La cadena



Cumple cien años la primera producción en serie (en cadena) del Ford modelo T, en Detroit, EE.UU. Contrariamente a la voz popular, no fue ésta la primera fabricación en serie, ni siquiera la primera fabricación en serie de un automóvil, pero ésta, la de Ford, ha hecho historia. En ella, la especialización alcanza su máximo y las teorías de Taylor, cronómetro en mano, eliminan los tiempos muertos (improductivos) en las maniobras de máquinas y trabajadores.


Nos cuesta comprender que, en su día, el taylorismo y el fordismo fueron un beneficio para los obreros industriales. Les ahorraron cargas pesadas, racionalizaron su entorno de trabajo y comportaron aumentos de sueldo, mejores horarios y condiciones de vida y trabajo. Sin embargo, hubo (y hay) abusos en las cadenas de montaje y el estajanovismo, que es el trabajo a destajo llevado al límite, se confunde un día sí y otro también con lo anterior. Se comprende mejor que nunca qué quiso decir Marx con la alienación del trabajo (que no la alineación, no confundamos). Hay que ver Tiempos Modernos, de Chaplin. Hay que ver cuántos cacharros tenemos en casa y qué baratos que son.


De la cadena de Ford pueden decirse muchas cosas. Buenos salarios, fines de semana, jornadas de ocho horas, seguro médico... Además, la posibilidad de comprar un Ford a plazos. La deshumanización y el maquinismo darían la razón a los postmodernos y el antisemitismo de Henry Ford, a muchos que le tienen manía (a veces, me incluyo entre ellos, pero no siempre). 

Son cien años de una cadena de producción que marca un antes y un después, pero bien podría haberse escogido el invento del caballero de Guillotin, la estandarización de las piezas de fusil de Springfield o los grandes hornos de la casa Krupp, que tienen mucha más historia a sus espaldas que la cadena de Ford. En esas grandes fábricas de miles de trabajadores se inició la transformación del mundo, que pasó de matarse a mano, artesanalmente, a matarse en masa y por televisión. De hecho, hoy en día, matarse a mano es considerado un lujo criminal.

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