Don Baudilio y las disfunciones técnicas temporales del impuesto por estar enfermo



Me pongo malito y voy al médico. El médico me examina y diagnostica una dolencia. Se supone que el médico no receta un medicamento por amor al arte, sino por necesidad. Si uno quiere salir con bien de ésta, tendrá que hacer caso al médico, y no porque le haga gracia, sino porque no tiene otro remedio. No se acude a la farmacia por capricho, quiero decir.

Así que, cuando uno propone un copago, repago o tasa administrativa, un impuesto por estar enfermo, una tasa por cada medicamento que uno tenga que adquirir no por propia voluntad, sino por prescripción médica, si uno propone algo así, decía, uno está jodiendo a los enfermos, y jode más todavía a los pobres y enfermos. Si uno va por ahí diciendo que el impuesto por enfermedad ayudará a racionalizar el gasto farmacéutico, miente. Si va diciendo por ahí que será un pago disuasorio, volverá a mentir.

El gasto farmacéutico se racionaliza en serio cuando a usted le dan en la farmacia o en el centro de asistencia sanitaria exactamente la cantidad de medicamentos que necesita. Fíjese usted en un hospital. Le dan a usted una pastilla cuando necesita tomarla, no una caja de pastillas para que vaya haciendo. Por eso, no es racional vender cajas de doce pastillas para tratamientos que son de ocho o dieciséis pastillas, como sucede en el caso de muchos antibióticos. Cambiar el número de pastillas por caja, considerando el consumo estándar de los medicamentos, equivaldría a un ahorro de un tercio del gasto farmacéutico, sostienen algunos expertos. ¡Un tercio!

También se racionaliza recetando lo necesario, pero se supone que así trabajan los médicos. Lo que no es racional es que sea el paciente el que decida si ahora toma o no toma un medicamento en función de su precio o del gravamen del gobierno. No es sano, no es lógico.

Lo del pago disuasorio es otra falacia. Un enfermo necesita los medicamentos. Por lo tanto, gasta porque no tiene otro remedio, y gasta más y más hasta que llega un momento en que ya no tiene suficientes recursos para gastar. En términos económicos, el gasto farmacéutico de un enfermo es una demanda cautiva: cuesten lo que cuesten los medicamentos, el enfermo los pagará hasta que no pueda pagarlos. El copago, repago o tasa administrativa no tiene efectos disuasorios, pero sí que afecta (negativamente) a los más pobres y más enfermos, porque es un impuesto por enfermedad que no distingue niveles de renta.

Si no me creen, busquen en los estudios de caso. El pago por receta prácticamente no aporta capital a las arcas de la Seguridad Social y no tiene efectos disuasorios apreciables, pero se asocia a un empeoramiento de la calidad de la salud pública.

Ahora bien, si no queda otro remedio, busquemos un copago, repago o tasa administrativa lo más justo posible. Que sea un impuesto por estar enfermo que no nos ponga malos.

En un lado del ring, tenemos un sistema como éste: la población activa tendrá que pagar entre el 40% y el 60% de las medicinas que necesite, en función de sus ingresos (ahora paga el 40%). Los pensionistas, un 10%, con un máximo anual de ocho euros (si cobra una pensión menor de 22.000 euros al año) o de dieciocho euros (si cobra más). Se calcula que, de media, a cada víctima de este impuesto por estar enfermo le supondrá un gasto de más entre los siete y los ocho euros al año.

En el otro lado, se anuncia un sistema que dice que todos pagarán lo mismo por receta, prácticamente sin excepciones. No se aplicará la tasa administrativa si el medicamento cuesta menos de 1,67 euros y se librarán de pagar el impuesto por estar enfermo los que reciben la renta mínima de inserción, una pensión no contributiva y los dietoterapéuticos. No se librarán de pagar los enfermos crónicos y pagarán lo mismo ricos y pobres. De media, los enfermos pagarán alrededor de quince euros al año y un doce por ciento, o más, de las víctimas de estos gestores pagarán sesenta y un euros al año, el máximo anual previsto.

El primer sistema es el del Gobierno de España. El segundo, el de la Generalidad de Cataluña. Para más cachondeo, el gobierno catalán no retiró su impuesto por enfermedad una vez se anunció el español, sino que lo añade al anterior. Porque es una tasa administrativa para cubrir los gastos de gestión del sistema (sic) y lo de toda España, otra cosa. Manda güevos.

Según los datos que proporcionó don Baudilio, a. Bío Ruiz, consejero de Salud de la Generalidad de Cataluña, alrededor de un diez por ciento de los catalanes pagará casi setenta euros al año por estar enfermo, y la mayoría de estos paganos será, además, pobre. ¡Bravo!

Mientras don Baudilio miente, miente y sigue mintiendo sobre los efectos de su política sanitaria, afronta la pronta aplicación del impuesto por enfermedad con preocupación. El sistema informático no está a punto y se ha demostrado una vez más que el problema del Departamento de Salud no es otro que el de una mala gestión a cargo de personajes mediocres y corruptos.

De ahí que don Baudilio haya dicho que existen todavía unas disfunciones técnicas temporales en la aplicación informática necesaria para cobrar el impuesto por enfermedad. Pero, ay, da la callada por respuesta cuando le preguntan por Josep Prat, Ramon Bagó, Carles Manté, Josep Abelló o Xavier Crespo, entre muchos otros, o quieren saber qué medidas ha tomado para evitar la desviación de fondos del Consorci de Salut i Social de Catalunya, los negocios de los jefazos del Hospital de Sant Pau y un largo etcétera de chanchullos y estafas que han convertido la sanidad pública catalana en un nido de mierda.

(Se adjunta un gráfico que es sólo la punta del iceberg, que ha publicado El País tal día como hoy.)

¿Qué piensa hacer el gobierno con estos canallas que hacen su agosto de la enfermedad del prójimo? Cobrarles una comisión, supongo, visto lo que vemos.

P.S.: El farmacéutico no puede negarse a servir los medicamentos, pero los pacientes tienen todo el derecho a no pagar la tasa por receta, mientras se notifique por escrito la falta a la Generalidad de Cataluña. No está previsto todavía (sic) qué hacer en estos casos. Vamos a ver si los que se atreven con los peajes tienen las narices de atreverse con las recetas, los estoy esperando.

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