que mande en ellas? Ah, y no se olviden de las delegaciones del Gobierno (de España), que son cuatro, y las delegaciones territoriales (del Gobierno de la Generalidad de Cataluña), que son siete, o seis... Tanto da cuántas sean, si son demasiadas visto lo visto.

No hace falta ser Aristóteles para sospechar que así no se llega a ninguna parte.

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