Lo dicho, ay, que llueve, pero ¿no estamos en Silverstone? Aquí se corre mucho y muy deprisa y que llueva es la cosa más normal del mundo, pues ¿acaso el paraguas no forma parte del uniforme de cualquier británico que se precie? Pues, claro, ¡llueve!
Pero no es lo mismo que llueva cuando uno va tan tranquilo caminando que a no sé cuántos por hora en un bólido. Y eso es lo que ha pasado, pero del modo más rocambolesco posible. Ahora llueve aquí, ahora llueve allá, ahora llueve, ahora no llueve, porque han pasado por encima de la pista dos chubascos que han obligado a cambiar neumáticos una y otra vez.
Esto ha sido la mala suerte de Williams, que ha perdido la segunda y la tercera posición de esta manera tan tonta. A Ferrari le ha ido bien y mal. A Vettel, muy bien, que se ha encontrado tercero yendo sexto. A Raikkonen, mal, que ha pasado de ser quinto a ser octavo. En resumen, no han acertado con la estrategia y podrían haberlo hecho un poco mejor.
Ah, noticia, McLaren ha puntuado, ¡al fin! Ha sido Alonso, que ha acabado la carrera. Que los Mercedes-Benz hayan vuelto a ganar, los dos, ya no es noticia.
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