A una virgen, sí, y a las demás, no


La Medalla de Oro al Mérito Policial.

La Medalla de Oro al Mérito Policial no es moco de pavo. El Cuerpo Nacional de Policía no puede otorgar mayor distinción. Se reserva para casos excepcionales, normalmente para policías o, como dicen ahora, miembros de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. Premia el valor, la perseverancia, el sacrificio... y sólo en muy raras ocasiones la policía premia con la Medalla de Oro al Mérito Policial a terceros. Será así cuando esas personas (cito) se hagan acreedoras a ello por su decisiva colaboración con aquellos funcionarios, practiquen actos de relevante importancia en defensa del orden, de las personas o de la propiedad, o así resulte aconsejable por otros importantes motivos.

La figura condecorada por el ministro el pasado febrero.

Pues va el ministro Fernández y otorga la medalla a María Santísima del Amor. ¿Quién es María Santísima del Amor? ¿Qué ha hecho para merecer el premio? Quién es no es fácil de decir, porque no es propiamente quién, sino qué. Es la virgen que saca a pasear la Cofradía de Nuestro Padre Jesús el Rico de Málaga cuando llega la Semana Santa. El ministro ha concedido la medalla a título honorífico a una imagen de la Virgen María, no a la Virgen María. En otras palabras, es como si en vez de concederme la medalla, a mí, la concediera a mi fotografía del DNI, venerada por los funcionarios del Registro Civil. Suponiendo que yo mereciera la medalla, naturalmente.

El porqué también tiene tela. En primer lugar, porque al ministro le da la gana, porque la concesión de la medalla es arbitraria (una forma de decirlo con elegancia) y el ministro la da a quien quiere. Además, sigue razonando el ministerio (cito), La vinculación histórica entre la policía y la cofradía se remonta, cuando menos, al 14 de junio de 1938, fecha en la que la Orden General del llamado entonces Ministerio Público testificaba el nombramiento como Hermano Mayor Honorario de la Cofradía al Cuerpo de Investigación y Vigilancia, uno de los antecesores del actual Cuerpo Nacional de Policía. En 1938, en medio de la Guerra Civil y después de la ocupación de Málaga el año anterior (seguida de fusilamientos y represalias), cuando el Cuerpo de Investigación y Vigilancia citado detenía discrecionalmente a cualquier desafecto al Régimen. 

Por si eso no fuera suficiente, se elogian los valores que doña María Santísima del Amor comparte con el Cuerpo Nacional de Policía, a saber (cito), la dedicación, el desvelo, la solidaridad y el sacrificio, lo que no está mal para ser un pedazo de madera que sacan a pasear durante las vacaciones de Semana Santa. En la concesión de la medalla, además, el ministro solicita el manto de protección (sic) de la susodicha para llevar a cabo la difícil misión de la policía.

La efigie condecorada, apatrullando la ciudad.

Perdón por hablar tan brutalmente de un pedazo de madera, pero a uno le vienen ganas. La cofradía malagueña solicitó la medalla para su virgen (no para la Virgen) la Semana Santa de 2013. Alguien se tomó en serio la solicitud, cosa que sorprende. El pasado 31 de enero, la Dirección General de Policía dió el visto bueno a la concesión de la medalla. A mediados de febrero, el ministro accedió e impuso la condecoración a María Santísima del Amor, la de Málaga, que no a la Virgen María, que es de Málaga y de donde haga falta. Porque si se le concede a María Santísima del Amor, ¿por qué no a Montserrat, Nuria, Aránzazu, Dolores, Angustias, Carmen...? ¿No son la misma Señora? ¡Ya puestos! Será que el ministerio cree que se trata de vírgenes diferentes, que nada tienen que ver una con otra, que una sí que ayuda a la policía, pero la otra... En fin, qué les voy a contar. ¿Tenemos un ministro idólatra?

Contrariamente a lo que se dice, el ministro no es un carca.
Prueba de ello es que tiene un esmarfón y hace tuits cuando se aburre.

El pitorreo fue mayúsculo, pero también el escándalo. Pero no es la primera vez que ocurre. Sin ir demasiado lejos, la Virgen del Pilar recibió, en 2012, la Gran Cruz de la Guardia Civil, que pasó entonces desapercibida. Quizá porque el ministro de Defensa es más discreto que el de Interior o quizá porque fuera un acto folclórico. No entraré en el trapo de las medallas concedidas por el gobierno a obispos, sacerdotes o demás, porque tratándose de personas y haciendo algunas de ellas actos de notable valor social, quizá se hayan repartido con justicia, pero echarle medallas a la imagen de una virgen tiene su enjundia.

Una asociación llevó el caso a la Audiencia Nacional el pasado mes de abril. Como no podía ser de otra manera, es la Asociación Europa Laica. La Sala de lo Contencioso Administrativo admitió a trámite la demanda que reclama que le quiten lo bailao. Perdón, pide que se anule la orden que concede la medalla a María Santísima del Amor. En primer lugar, porque no es policía. En segundo lugar, porque no es persona. Si no es persona, no tiene entidad jurídica. Aunque la concesión de la medalla es arbitraria, discrecional, el ministro sólo puede concedérsela a una persona y no a una imagen de la Virgen, que (cito) no está sujeta a obligaciones como tampoco puede serlo de derechos ni siquiera honoríficos. Ahí queda eso.

En cualquier caso, resta pendiente la decisión del tribunal, que tiene una buena encima de la mesa. Porque ¿verdad que todavía no ha habido un fallo del tribunal? Estará al caer.

Yo tengo las cosas claras y diré que no tienen que mezclarse churras con merinas. Si quieren colgarle una medalla a no sé qué cofradía, pues se la cuelgan, porque quizá la merezca. Algunas de estas asociaciones llevan a cabo una labor social o cultural que puede considerarse digna de reconocimiento público. Si acaso luego discutiremos si tal grupo de personas merece o no merece el premio. En cambio, lo de andar condecorando los ídolos que portan de aquí para allá tiene un punto de absurdo y ridículo que no tiene igual.

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