El hijo de Caravaggio


Retrato de Caravaggio, de Ottavio Leoni.
Caravaggio, ¿fue papá?

¿Tuvo Caravaggio un hijo? Quizá cabría preguntarse si antes tuvo una mujer, la madre. La mejor respuesta es ¡Quién sabe! Porque nadie puede asegurar que no tuvo hijos, pero nadie puede demostrar que los tuviera. 

Dándole muchas vueltas a lo que sabemos de Caravaggio y su vida, que no es demasiado, he tropezado varias veces con Lena. Los que conocen la obra de Caravaggio, la conocen muy bien. Es una mujer muy bella. Muy romana, también.

En julio de 1605, el notario Pasqualone y su amigo Galeazzo pasan por delante de la casa del embajador español (donde ahora está el Instituto Cervantes, en la plaza Navona, en Roma). Un tipo embozado les sale por detrás y ¡zas! Pasqualone cae al suelo, con una brecha en la cabeza. Al parecer, el agresor empuñaba una espada, quizá una daga de gran tamaño, incluso uno de los testigos se pregunta si no habrá sido una pistola. Pasqualone grita aquello de ¡Ay! ¡Me han matado! ¡Confesión! al ver tanta sangre. Saldrá de ésta, pero todavía conmocionado por el susto dice haber reconocido a quien le ha querido mal. Ha sido ese tal Michelangelo de Caravaggio. También apunta un porqué: habían discutido, hacía unos días, por culpa de Lena, mujer de Caravaggio.

La expresión que emplea Pasqualone ante el juez es Lena, donna di Caravaggio, no Lena, la donna di Caravaggio. Es decir, (una) mujer de Caravaggio, no la mujer de Caravaggio. 

Lena Antognetti, en un óleo de Caravaggio (detalle).

De ahí que unos deduzcan que Caravaggio chuleaba a Lena. En verdad, dicen, el de Caravaggio era un chuloputas, que comerciaba con la carne de mujeres. Eso explicaría muchos de los lances violentos en los que se vio metido. Otros, en cambio, creen que donna di Caravaggio, pese a que falta el artículo, nos dice que Lena vivía en aquel entonces con el pintor y que, por lo tanto, era su mujer. Que era o había sido del oficio... Bueno, eso no lo duda casi nadie.

Que (con)vivía con el pintor... No puede asegurarse; algunos lo creen así y bien podría ser verdad. En todo caso, se relacionaba con él a menudo, íntimamente (ya me entienden). Eso creen la mayoría de los caravaggistas, que pondrían la mano en el fuego para afirmarse. Luego están los que sostienen que Caravaggio prefería niños y mozos de buen ver a una mujer cualquiera, pero ni siquiera éstos se atreven a asegurar que no comerciara con mujeres o no las conociera más de cerca. ¿La verdad? Que no lo sabemos.

Madonna dei palafrenieri, óleo sobre tela, 292 x 211 cm (c. 1606). 
Pueden verla en la Galleria Borghese, Roma.
Lena es la Virgen, no sabemos quién es Santa Ana. El Niño, ¿es el hijo de Lena?
El cuadro fue retirado de San Pedro en el Vaticano a los tres días de exposición por culpa de las tetas de Lena, demasiado evidentes. La idea era que representaran la maternidad de la Virgen María, pero los palafreneros no lo supieron interpretar así. Hubo protestas y se retiró.

Lena hace las veces de la Virgen María en varias pinturas del de Caravaggio. La verán en el Louvre, pasando por la Virgen recién muerta (La muerte de la Virgen). Pero vayan a las iglesias de Roma y busquen La Virgen de Loreto, o entren en un museo para ver La Virgen de los palafreneros. Ésa es Lena, una mujer que hoy pasaría por entrada en carnes, pero que seguiría siendo hermosa a más no poder. 

Es una mujer apetecible, pero no una diosa o una reina, como las vírgenes contemporáneas. Es una mujer de carne y hueso. Hasta cejijunta, me señala uno. Los artistas contemporáneos criticaron esa vulgaridad, azuzados por la envidia. ¡Una Virgen tan carnal...! Pero el pueblo hacía cola para ver estas pinturas. Un crítico asegura que La Virgen de Loreto es la única pintura empalagosa (por dulce) de Caravaggio, pero otro le responde que es su obra más claramente popular, destinada a satisfacer no a su cliente, sino al público de entonces. La Virgen viste sencillamente, pisa descalza, como si volara (es la Virgen de Loreto), cuida de un Niño Jesús que ya no es un bebé, que pesa, y recibe a dos peregrinos que son gente de baja condición, a la vista está.

La Madonna dei Pellegrini (o di Loreto). Óleo sobre tela, 260 x 150 cm (c.1604-1606).
Puede verse en la capilla Cavalletti, en la basílica de Sant'Agostino, Roma.

Ese niño que aparece en la imagen es el objeto del debate. Se admite (con reservas) que éste fuera el hijo de Lena. Bien pudiera ser así, porque (casi seguro) Lena tenía un hijo. ¿El hijo de Caravaggio? Si juzgamos por la edad, bien podría serlo. Ése y tantos otros, que Caravaggio no perdió el tiempo con las mujeres (ni con el resto de la humanidad). Pero ése es un hilo muy ténue, incapaz de sostener esta teoría con demasiadas fuerzas.

Se cree que Lena y Caravaggio se conocían de hacía tiempo. De hecho, Lena era una de las amigas de Filis (o Fillide) Melandroni, que había protagonizado algunos cuadros de Caravaggio. Tan pronto Filis desaparece de las pinturas, ocupada en un amancebamiento de conveniencia que haría de ella una mujer rica, aparece Lena. En esa época de cambios, Michelangelo abandona el palacio Madama, donde vivía a costa de su mecenas, el cardenal del Monte, y su aprendiz, Mario, lo deja para instalarse por su cuenta. 

Queda, pues, un hueco en la vida personal del de Caravaggio. Cierto es que tiene un aprendiz, Cecco, poco más que un niño, que le proporcionó consuelo carnal en momentos de necesidad (es lo que se cuenta, no sé yo). Pero no es persona de muchas luces, Cecco. El salto a la fama suele acarrear soledad.

Es el momento de Lena. ¿Fue su donna durante sus últimos años en Roma? Es decir, ¿fue algo más que una puta para el de Caravaggio? ¿Una amiga, quizá? ¿Una puta de confianza, de ésas a las que se acude con tanta frecuencia que, al final, son como de la familia? Me da que sí, pero ¿algo más que eso? ¿Se presentó en su estudio para decirle: Michele, tenemos que hablar, que tu semilla ha fructificado en mis entrañas? Si así fuera, ¿cómo reaccionó el de Caravaggio? ¿Se dejó llevar por la furia? ¿Lloró de alegría? ¿Actuó con frialdad e indiferencia? ¿Se emborrachó para celebrarlo?

No es probable que tuviera un hijo con Lena, pero entra dentro de lo posible y nos permite darle vueltas y más vueltas al caso. Imaginar historias verosímiles, no más. Sea cual sea nuestra historia favorita, Lena y su hijo recibiendo a los peregrinos sigue siendo una de las imágenes más queridas por los visitantes de la iglesia basílica de Sant'Agostino, en Roma, no lejos de la plaza Navona.

P.S. (I): Por cierto, no es broma y quizá no sea casualidad. En tiempos de Caravaggio, el papa dio permiso para celebrar la misa de putas en Sant'Agostino. Han leído bien, la misa de putas. Allá iban a confesarse, a escuchar sermones, a comulgar, con permiso de las autoridades. Porque está documentado que las mujeres del oficio eran muy devotas. La primera misa diaria en esta basílica era lugar de encuentro de las mujeres del gremio, que eran muchas, en Roma. Imagino a una de ellas señalando la capilla Cavalletti y cuchicheando: Mira, ésa es Lena, qué guapa que ha quedado. ¿Y has visto a su hijo? ¡Qué monada! ¿Qué dirían entonces las putas del de Caravaggio? ¡Cuánto daría por saberlo!

P.S. (II): La Virgen de Loreto aparece de puntillas para representar su ligereza, el vuelo. Porque en Loreto se adora la casa donde vivió la Sagrada Familia, en Nazaret. A decir de los habitantes del lugar, una tropa de ángeles la trajo volando de Tierra Santa (sic) y la depositó en el santuario. Tal cual. Por eso la Virgen de Loreto es la patrona de la aviación (no es para menos) y por eso no acaba de explicarse del todo por qué en Nazaret mismo se muestra la casa de la Sagrada Familia, si resulta que se la llevaron en volandas de ahí. Será parte del milagro, de ésos que ya no se dan, lástima.

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